Jugó en Brasil, fue campeón del Mundial de Clubes y vendió la medalla para comprar cocaína
Alcanzó la gloria con 21 años, pero por su adicción a las drogas perdió recuerdos muy valiosos de la consagración.
El Mundial de Clubes que se jugará en 2025 trae el recuerdo de una terrible historia que involucra a un campeón del mundo. Se trata de Flávio Donizete, quien se consagró con San Pablo en 2005 y vendió su medalla para comprar cocaína.
Aquella vez, los brasileños vencieron 1-0 al Liverpool en el estadio Yokohama de Japón y llegaron a la cima del mundo. Donizete, de apenas 21 años y con un futuro prometedor, fue parte del plantel que alcanzó la gloria.
Lamentablemente, la adicción de Flávio a las drogas echó todo a perder. Él mismo recordó entre lágrimas su historia de superación, donde tras mucho esfuerzo logró dejar atrás esta dolorosa problemática.
"No estaba convocado para jugar el Mundial de Clubes porque me iban a ceder, pero en el último entrenamiento se lesionó un compañero y me inscribieron sobre la hora. Después fui a préstamo a varios clubes y en 2009 se me terminó el contrato con San Pablo. Tenía dinero, un coche, le había arreglado la casa a mi madre y en 2010, por primera vez, probé la coca", detalló en una entrevista con Globoesporte, en 2020.
La adicción de Flávio Donizete con las drogas
El brasileño confesó que al principio consumía con moderación, hasta que la cocaína le hizo perder la cabeza. “El dinero ahorrado lo gastaba en drogas. Mañana, tarde y noche consumía cocaína. No estaba sin drogas por nada del mundo. Mi hermano tenía una gran alcancía y guardaba sólo billetes de 100 reales para cambiar el auto. Cuando todos se iban a dormir, sacaba un billete y por la mañana me despertaba para comprar droga”, relató.
Su adicción lo llevó a desprenderse de elementos muy valiosos de su consagración en el Mundial de Clubes. “Vendí una camiseta mía del San Pablo y la medalla de campeón del mundo por 7.000 reales. Cuando recibí el dinero, lo usé casi todo en cocaína. Estuve 13 años enganchado a la cocaína. Es una enfermedad lenta, progresiva, incurable y fatal. Casi me mata. Por suerte, me pude recuperar”, confesó Donizete.