Severino, entre goles, la vida ferroviaria y el mundo Atlas-River: "Mis vacaciones eran pretemporadas y mi franco los días de partido"
Pasaron más de tres años de su despedida del fútbol y aquel recuerdo donde abrazó a Ponzio por Copa Argentina. Hoy logró mezclar su oficio de ferroviario con las enseñanzas del fútbol, y se lo transmite a sus compañeros. ¿Detrás de él? Toda una historia tan dura como emocionante para contar. En una entrevista exclusiva con Doble Amarilla, recordó desde su infancia hasta los momentos más felices en el senior de River, donde juega con el Burrito Ortega.
Pasaron más de tres años donde aquel jugador de Atlas emocionaba al pueblo futbolero tras retirarse en un partido de Copa Argentina frente a River. Y se dio en uno de los torneos más representativos del fútbol argentino, donde convergen distintas expresiones, desde los poderosos de Primera hasta los humildes de la Primera D.
Normalmente las historias afloran en los equipos humildes que logran imponerse ante los grandes -sobre todo porque son contados los casos-. Pero esta vez la gente se quedó con la imagen de un futbolista que entró al campo de juego llorando y se fue de la misma forma, emocionado por sus últimos minutos como futbolista profesional.
Wilson Severino tiene en cada una de sus lágrimas un recuerdo distinto en una dura historia de vida, marcada por el sacrificio, la crisis del 2001 y el valor obrero para poder sobrevivir en la adversidad. Fue a su vez un goleador de gran calibre en Atlas y tuvo ofertas para crecer, pero eligió quedarse con su trabajo en el ferrocarril, porque era el lugar donde tenía el pan asegurado para su familia.
En una entrevista exclusiva con Doble Amarilla, pasó por todos los temas y recordó su infancia, desde las ollas populares hasta su actual paso por el fútbol senior, donde juega nada más ni nada menos que con el Burrito Ortega. Quiere ser un representante del Ascenso en la Copa Argentina y reclama que los conocimientos de Buenos Aires y el exterior se puedan trasladar al Interior del país.
La entrevista completa:
Doble Amarilla: Pasaron más de tres años de tu partido frente a River por Copa Argentina…
Wilson Severino: Sí, creo que fue en 2017 y parece que fue ayer. Pasó tanto tiempo y sigue teniendo repercusión, la gente me lo hace saber todo el tiempo. No deja de sorprenderme que la gente se acuerde y me lo reconozca.
DA: ¿Qué sentís que a día de hoy tengas las puertas abiertas del mundo River?
WS: Jugar en el senior de River es algo impresionante, además de que pude entablar una amistad con personas que admiraba como profesionales. Algo que me sorprendía es que ellos nos veían cuando se transmitía “Atlas, la otra pasión”. Siempre que me presento me tratan con mucho respeto y me da mucha gratitud.
DA: ¿Tuvo un giro económico tu vida después de ese partido?
WS: No fue tanto por lo económico, lo que hizo quizás fue revivir o aclarar que la gente de River me identificó como hincha. Mi situación laboral y económica me cambió con Atlas, porque fueron once años en un reality que se transmitía por Fox, y eso me hizo viajar por Perú, Colombia y Uruguay. La repercusión en River fue en su familia, y me dio un lugar para poder estar más adentro, además de compartir lugar con grandes jugadores. El primer partido que jugué fue contra Vélez y me tocó hacer un gol, y después me siguieron llamando hasta que seguí jugando.
DA: ¿Cómo es hablar con personas a las que antes idolatrabas como hincha?
WS: Las historias con los ídolos de River coinciden cuando hablamos del potrero y las complicaciones que había. Son charlas que compartimos y donde hablamos el mismo idioma, todos con sus distintas historias y particularidades de los barrios. Tenemos charlas largas, incluso con Ariel (Ortega), que se pone a nombrar jugadores con los que jugaba.
DA: ¿Cuántas historias de posibles grandes futbolistas se perdieron en el potrero?
WS: Hay miles. ¿Y sabes cuál es la otra historia que existe? Que a nivel federal no logramos tener la suficiente educación de los entrenadores. Noto que el curso de DT a nivel internacional y en Buenos Aires es cada vez más avanzado, la gente se prepara muchísimo. Esa formación no la estamos teniendo en las provincias. Si en Córdoba no jugas en Talleres, Belgrano, Instituto o en Racing, es muy difícil. Hablamos de cuatro clubes para la segunda provincia más grande, sin mencionar otros casos como Santiago del Estero o Chaco. Tenemos miles de jugadores, pero faltan clubes, técnicos y especialistas. Muchos entrenadores directamente son padres, y que hacen el trabajo con mucho amor y respeto, pero no termina de ser suficiente. Yo como provincia o Secretaría de Deportes de cada provincia intentaría buscar que los futbolistas se queden, y no que lo terminen captando otro club de Buenos Aires o en el exterior. Y me pongo como uno de los tantos ejemplos, porque si yo no venía a Buenos Aires, no hubiese jugado nunca al fútbol. Acá tenés casi 20 equipos de cada divisional, y son equipos que salen en los medios y tienen otra difusión. Haces algunos goles y ya te viene a ver un entrenador o te sigue de cerca un representante.
