Vestida por completo de celeste y blanco, así vive Napoli la larga vigilia por el Scudetto
La Ciudad vive horas comparables con las de la previa de los dos títulos de Liga conseguidos por Maradona. La invasión celeste y blanca está presenta en todas las calles y los napolitanos, pese a las cábalas, casi no contienen el grito de “campeón de Italia”. Diego, omnipresente y parte de esta actualidad que tiene al conjunto de Spaletti en las puertas de su tercer scudetto.
El caos bello de Napoli, por estos días, es más caótico y más bello aún. Según los mismos “tifosi”, se respira la esencia de aquellos días maradonianos de 1987 cuando Diego les daba su primer título y de 1990 cuando la historia se repetía. Claro, en ese momento era la primera vez, pero los 33 años de sequía en la Liga hace que los napolitanos repitan imágenes que desde hace tres décadas quedaron marcadas a fuego para esta ciudad.
“Diego lo manda del cielo”, “Diego jugó, no lo vemos pero juega cada partido”, son algunas de las frases que en cada bar, en cada charla futbolera (de lo único que se habla en toda la ciudad) remarcan los napolitanos para explicar que Maradona fue, es y será junto a San Genaro el patrono de Napoli. Nada mejor para graficarlo que la bandera que hoy es la más vendida y que muestra al nigeriano Victor Osimhen, al georgiano Kvicha Kvaratskhelia y al capitán, Giovanni Di Lorenzo, mirando al cielo cómo Maradona les alcanza el tercer scudetto.
En la mañana del sábado, para bajar las ansias, miles de napolitanos peregrinaron al mural de Maradona. Hoy este lugar se convirtió no solo en un lugar para los hinchas, sino que es un verdadero punto que atrae a diario a una gran cantidad de turistas.
La superstición napolitana choca con el desborde y la ansiedad por el “terzo”. No sólo la ciudad está completamente vestida de celeste y blanco, sino que en cada cuadra hay decenas de banderas colgadas que hacen ya referencia a que “I Campioni dell'Italia siamo noi”, canción típica con la que cada hincha italiano festeja el título de su equipo.
Las demostraciones son variadas. Muchos optan por poner en la puerta de su casa o de su negocio el escudo con la bandera italiana y el número 3, también se pueden ver pintadas y gigantografías de los emblemas del equipo: los goleadores Osimhen y Kvaratskhelia, aquí rebautizado como “Kvaradona”. Pero el reconocimiento es para todos y es por eso que en muchas esquinas pueden verse colgadas unas guirnaldas con las caras de todos los futbolistas del plantel. Una especia de tributo a todo el equipo. Es que para el napolitano los otros dos scudettos fueron producto de Maradona, ahora la figura es el equipo. Claro, todas estas muestras de confianza reflorecieron luego del triunfo en la última fecha ante la juventus.
“Ya está, es imposible que se nos escape. Son muchos puntos de ventaja”, dice a Doble Amarilla un tifosi que trabaja en el famoso Mercado de Napoli. Sin embargo aclara, “por las dudas siempre tengo el cornicello cerca”. El “cornicello” o “cuerno de la fortuna” es un clásico napolitano. Pero para que funcione tiene algunas particularidades: debe ser rígido, estar vacío, con forma sinusoidal y en punta. Además, tiene que estar hecho a mano, es decir, ser artesanal, y tiene que ser un regalo. Cerca de cada bandera de campeón, hoy hay un cornicello.
Es más, ocurre algo inédito en el fútbol, también en esas imágenes aparecen homenajeados el presidente Aurelio De Lurentis y el director deportivo (figura muchas veces odiada en el fútbol) Cristiano Giuntoli. De Laurentis comparte una rara particularidad con Corrado Ferlaino, el mandamás del Napoli que trajo a Diego a estas tierras. Ferlaino obtuvo el primer título de Liga cuando llevaba 18 años como presidente del club. Lo mismo puede pasarle a De Laurentis, quien además tiene el trofeo de haber sido el verdadero refundador del Napoli tras la quiebra en aquel triste verano de 2004. El caso de Giuntoli es aún más relevante. Exdefensor rústico devenido en dirigente, llegó a Napoli en 2015 y revolucionó al club con un estilo propio: comprar jugadores casi desconocidos y transformarlos en piezas clave para el equipo y en futuras ventas millonarias. Esta pretemporada tuvo que reconstruir a un plantel que dejó ir a sus dos máximos referentes e ídolos: el napolitano y capitán, Lorenzo Insigne, y al máximo goleador del club, quien rompió el récord de Maradona, el belga Dries Mertens. Giuntoli armó un equipo cosmopolita con un eslovaco, un guiorgiano, un coreano, un nigeriano, un mexicano. Ninguno figura rutilante en sus equipos anteriores. Hoy todos valen mucho más de lo que se los pagó. Hoy Giuntoli se volvió él mismo en un hombre codiciado por el mercado. Es más Juventus, el archirrival del Napoli, lo quiere para reconstruir a la Vecchia Signora. Seguramente si eso sucede, las banderas en su honor no están flameando sino que estarán en el piso.
Justamente no falta el recuerdo sobre la Juventus. Otro de los objetos más vendidos son las bolsas de residuo y papel higiénico con el escudo del equipo turinés. También en las pintadas sigue apareciendo Gonzalo Higuaín, quien vivió en carne propia la paga del pueblo napolitano a quien deja Napoli para ir a la Juventus. El mote de “traidor” es lo más suave que puede verse.
Ante este panorama, todas las miradas están puestas ante el posible festejo que podría ser este mismo domingo o el próximo jueves cuando Napoli se enfrente al Udinese o el próximo domingo cuando reciba en el San Paolo a la Fiorentina. Las autoridades esperan que más de un millón de personas festejen en las calles de Napoli. La mayoría irá al corazón de la ciudad, la plaza plebiscito. Es por eso que el festejo aún es un secreto. Se especula con un bus descapotable que recorra los puntos neurálgicos.
Ante este panorama, se decidió que este domingo desde las 13 nadie pueda ingresar a las ciudad ni con auto ni con moto, todo deberá ser a pie o en subte. Para este fin de semana Napoli tiene una ocupación de 100%. No hay ni hoteles, ni departamentos ni B&B disponibles. Muchos napolitanos de las periferias decidieron alojarse en el centro de la ciudad para poder festejar tranquilos colapsando la ocupación.
Las autoridades temen un desborde, pero también una verdadera fiesta, y se atreven a decir que los festejos pueden ser aún mayores que los de los títulos anteriores. Los periodistas napolitanos tienen una manera de definirlo: “Va a ser una locura como la que vivió la Argentina tras la Copa en Qatar”. Ante esta descripción, el plan no puede ser mejor.