La historia detrás de Marco Trungelliti, el argentino que denunció a la mafia que arregla partidos
El tenista se animó a denunciar a un grupo que lo contactó para ofrecerle un acuerdo con dinero. Este negocio salpicó a muchos deportistas, entrenadores y dirigentes, entre ellos, varios argentinos que fueron condenados. Debido a esto, lo tratan de "topo", pero él asegura en una entrevista con el diario La Nación que nunca aceptó sobornos y que no "vendió" a nadie.
(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Marco Trungelliti fue protagonista, en los últimos años, de una grave denuncia que le realizó a la mafia de los arreglos de partidos. La Nación realizó un informe con la historia desde su génesis y, con comentarios del tenista, reconstruyó la dura historia que vive desde aquel momento.
Todo comenzó en 2015, cuando a través de una persona de confianza, una persona lo contactó a través de Facebook y lo convocó a una reunión con la promesa de conseguirle un patrocinador que solvente su carrera. Él aceptó y se reunió con dos personas en un bar de Belgrano. El del mensaje realizó una extensa presentación en lo que principalmente sostuvo que lo hablado, quedaba ahí.
La otra persona, su socio, fue quien amplió la información y reveló que tenían un sistema de apuestas y que eran quienes hablaban con jugadores para arreglar partidos. Además, le especificaron las cifras que podía ganar por dejarse perder: entre U$S 2000 y 3000 por partido de Future, entre 5000 y 10.000 en Challengers y entre 50.000 y 100.000 por encuentro de ATP.
Detalladamente le explicaron el procedimiento al tenista. Explicaron que antes del encuentro que debía perder, recibiría un llamado desde un número privado. El jugador involucrado debía designar a una persona de confianza, a la que debían llevarle el maletín o sobre con el dinero en efectivo.
Con esa información en el bolsillo, Trungelliti viajó a Suiza a jugar un torneo y le contó a su amigo Espasandin lo sucedido. Ambos armaron un mail dirigido a la TIU (Tennis Integrity Union: Anti Corruption Tennis Body), que opera con un procedimiento específico en caso de recibir este tipo de propuestas.
En la captura del mail, se puede leer que escribe porque "un hombre me contactó por 'un tipo de sponsoreo'". Además, agrega: "Después de hablar con él, entendí y claramente lo dijo que está en un tipo de negocio de apuestas. Me pidió que me mantenga callado pero no puedo, porque odio esto. No estoy seguro qué hacer". Finalmente pidió ayuda y aseguró que tenía algunos datos de esta persona.
Sebastián Torok, periodista de La Nación contó que Tungelliti recibió más mensajes en tres oportunidades distintas, pero que no contestó. Debido a esto, le escribió a Dee Bain, una investigadora de la TIU y explicó que tenía miedo por su seguridad. En la respuesta le pidieron capturas de pantalla y no contestarle.
El tenista le reveló a La Nación cómo comenzó a explotar la bomba. "En uno de esos mensajes, el arreglador de partidos me escribió desde su teléfono personal. Cuando envié la captura y se la envié a la TIU, cruzaron los números en la base de datos y vio que Federico Coria, Nicolás Kicker, Patricio Heras y unos cuantos más tuvieron contacto con el número de esta persona", explicó.
Luego llegaron las entrevistas grabadas entre 2016 y 2017. Además, le pidieron que preste declaración en los juicios a Coria, Kicker y Heras, en los que participó mediante Skype.
Desde ese momento, el tenista, según afirma, comenzó a vivir un calvario aún mayor. Argumenta que nunca aceptó sobornos, no "vendió" a nadie y que si otros cayeron fue porque la TIU los vinculó con el número de teléfono que lo contactó. Ahora, él vive en Andorra junto a su esposa y no quieren volver al país. Debió volver para jugar las clasificaciones del ATP de Córdoba y el de Buenos Aires pero nada cambió, lo acusan por inocente.