La historia del fútbol se nutre de cientos de historias de jugadores que pintaban para cracks, que se fueron pinchando y que quedaron en nada. También hay ejemplos inversos: jugadores que no se lucían cuando eran chicos y que en determinado momento hicieron el click, pegaron el salto y fueron estupendos futbolistas profesionales.

A juzgar por lo que está sucediendo en Estudiantes, Gonzalo Ireba pertenece al primer grupo. Goleador en los últimos tres años en fútbol infantil; máximo artillero en Novena División y premiado por la AFA; destacado delantero (siempre de la mano de su capacidad goleadora) en todas las divisiones hasta este momento, en el que está estancado en Cuarta División mientras muchos de sus compañeros de categoría (Ascacibar, Cascini y Rodríguez) ya forman parte del Plantel Profesional.

En la entidad pincha muchos no entienden como pudo darse esta situación en la que el pibe que más pintaba para lucirse en Primera y que el club pueda venderlo por muchos millones de dólares está con un pie y medio fuera del Country.

Gente conocedora de cada recoveco de Estudiantes dice que la dirigencia nunca le perdonó haberse ido a probar sin permiso a Europa, donde estuvo en Real Sociedad (antes se había probado en el Manchester City, en situaciones similares, sin autorización del club). Tras largas gestiones Estudiantes logró lo que parecía imposible: retener al jugador. A partir de ahí, señalan, nada fue igual. Contrariamente a lo que se suponía (aprovechar la situación, capitalizar al jugador, darle rodaje y que no se vuelva a ir), de a poco los mejores jugadores de la camada 1997 fueron debutando en Primera e Ireba veía todo eso de afuera. Algunos casos de indisciplina y una fuerte discusión con Hermes Desio que, dicen, derivo en una fuerte charla de Juan Sebastián Verón y el jugador, habrían sellado su historia con el Pincha. Un jugador del que todos destacan sus aptitudes y que le podría haber significado millones de dólares a Estudiantes, se iría en junio próximo un año antes de que la AFA obligue al club a firmarle contrato, o bien dejarlo libre.