Jugó con Ruggeri en San Lorenzo y terminó atendiendo un garage
Tuvo un origen por demás humilde, se hizo desde el Ascenso y logró una hazaña en Boedo junto al "Cabezón". Luego de su retiro hizo absolutamente de todo.
El planeta fútbol está lleno de historias de reinvenciones y de volver a empezar. Entre ellas podría situarse Óscar Arévalo, quien es conocido por el ambiente como el "Indio" y que logró la gloria San Lorenzo. De la humildad a la gloria y luego a reinventarse al retirarse en un garage.
Su historia viene de un origen muy humilde, ya que nació en San Martín, y desde muy chico debió irse a vivir en Villa Pineral en la zona de Caseros. A través de un amigo de su familia consiguió una prueba en Deportivo Italiano, y así fue como su carrera comenzó desde el ascenso para subir peldaños.
“Eran lindos tiempos, pero se hacía complicado con el estudio, al punto que en segundo año del secundario tuve que largar porque ya en el club me hicieron contrato y abandoné. Los inicios fueron a los 9 años y estuve allí hasta los 24, toda una vida, donde pasé grandes momentos, no solo dentro de la cancha, sino también afuera con muchas enseñanzas”, recuerda.
La historia del Indio Arévalo
El “Indio”, apodo que le puso Héctor “Bambino” Veira, siendo juvenil fue parte del plantel que logró un histórico ascenso con el "Tano" en 1986 y pudo jugar en el fútbol grande de la Argentina. Además, ya más asentado en Italiano, se destacó en el Torneo Nacional B del año ´93 lo que le valió su pase a San Lorenzo. Había tocado el cielo con las manos.
De la mano del "Bambino", técnico de San Lorenzo por esos días, lograron cortar la racha de 21 años sin consagrarse campeón en la esquina inolvidable Clausura 1995. En aquel equipo el “Indio” compartió saga central con Oscar Ruggeri, campeón del mundo y bicampeón de América.
Luego de eso el zaguero cambió su rumbo, pasó por Platense, donde estuvo un año, luego se fue a Gimnasia y Tiro de Salta, con el que logró el ascenso. Le tocó el turno de ir al exterior para jugar en el Blooming de Bolivia y colgó los botines luego de la experiencia en el altiplano.
Una vez que dejó de lado la actividad profesional comenzó un derrotero por varias profesiones totalmente alejado del mundo de la pelota. “Enseguida me puse a trabajar y eso me ayudó porque mi viejo era zapatero en la zona de San Martín y ahí me metí. Nunca dejé de laburar, porque después fui cambiando de rumbo": detalla. Y razón no le falta.
Entre las múltiples tareas que ejerció en este tiempo, el ex central del “Ciclón" le contó a Infobae que trabajó en “un kiosco, una remisería, donde me daba placer que la gente me reconociera, porque uno es sencillo, normal y disfruta de esas cosas. También colaboré con un amigo llevando expedientes en los tribunales de San Martín y a cargo de un estacionamiento, también en San Martin”.
Paralelamente a sus tareas en el garage, se volvió a conectar con el fútbol “en las inferiores de Sacachispas, porque me encanta ayudar los pibes en la etapa de formación”.
Actualmente se encuentra dirigiendo las divisiones inferiores de Chacarita, donde forma a los chicos con sus vivencias para "que sepan cómo cuidarse en la vida y que la pelota en algún momento se termina. Yo siempre estoy en la lucha”, dice Arévalo.