Brasil, en su época de mayor apogeo: protagonismo absoluto en Libertadores y Sudamericana
Con la impronta de un potente mercado de pases y estructuras deportivas difíciles de igualar, los brasileños dominan los dos máximos eventos de la competición de Sudamérica. Los detalles.
Brasil vive uno de sus mejores años en el fútbol sudamericano. Con cinco lugares de ocho posibles, ya domina los escenarios finales de la Libertadores y Sudamericana. Dinero, jerarquía y estructuras que rozan el nivel europeo.
Es la primera vez en la historia del fútbol brasileño en el que más de dos equipos forman parte de las instancias finales de la Libertadores. Por cuestiones organizativas de la Conmebol y el azar de los grupos, siempre le tocó a Brasil tener un máximo de dos equipos por competición en instancias de semifinales.
Sin embargo, ya en la máxima copa internacional de Sudamérica, cuenta con Flamengo, Palmeiras (último campeón) y Atlético Mineiro. En tanto en la Sudamericana figuran Bragantino y Athletico Paranaense.
“Primero el dinero, luego el poder…”, esgrime Al Pacino cuando se pone en la piel de Tony Montana para protagonizar Scarface (Caracortada), una de las películas estadounidenses más brillantes de la historia del cine. Algo así ocurre hoy con Brasil. El dinero es poder, y a la larga, el poder se traduce en resultados.
Los equipos brasileños viven un momento de euforia donde empiezan a mostrarse como un mercado atractivo capaz de conquistar talentos o refuerzos de jerarquía de segunda línea de Europa, que hoy se traduce en máximo nivel para el debilitado fútbol sudamericano.
Como ya contó Doble Amarilla, el precio de la jerarquía de Flamengo y Atlético Mineiro otorga resultados. Además de mantener las bases, cada equipo logró sumar a sus alas futbolistas de un poderosísimo nivel. En el Galo, por ejemplo, se acaba de concretar la llegada de Diego Costa, un delantero de pasado en Atlético Madrid y Chelsea que se sumará a las filas para pelear par a par el puesto con Hulk, una de las grandes figuras de la goleada ante River.
Ahora bien, ¿son los únicos casos? La respuesta es no. Muchos equipos brasileños, a pesar de sus eliminaciones en copas o mal andar, apuestan a grandes contrataciones que sorprendan al ojo de los hinchas y del mercado. Un caso extraño es el de Douglas Costa, de enorme trayectoria en el Bayern Múnich y hoy en el Gremio comandado por Luiz Felipe Scolari, donde también está el atacante Miguel Borja (pretendido por Boca en el último mercado).
Sao Paulo, ganador del torneo estadual con Hernán Crespo y eliminado en Libertadores por el potente Palmeiras, tiene en sus filas, sin ir más lejos, a Emiliano Rigoni, sin tanta continuidad y con pasos por el Zenit de Rusia. Mientras en el Brasileirao es un arma de segundo orden, el mercado argentino intentó en varias posibilidades acercar su nombre.
Palmeiras, semifinalista de la Libertadores, campeón de la última edición y escolta del Mineiro en el torneo brasileño, con la figura de Felipe Melo, mantuvo su estructura y apuesta a elevar el nivel para revalidar el título.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aprobó el pasado 9 de agosto la ley que permite que los clubes se transformen en Sociedades Anónimas Deportivas (SAF). Cabe destacar que ya había pasado en junio por el Senado y en julio por la Cámara de Diputados.
En este momento, los clubes de fútbol en Brasil son asociaciones civiles sin ánimo de lucro. La ley, denominada Club-Empresa, ofrece incentivos para la conversión de clubes al modelo SAF. Se ocupará únicamente del fútbol masculino y femenino, excluyendo a otros deportes e impidiendo que entidades, federaciones y la propia Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) se transformen en SAF.
Según la ley, las modificaciones en el nombre, escudo, himno, colores y ubicación de la sede del equipo solo se realizarán con el aval del club. También se contempla la transferencia obligatoria a la SAF de los derechos y deberes derivados de las relaciones con el club, incluidos los derechos a participar en competiciones, contratos laborales y uso de imagen.
Asimismo, concede un lapso de seis años, prorrogable por otros cuatro, para que el club salde sus deudas civiles y laborales. Ofrece distintas opciones para que los equipos paguen los montos adeudados: pago directo de deudas por parte del club, recuperación judicial (negociación colectiva) y consorcio de acreedores.
El proyecto de ley del Club-Empresa opera en dos campos: apertura a la inversión y endeudamiento. Lo que marca la medida es que los clubes pueden transformarse en empresas o convertir sus departamentos de fútbol en modelos de negocio. En pocas palabras, se posibilita que haya Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF).
Con respecto a la deuda, la estructura se hace especialmente atractiva para instituciones que tienen deudas difíciles de pagar, tales como Cruzeiro y Botafogo. Los montos impagos permanecen con los clubes, pero la empresa también se hace cargo de pagarlos con un límite: 20% de ingresos brutos y 50% de ganancias.
Es decir, suponiendo que no haya ganancias, el club limitará todos los pagos de la deuda a una quinta parte de sus ingresos. Eso implica que el "club-empresa" podrá operar con el 80% de sus ingresos y, también, que las deudas grandes tardarán bastante en pagarse. Por ejemplo, si una institución debe R$ 100 millones, solamente podrá pagar R$ 20 millones en deudas por año.
En el mismo tono, el club-empresa abre la posibilidad de convertir deuda en acciones, lo cual también genera que inversores den dinero a los clubes para proyectos o contratos a cambio de intereses o participación en el negocio. Portales brasileños señalan que equipos como Cruzeiro y América Mineiro ya negocian con inversores.