River, del “mejor balance de su historia” a números rojos y un pasivo preocupante
Esta tarde la Asamblea de socios aprobó por 87 votos a favor y 37 en contra el ejercicio económico 2017-2018. El balance arroja un déficit de $512 millones, mientras que el pasivo ya asciende a $1.921 millones. Desde el oficialismo explican que la devaluación de casi 100% vivida el año pasado tuvo un fuerte impacto negativo por los altos compromisos en moneda extranjera, principalmente en contratos de jugadores. Desde la oposición cuestionan que el no haberse cubierto ante esa situación marca un grave error de gestión. Los principales números de River y el porqué se pasó de resultados históricos a datos alarmantes.
A fines de 2017, River cerraba un año con mucha bronca tras la eliminación de la Copa Libertadores en semifinales a manos de Lanús. La ventaja deportiva desaprovechada, la polémica en torno al VAR y las teorías conspirativas ensayadas por altos dirigentes agrandaban el sinsabor futbolero. Sin embargo, ese año River sonreía en lo económico y presentaba un balance con un superávit de $310 millones que era calificado por sus dirigentes como “el mejor ejercicio de su historia”. Días más tarde, D’Onofrio iba a ser reelecto por abrumadora mayoría y arrancaba a su segunda presidencia.
Un año después, la fotografía es exactamente la inversa. River llegó al logro más importante de su historia al ganarle la Libertadores a Boca en una final épica y de condimentos casi Rococó. Pero, el balance 2017-2018, que fue aprobado este jueves en asamblea de socios por 87 votos a favor y 37 en contra (se retrasó porque la reunión estaba prevista para el momento en que River disputaba la postergada Superfinal), muestra números rojos.
Doble Amarilla accedió al balance completo del club presentado hoy ante la asamblea de representantes. El primer dato contundente que marca el rojo de los números de River es que el club dejó atrás el superávit operativo y pasó a tener un déficit de $512 millones, lo que significa un deterioro en las cuentas de River del 268%.
Ya en la introducción a los estados contables el club justifica, en parte, el mal ejercicio en “que se da en uno de los contextos del país más desfavorables de los últimos años”. Y enumera como causantes del mal balance a la devaluación de 100% de la moneda argentina, a una inflación cercana al 50% y a que las tasas de financiación llegaron a 80%. Ademas, asegura que “hubo cambios importantes en la estacionalidad del mercado de pases” que suelen generarle a River ingresos por u$s 33 millones y que en ese ejercicio fue de sólo u$s 12 millones.
Según consta en el documento, los activos de River pasaron de $2.024 millones en agosto de 2017 a $2.563 millones en igual mes de 2018. Sin embargo, el pasivo del club trepó de manera alarmante de $1.158 millones a $1.921 millones. Producto de esto, el patrimonio neto del club cayó de $866 millones a $642 millones, es decir una merma de 25%. Aunque si el resultado de ese patrimonio neto se ajustara por la inflación que hubo en ese período (30%, entre agosto de 2017 y agosto 2018) el empobrecimiento patrimonial de River alcanzaría 43%.
Gran parte del rojo tiene que ver con la compra de jugadores. River salió agresivamente al mercado de pases de verano de 2018 haciendo fuertes contratos. En ese momento tenía dos caminos: optar por contratos en pesos con ajustes por IPC (inflación) o anclarlos al valor dólar, algo que seducía aún más a los jugadores que llegaban desde el extranjero. Una mala lectura de lo que se venía en la Argentina (una brutal devaluación para el mes de junio) hizo que el 75% de los vínculos hoy tiene el club sean en moneda extranjera o en pesos, pero anclados a los vaivenes del dólar. Pero quizás el pecado más grande fue no haber puesto un tope en la mayoría de esos contratos. Es decir, fijar que iban a ser pagados en dólares o su equivalente en pesos mientras la cotización se mantenga en una banda. Otros clubes, por ejemplo Boca, sí tomaron esa precaución con los contratos más importantes justamente ante el temor de una brusca depreciación del peso, lo que finalmente ocurrió. Al analizar los balances de ambos clubes, esa medida marca la diferencia en el patrimonio neto de un club y del otro. Pero principalmente se nota en la pesada deuda a corto plazo que tiene que enfrentar River a diferencia de la de su eterno rival. Mientras River tiene hasta agosto vencimientos por $913 millones, en Boca la deuda asciende a $307 millones.
