La Superliga Europea busca adeptos con un renovador proyecto: 60 equipos y 14 partidos por temporada
La empresa que se encarga de "coordinar" la nueva competencia europea, dio a conocer nuevos puntos para desarrollar el torneo. La idea principal es ampliar la cantidad de equipos y sumar apoyo al controvertido proyecto que hoy tiene al Barcelona, Real Madrid y Juventus como principales impulsores. Detalles.
Nuevo contraataque contra la UEFA y la Champions League: pese a que en un primer momento no tuvo éxito, la Superliga europea se renueva y presenta un modelo de competencia con diez pilares fundamentales para el desarrollo.
Las novedades fueron introducidas por la empresa A22 Sports Management, promotora de la Superliga, con diez principios sobre los que se basará el proyecto, según informó El País. Entre los puntos más destacados se encuentran la participación de 60 equipos y la disputa de 14 partidos por temporada, con el objetivo de sumar más clubes al proyecto, que se despeguen de UEFA y sean parte del crecimiento del fútbol que intentan pregonar.
Cabe recordar que los equipos fundadores no abandonaron a la Superliga y se mantienen dentro para disputarle a la UEFA un nuevo escalón de poder. Los clubes fundadores, además de Barcelona, Real Madrid y Juventus, son Atlético, Manchester City y United, Arsenal, Chelsea, Tottenham, Liverpool, Inter y Milan.
El CEO de la empresa A22, Bernd Reichart, fue crítico con la actualidad del fútbol europeo y aseguró que está "al borde del abismo" debido a que por grandes desequilibrios "clubes europeo, tradicionales, con un glorioso pasado, hoy son incapaces de competir".
"El pasado mes de octubre iniciamos un proceso abierto de diálogo sobre el futuro del fútbol europeo. Desde entoncees hemos hablado con casi 50 clubes y otros actores del sector y la conclusión compartida por casi todos ellos esque la base sobre la que se cimenta el fútbol europeo está seriamente amenazada. Ha llegado el momento de hacer cambios", agregó Reichart.
Los puntos del proyecto:
1. Competiciones abiertas y basadas en el mérito deportivo. La liga europea de fútbol debería ser una competición abierta, con varias divisiones, compuesta por entre 60 y 80 equipos, y que permita una distribución sostenible de ingresos a lo largo de la pirámide del fútbol. La participación cada temporada debería basarse en el mérito deportivo, sin que existan miembros permanentes. El sistema de clasificación debería ser abierto, basado en el desempeño en competiciones nacionales, permitiendo de este modo a todos los clubes su acceso a la competición mientras se mantiene la dinámica competitiva a nivel nacional.
2. Competiciones nacionales: los cimientos del fútbol. Los clubes participantes deberían seguir comprometidos con sus competiciones y torneos nacionales, tal y como hacen en la actualidad. Al mismo tiempo, debe abordarse la necesidad crítica de reforzar y hacer más competitivos los torneos nacionales en todo el continente. Las competiciones europeas deberían desempeñar un papel fundamental en la consecución de este objetivo, generando e inyectando recursos adicionales a todo el sistema.
3. Mejorar la competitividad con recursos estables y sostenibles. Mejorar la competitividad de los clubes europeos requiere un mayor reparto de recursos financieros para toda la pirámide y normas de sostenibilidad financiera que se apliquen de forma rigurosa. Los clubes necesitan mayor estabilidad y visibilidad de sus ingresos anuales para poder asumir compromisos a largo plazo, tanto con sus jugadores como con el desarrollo de infraestructuras. Un mejor y más atractivo formato de competición europea generaría recursos adicionales, y no cabe duda de que la estabilidad financiera de los clubes se incrementaría notablemente si se les garantiza un mínimo de 14 partidos europeos por temporada.