DA: ¿Te preparaste como entrenador?
WS: Yo me recibí hace tres años del curso de técnico de AFA y lo hice mientras trabajaba y jugaba. Ahora estoy haciendo una gran fuerza para ver si puedo formar parte de la Copa Argentina. Siento que esa es la mesa familiar del fútbol argentino y donde se sientan todos. El problema es que no tenemos ningún referente del Ascenso para contar las historias, y son miles las que hay, incluso más sacrificadas que mi vida personal. Me gustaría ser el referente para que las historias tengan más relevancia y que se le pueda encontrar la vuelta para enaltecer al futbolista del Ascenso.
DA: ¿Qué es lo que te gustaría hacer?
WS: Me gustaría ser un nexo, no sé si presentar un proyecto, pero sí una disposición mía para intentar hacer algo por los jugadores y dirigentes. Me encantaría hacerle llegar al televidente las cosas lindas que puede llegar a tener un club del Ascenso. Desde las necesidades hasta el esfuerzo que hacen para poder estar ahí. Se puede incluso llegar a contar en no menos de tres minutos y siempre hay una persona escuchando del otro lado que se puede sorprender.
DA: ¿Cómo estás viviendo la pandemia?
WS: Cuando empezó la pandemia Wilson quiso ponerse en superhéroe y estuvo por comedores y merenderos, y al poco tiempo me había contagiado covid-19, y después la contagié a mi señora, que me terminó puteando los 15 días de pies a cabeza (se ríe). Así me pegó el virus, sumado a que perdí a compañeros ferroviarios y a gente cercana. Creo que al margen de todo con las ollas populares se pudo ayudar gente, aunque no es suficiente.
DA: ¿Necesitaste de una olla popular en tu infancia?
WS: Si claro, lo que pasa es que antes no se conocía el concepto de “olla popular”, pero en mi infancia me la pasaba en comedores y merenderos. Uno lo tomaba como divertido, porque iba a un lugar a comer y después hacía otras 20 cuadras para recibir una chocolatada. Lo hacía re chocho, nunca me daba cuenta que era una crisis.
DA: ¿Cuándo inició tu oficio como ferroviario? ¿Fue una elección o una necesidad?
WS: Yo trabajaba en un depósito en capital en plena crisis del 2001 y me quedé sin trabajo, y conocía a un primo que era encargado del ferrocarril, pero en una empresa tercerizada, donde en aquel entonces ganaba con suerte $250 por quincena. Acepté rápido y me puse a trabajar por necesidad, una parte era para pagar el alquiler y la otra era para poder comer. Gracias a Dios esa empresa la tomó el ferrocarril como empresa madre y pasé a ganar más del doble. Y mientras crecía el ferrocarril, también crecía Atlas y yo marcaba goles. Tuve ofertas de clubes de la B, pero siempre las rechacé porque tenía miedo de no cumplir y de dejar el ferrocarril, que era mi sustento para vivir.
DA: ¿Te arrepentís de no haber aceptado esas ofertas?
WS: Hoy pude enlazar el fútbol con mi trabajo en el ferrocarril, y estoy junto a un grupo y una comisión de compañeros donde intentamos inculcarle el deporte al ferroviario. Hoy estoy trabajando en la parte deportiva en el mismo lugar donde me dio el sustento económico, y eso para mí es una satisfacción. Así que no, la verdad que siento que lo que hice fue una decisión acertada. Al fútbol profesional le di hasta más no poder y hasta que las piernas dijeron basta. Lo hice al mismo tiempo que levantaba rieles, cortaba yuyos y baldeaba baños. Hoy te digo que estoy para volver a jugar eh (se ríe), porque tengo el cuerpo más descansado y ya no es la misma exigencia de antes. Yo trabajaba de 22 a 5 de la mañana, y de ahí me iba a entrenar. Mis vacaciones eran pretemporadas y mis días de franco los días que se jugaban.
DA: ¿Te reprochaste alguna vez tanta exigencia entre lo laboral y lo futbolístico?
WS: Ni en pedo, no me arrepiento de nada. Estoy agradecido, el fútbol me dio muchas historias y amigos, así que no me puedo arrepentir.