Internamente, esa decisión se le adjudican al vicepresidente primero, Jorge Brito. Es más, algunos de sus pares de otros clubes recuerdan que en algunas reuniones se jactó de que River hacía contratos en dólares porque eran más convenientes ya que la divisa lucía planchada y la inflación estaba descontrolada. Pese al señalamiento, en la mesa chica del club admiten que esa decisión fue compartida luego por sus pares, o al menos, no fue retrucada. Otra mala lectura que le adjudican fue la del fideicomiso que el club intentó armar cuando la situación financiera se ponía más compleja. River preparó ese instrumento y hasta la CNV llegó a aprobar su emisión vía Banco de Valores. Pero ahí nuevamente la coyuntura argentina, con tasas de interés por las nubes, obligaron al club a abortar la salida de ese recurso financiero que le hubiera sido muy útil.
Claro que la misma devaluación que lo perjudicó, también lo beneficia. Hoy River tiene un plantel mucho mejor cotizado, pese a que esos datos no son reflejados por balance ya que el valor de los jugadores contemplan los ejercicios contables son el valor de adquisición menos la amortización acumulada. Es decir, el revalúo del plantel se verá recién cuando se efectúen las ventas. Ante esta situación, cualquier venta importante equilibra rápidamente las cuentas. Ergo, River deberá vender si o sí este semestre a, al menos, una de sus joyas en valores cercanos a los u$s 15 millones para poder volver a tener superavit en la presentación del próximo balance. El salir del déficit es clave también para la necesidad imperiosa que tiene el club de empezar a revertir un pasivo que hoy luce ciertamente alarmante.
Preocupación
Desde la oposición marcaron su preocupación ante los números y ya habían anticipado el voto en contra. “Tengo entendido que el bloque nuestro le va a votar en contra. Con un resultado malo, como el que se produjo, hay un déficit de algún tipo en la gestión, por eso la idea es rechazarlo”, remarcó Juan Napoli, vocal por el casellismo.
En tanto, Sergio Oñate, ex candidato a vicepresidente del espacio de Carlos Trillo, dijo que cada representante del espacio iba a votar a su criterio. Respecto al balance mostró preocupado por la deuda en dólares, pero suavizó los riesgos de las acreencias cercanas. “No me preocupa la deuda a corto plazo. El cierre de balance es el 31 de agosto y los grandes ingresos del año pasado fueron a partir de agosto, tanto por recaudaciones, como por premios como por la venta del Pity Martínez”, señaló. Sin embargo insistió en que lo preocupante es que no se haya tomado un seguro de cambio. “Puede haber una corrida cambiaria porque es un año eleccionario y no está claro quién va a ganar. Nosotros seguimos insistiendo en que el club tome un seguro cambiario y eliminás esa contingencia, con los mayores ingresos de septiembre al día de hoy más las vetas vamos a cambiar esta tendencia”, remarcó.
River logró en 2018 quizás su hito más importante de su historia por lo épica que fu la final de la Copa Libertadores. Sin embargo, esa "decisión política" (así le dicen en el oficialismo) de hacer lo que sea por buenos refuerzos hoy tiene en esos números rojos las consecuencias. Ese embudo financiero en la caja del hizo también que el club tenga que tomar la siempre antipática decisión de diferir el pago de premios.
Otro punto central tienen que ver con los gastos de mantenimiento del Monumental. Según se ve en el balance, las erogaciones en este rubro estuvieron estancadas, mientras los socios denuncian que el estado de su "casa" está cada vez peor. Si bien esta gestión resucitó a River del abismo passareliano, la inversión en infraestructura es la gran deuda la era D'Onofrio. Además, ante este panorama, suena difícil pensar en una remodelación integral del Monumental y luce más viable la venta de los terreno y construcción en un nuevo predio. Por más romántica que suene la alternativa de estadio nuevo en Figueroa Alcorta y Udaondo, es poco realista. Esa grieta entre mudanza o remodelación suena a falso dilema.
Entre el oficialismo prefieren no hablar de alarmas, ni de situación compleja, aunque los más realistas admiten que los números son muy malos. ¿Será por eso que algunos se animan a pensar este 2019 como un año de transición para el club?