(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) A Lionel Messi le cobran una falta que él considera inexistente y, en el medio de un Camp Nou vacío y caluroso resuelve patear la pelota lo más fuerte que puede contra los carteles. Al árbitro no le queda otra que amonestarlo. Lio podrá cambiar de cortes de pelo, pero no puede cambiar su humor. Este Barcelona no le gusta. No lo ayuda. Lo aisla. Lo sufre. Más allá de la chance concreta de ganar LaLiga y que aún quede todo por jugarse en la Champions League. 120 segundos después, hay penal para el Aleti y ya el empate será inamovible. Y el fastidio seguirá creciendo. 

No es un secreto a voces, más bien es un grito que retumba en toda España. Quique Setién no logra llegarle a este plantel. No es un DT que tenga ascendencia en un equipo que es Messi + Suárez+ 9 voluntades, que muy lejos está de parecerse al Barça de antaño. Hoy, el juego del Fútbol Club Barcelona hace juego con el estadio, vacío y repleto de ecos de lo que fue.

A la polémica que se dio cuando se hizo público el video del "mosqueo" de Messi con el segundo entrenador en Balaídos en el también 2-2 ante el Celta, se le sumó ahora una nueva polémica que, en principio, nada tiene que ver con el crack rosario. Antoine Griezmann, el fichaje que el Barça le "robó" precisamente al Aleti no tiene lugar. Es el minuto '90, adicionan 4' y el francés, campeón del Mundo en 2018, hace su ingreso al estadio. Claro, en esos pocos minutos nada puede hacer. Diego Simeone, su ex DT, mira todo al costado, se muerde los labios, no puede creer lo que ve.

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Llega la conferencia de prensa y la prensa dispara. Casi al mismo tiempo, en realidad un poco antes, el hermano de Griezmann hace lo propio utilizando los 280 caracteres de Twitter como balas. Usá menos. No necesita más: “Me dan ganas de llorar, en serio”, decía el primero y al que acompañaba otro con un simple “2 minutos…”, en alusión al tiempo que iba a jugar su hermano.

En la conferencia virtual, Setién debe responder sobre lo que ha decidido, con un empate ante el Aleti, el mismo equipo que eyectó a Ernesto Valverde del banco de suplentes del Camp Nou. "No voy a pedirle perdón", tira Setién poco preocupado por bajar el tono. Es una declaración que se une a la de días atrás, en la que sostuvo: "Yo también era un jugador difícil", en alusión a Messi y su enojo. Parece que el DT también ya está cansado y sabe que tiene ya sellado su pasaporte rumbo a cualquier otro sitio que no sea Can Barça cuando la temporada concluya.

Mientras, Messi sigue esperando. ¿Espera por Lautaro Martínez? y espera que Barcelona haga un nuevo intento por Neymar y parece que el club hará un nuevo intento por el brasileño. Espera que quién suceda a Setién sí sea alguien con quién pueda tener "feeling". De todas maneras, La Pulga no afloja: sigue haciendo goles, asistiendo a sus compañeros e intentando lo mejor para el club. El tema es que se encuentra sin intérpretes. Son él y Suárez arriando a un equipo que no se sabe bien a lo que juega, en el que la cuestión no parece ser quiénes si no qué. Para ejemplo, basta De Jong. El medio centro que amenazó con marcar época en el Ajax, no encuentra aún su lugar en el Camp Nou y, para colmo, el club cerró a Miralem Pjanic. ¿Cuál es el criterio?

Una vez más, el fusible que va a saltar será el DT. Se irá Setién, como se fue Valverde. Y claro, ya asoma Xavi, que es a quién Messi querría. En este mar de confusiones suena Pep Guardiola y desde Manchester llega el mensaje que ni hagan el intento porque la respuesta sería negativa. Pero el problema parece ser más profundo y Barcelona, de a poco, comienza a cometer el mismo pecado que cometió la Selección Argentina durante mucho tiempo: creer que todo depende de Messi y, de esa manera, desaprovecharlo sistemáticamente. 

Esto es fútbol y todo puede pasar. Real Madrid puede caer ante el Getafe como local y el Barça podrá ganar LaLiga. Incluso, si supera al Napoli, el elenco Culé ya estará en 4tos de Champions y en un torneo que se definirá como un Mundial, quizás el genio de Messi pueda obrar el milagro. Aunque sería eso, un milagro. Hoy no hay sustento ni futbolístico ni de ningún otro tipo para creer que este año terminará con el Barcelona ganando alguno de los dos títulos que aún pelea. Quique setién-e que ir, pero el Barcelona debe replantearse, a fondo, su proyecto.Y eso incluye a Messi, pero no puede ser sólo Messi. Cualquier parecido con la Selección Argentina no es pura coincidencia.