Gran Premio de San Marino de 1994: Crónica de un fin de semana trágico
Ayrton Senna da Silva, tricampeón de la Fórmula 1, y considerado uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, murió en Italia el 1º de mayo de 1994. El brasileño se convirtió en leyenda en un fin de semana plagado de accidentes que dieron forma a la página más oscura de la era moderna del deporte motor.
El 1° de mayo de 1994 fue el día más negro de la época moderna del automovilismo mundial. En el fin de semana pleno de actividad en el circuito de Imola, hubo dos muertes que enlutaron a la Fórmula Uno y una serie de accidentes que dieron aviso del terrible desenlace. Y que tuvo su epílogo cuando tras perder el control de su Williams, el brasileño Ayrton Senna impactó contra el muro Tamburello en un accidente que le costaría la vida.
Una relación que se construyó a partir de la reciprocidad en el sentimiento entre ambos. Y que vio su pico público cuando en un podio de 1993 en Brasil, con un Ayrton vencedor, tuvo el último día en que se vieron los dos entrañables amigos que entre ambos sumaban 8 campeonatos mundiales de la especialidad.
Las señales de un fin de semana negro comenzaron en la jornada del viernes. En la primera práctica libre del GP de San Marino, contó con el primer gran accidente del evento. Rubens Barrichello se despistó en la Variante Bassa a 225 km/h con el Jordan-Hart y se estrelló violentamente.
"Morí durante seis minutos", dijo el brasileño en una entrevista tiempo atrás. "Me apagué totalmente en el acto. Fue un impacto de 90G, 90 veces 72kg. En el golpe me tragué la lengua. Me quedé un mes, más o menos, con memoria corta".
Al día siguiente, Roland Ratzenberger estaba realizando su vuelta de calificación a bordo de su Símtek S94-Ford cuando en la curva 'Villenueve' perdió adherencia y se estrelló contra el muro a más de 300 Km/h. El austríaco falleció casi en el acto en un fin de semana trágico en Imola. Ratzenberger no llevaba más que dos Grandes Premios disputados: Interlagos, donde no pudo clasificarse para la carrera y el Gran Premio del Pacífico, disputado en el trazado japonés de Okayama. En éste, Roland consiguió la undécima posición.
En teoría Ratzenger se tocó con su compañero de equipo, David Brabham, lo que hizo que su monoplaza sufriera desperfectos en su alerón delantero. En la siguiente vuelta, el alerón se desprendió y provocó la pérdida de adherencia del vehículo a más de 300 Km/h. El descontrol del coche por parte de Ratzenberg hizo que se estrellara contra el muro, donde quedó su cuerpo inerte casi en el acto. La causa de su muerte fue una fractura de la base del cráneo. En el Hospital de Bologna únicamente pudieron certificar su muerte. La competencia se iba a correr de todas formas y un muy compungido Senna había logrado una pole más, la última de su carrera.
El brasileño había logrado la pole y picado en punta. En la sexta vuelta su auto siguió de largo en Tamburello. Rebotó contra un paredón, dio un par de vueltas sobre su eje y quedó detenido. Y también los corazones de los fanáticos del automovilismo se paralizaron.
Es que el terrible impacto, a más de 200 kilómetros por hora, dejó sin chances al tricampeón del mundo de salir con vida y, aunque muchos dijeron que Senna murió camino al hospital, dejó su vida en la "maldita" Tamburello.
Rápidamente se comprobó que un brazo de suspensión de su Williams F16 atravesó el casco de Senna, y eso fue letal para el brasileño, que fue llevado en helicóptero al hospital de Maggiore de Bolonia, pero el silencio de la multitud en Imola decía mucho más que mil palabras.
Considerado como el diseñador más eficaz de la F1 y aún activo en Red Bull, el británico ya había señalado hace unos años que seguía "embrujado" por la muerte del triple campeón del mundo. En su autobiografía, titulada 'How to build a car' y publicada hace unos días, vuelve a esa página negra de su carrera con palabras que hasta ahora había guardado para él.
Para Adrian Newey, el sentimiento de culpabilidad va más allá de esta suposición, una teoría que nunca se creyó. "Fui uno de los altos ejecutivos de un equipo que diseñó un coche en el que un gran hombre murió”, escribe en su autobiografía. "No importa si esa columna de dirección causó el accidente o no, es imposible olvidar el hecho de que era una pieza de diseño mala, que nunca debería haberse permitido en el coche”.
Adrian Newey considera de una manera más general su responsabilidad en el accidente del 1 de mayo. El ingeniero, por entonces con 36 años, cree que no estuvo a la altura al diseñar un coche que tenía tantos puntos débiles que no podía ser competitivo. Y que, según él, llevó a Ayrton Senna a asumir demasiados riesgos al volante.
"De lo que me siento más culpable no es de que un posible fallo de la columna de dirección fuera la causa del accidente, porque ese no es el caso, sino porque fallé en la aerodinámica del coche".