El estadio donde los austríacos lograron un milagro tiene muchos nombres. Al inicio se llamó el Estadio Polideportivo Ciudad de Córdoba, Chateu Carreras y en 2010 se cambió a Mario Alberto Kempes, en homenaje a quien fuera el goleador, campeón y mejor jugador de ese torneo del 78, quien además es cordobés.

Tal es el furor por este estadio en el país europeo por lo ocurrido en el Kempes que Viena tiene una Plaza Córdoba, o Cordobaplatz, aunque muchos de los que pasan por ahí desconocen el origen del nombre. Pero tiene una historia muy particular.

Por qué los austríacos son fanáticos del estadio Mario Alberto Kempes

El Mundial de Fútbol de 1978, jugado en Argentina, fue el último que se disputó con 16 equipos dividios en cuatro zonas. Los dos primeros de cada zona pasaban a dos grupos de cuatro equipos cuyos ganadores jugaban la final del torneo, mientras que los segundos se conformaban con el partido por el tercer puesto.

Austria había perdido los dos partidos del grupo (frente a Holanda e Italia) y no se jugaba nada contra Alemania, pero la República Federal Alemana (faltaban 11 años para la caída del Muro de Berlín) -con dos empates previos- necesitaba golear a los austríacos y esperar un empate entre holandeses e italianos para tener la oportunidad de defender el título obtenido en 1974.

El Mario Alberto Kempes es un lugar histórico para los austríacos
El Mario Alberto Kempes es un lugar histórico para los austríacos

El partido no pudo haber empezado mejor para los germanos: Karl-Heinz Rummenigge marcó el primer gol en el primer tiempo. Pero en la segunda mitad, un gol en propia puerta del alemán Berti Vogts y un tanto del austríaco Hans Krankl cambiaron el rumbo del encuentro.

Cuando Bernd Hölzenbein logró el empate, Alemania podía soñar al menos con el partido por el tercer puesto. Sin embargo, faltando tres minutos para el final, Krankl marcó el definitivo 3 a 2. En ese momento, el relator austríaco Edi Finger perdió todos los papeles y empezó a gritar "¡Tor! ¡Tor! ¡Tor! ¡I wer' narrisch!" ("Gol, gol, gol, me vuelvo loco").

"Él gritó el gol de una forma que, para los estándares latinoamericanos sería normal, pero para los austríacos fue algo asombroso, a tal punto que el relator se convirtió en una suerte de héroe del partido", recuerda la periodista e historiadora austríaca Cornelia Mayrbäurl.

Fue la primera victoria en un partido oficial para Austria sobre Alemania desde 1931, la década del Wunderteam, el equipo maravilla austríaco que tenía al gran capitán Matthias Sindelar.