4. La salud de los jugadores debe estar en el centro de nuestro deporte. La salud de los jugadores debería ser un factor esencial para determinar el número de partidos que deben jugarse cada año. El número de jornadas de competición europea no debería aumentar con respecto al planificado en los calendarios actuales. Las asociaciones de jugadores deberían tener mayor involucración velando por la salud de los jugadores, y el dialogo social debería ser promovido en la UE. Es crítico que clubes europeos y sus jugadores no puedan verse obligados por terceros a participar en nuevas competiciones o en calendarios expandidos de los torneos actuales.
5. Competiciones gobernadas por los clubes con normas de sostenibilidad financiera transparentes y aplicadas de forma rigurosa. Las competiciones europeas de clubes deberían estar gobernadas por los clubes, tal como ocurre en el ámbito nacional, y no por terceros que se benefician del sistema sin asumir ningún riesgo. Su estructura de gobernanza debe cumplir plenamente con la normativa de la UE. El fútbol europeo debe ser sostenible y, para ello, el gasto de los clubes debería apoyarse únicamente en los recursos que los clubes son capaces de generar, y no en inyecciones de capital de terceros que distorsionan la competición. Las normas de sostenibilidad financiera deben limitar el gasto de los clubes en salarios y traspasos de jugadores a un porcentaje fijo de sus ingresos anuales, con normativa específica ajustada a los clubes más pequeños y al periodo transitorio.
6. La mejor competición de fútbol del mundo. El objetivo debe ser desarrollar una competición europea de fútbol que se convierta en el acontecimiento deportivo más emocionante del mundo. Los aficionados europeos se merecen los mejores partidos y la mejor experiencia. También es fundamental que las generaciones más jóvenes, que se ven atraídas por deportes estadounidenses en expansión a nivel global y medios de entretenimiento digital, sigan abrazando al fútbol como el deporte más amado del mundo. Y todo ello sólo puede lograrse con competiciones que permitan a los mejores jugadores del mundo competir durante toda la temporada con partidos emocionantes, de principio a fin.
7. Mejorar la experiencia de los aficionados. El fútbol es el deporte popular por excelencia, y el diálogo con aficionados y grupos independientes de fans es esencial para intercambiar ideas que puedan mejorar la experiencia de los aficionados. Deberían tomarse medidas adicionales para facilitar la asistencia de los aficionados a partidos fuera de casa. También deberían establecerse normas con el objetivo de regular la calidad de los estadios y demás infraestructuras del fútbol, mejorando así la experiencia del fútbol en directo.
8. Desarrollar y financiar el fútbol femenino. Es imprescindible promover y desarrollar el fútbol femenino, elevar su perfil y ponerlo bajo el foco junto con las competiciones masculinas. Para lograr este objetivo debería ampliarse significativamente la financiación proveniente de competiciones europeas femeninas de clubes. Las inversiones en el fútbol femenino deberían destinarse tanto al nivel profesional como al desarrollo del fútbol base.
9. Aumentar significativamente la solidaridad. La solidaridad hacia el fútbol base es un pilar esencial del fútbol europeo y debería incrementarse significativamente con respecto a sus niveles actuales. Tal y como se anunció, la contribución de un mínimo de 400 millones de euros anuales destinados a solidaridad, clubes que no participen en la competición y causas sociales -esto es, más del doble de la contribución de las actuales Competiciones Europeas de Clubes- debería ayudar a alcanzar este objetivo. Debería garantizarse igualmente la transparencia en la gestión mediante la supervisión de autoridades independientes que informen de forma pública y periódica sobre el destino de los fondos y su impacto.
10. Respeto de los valores y normativa de la Unión Europea. Los actores del fútbol europeo deberían regirse por los valores, normas y libertades fundamentales de la Unión Europea. Por ello, ningún club europeo debería verse obligado a someterse a sistemas de resolución de conflictos ajenos a la Unión Europea y su Estado de Derecho. La jurisdicción del arbitraje deportivo debería limitarse estrictamente a cuestiones de naturaleza deportiva, y cualquier cuestión de otra naturaleza jurídica debería dirimirse en el foro adecuado para ello. Y en todos los casos, bajo la supervisión última del sistema judicial de la Unión Europea.