El hilo maradoneano: la trayectoria de Diego y sus momentos futbolísticos más importantes
El Diez llegó a las seis décadas y sin dudas quedó marcado a fuego como el mejor futbolista de la historia. Entre aciertos y errores, hizo delirar al fútbol argentino y a una buena parte de Italia. Su despertar en Boca y Argentinos hasta su momento glorioso en Napoli y la Selección Argentina. Su regreso al fútbol argentino y la despedida culposa producto de su adicción. "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha", la síntesis perfecta del Pelusa. Repasá sus mejores momentos de su carrera futbolística.
Diego Armando Maradona llegó hoy a las seis décadas. Una historia llena de gloria, controversias, amores infinitos y delicia futbolística. Una carrera que inició en Argentinos Juniors y sigue hoy en Gimnasia, aunque como entrenador. ¿Cómo fue su trayectoria futbolística?
La historia del Diez tiene fuertes influencias en Boca, Napoli y la Selección Argentina, aunque bien ya desde chico venía mostrando que estaba preparado para dejar una marca imborrable en el fútbol. A su temprana edad, ya jugaba en las "Las Siete Canchitas" de Villa Fiorito, el barrio donde transitó su infancia. Aunque claro, su origen y estadía circunstancial fue en el Policlínico Evita, del Partido de Lanús. Pese a su breve estadía, la Unión de Clubes de Barrio de ese distrito, busca que la calle Río de Janeiro (central al policlínico) pase a llamarse Diego Armando Maradona.
Pero el registro histórico de Diego marca que su vida comenzó en las Divisiones Inferiores de Argentinos Juniors. Donde pasó por todas las categorías. Parte de su desarrollo también está ligado a la inclusión social, donde participó entre 1973 y 1974 de los Juegos Evita, una política social del peronismo buscando el desarrollo juvenil a través del deporte. Allí, fue campeón con sus compañeros del Bicho, con el nombre de “Cebollitas”, ya que los clubes no podían anotarse.
Su debut en Primera División con los de Paternal se dio el 20 de octubre del 76, cuando ya pasaban varios meses la última Dictadura Cívico-Militar. Fue a los 16 años por un partido del Campeonato Nacional, ingresando en el segundo tiempo con el dorsal 16. “Ese día toqué el cielo con las manos”, dijo Diego en varias oportunidades. Y para colmo, ya mostró rebeldía tirando un caño.
Su calidad y potencialidad era innegable, a tal punto que ya trabajaba con la Selección Argentina de César Luis Menotti. El actual mánager de la Albiceleste reconoció en varios reportajes que, pese a ser campeón, su máximo error fue no haberlo llevado al Mundial del 78. De hecho, Roberto Saporiti ratificó esta anécdota, manifestando en varias oportunidades que “nunca entendió esa decisión”. Sobretodo porque, en una de las últimas prácticas, Diego tuvo un partido donde convirtió 4 goles.
Sin embargo, al año siguiente, en 1979, tocó el cielo con las manos tras conquistar el Mundial Juvenil en Japón. Alllí formó una dupla imbatible con Ramón Díaz, el entrañable entrenador de River.
Su paso por Boca
Maradona tuvo varias ofertas futbolísticas en Argentinos, incluso para jugar en el exterior de Sudamérica. Para colmo, el ofrecimiento más formal que tuvo fue el de River, pero finalmente el Xeneize le ganó la patriada.
Allí supo brillar y hacer enardecer a una Bombonera, logrando el Metropolitano de 1981 con varias figuras a su alrededor, como Roberto Mouzo, Miguel Brindisi, Omar Ruggeri, Hugo Gatti y Osmar Perotti, entre otros. Disputó hasta el final el campeonato con el Ferro de Carlos ‘Timoteo’ Griguol y Gerónimo ‘Cacho’ Saccardi. En un partido contra el Verde, Diego tuvo una jugada que dejó en offside a la defensa rival y le puso una pelota en profundidad a Perotti, que marcó el gol de la victoria y una recordada avalancha en el costado de “La 12”.
Pero su carrera en La Ribera duró poco, ya que fue vendido al Barcelona y tenía la mente puesta en el Mundial de 1982, donde no pudo mostrar su mejor imagen. Sin contar que sufrió un particular maltrato en un partido frente a Italia.
Tras su llegada a Europa, arrancarían algunos de sus problemas en Barcelona con las adicciones. Y para colmo, al poco tiempo tuvo una fuerte lesión que hasta lo hacía especular con si podría seguir jugando o no al fútbol. Pese a las controversias y las dificultades, junto con Menotti, consiguió tres títulos: Copa del Rey, Copa de la Liga de España y Supercopa de España.
Su llegada a Napoli, un camino desbordado de éxito
Después de la Selección, su lugar de mayor gloria y épica futbolística. La presentación en el Napoli fue el 5 de julio de 1984 en un San Paolo desbordado de hinchas que esperaban una ilusión. Un equipo que venía de salvarse del descenso y buscaba reencontrarse con la historia. Al principio fue difícil, y pese a que convirtió 14 goles y se ubicó tercero en la tabla de goleadores. Pero los napolitanos ya mostraban gratitud por un futbolista que hacía goles y mostraba presencia.
Ya en el año 85-86, con un plantel más consolidado, logró un tercer puesto y la clasificación a la UEFA Europa League. Y posterior a esto, llegó la gloria eterna para el team napolitano: conquistó dos Scudettos (temporadas 86-87 y 89-90); la Copa y Supercopa de Italia y la Copa de la UEFA.
Selección Argentina: ingleses, gloria y mito
Tras la épica juvenil del 79’ y la frustración del 82’, llegaba el gran desafío: rumbo a México 1986. Argentina atravesaba la mitad del mandato democrático de Raúl Alfonsín y sentía aún las espinas de la dolorosa Guerra de Malvinas. El combinado argentino, de la mano de Carlos Salvador Bilardo, sufría en las Eliminatorias sudamericanas, pero finalmente llegó al mundial.
La decisión del Narigón fue darle la cinta de capitán a un Maradona que todavía, no era la figura indiscutida. Sin embargo, el tiempo dio la razón y el Diez se hizo líder absoluto de un equipo rígido, con temple y las convicciones claras de cómo jugar ante rivales europeos de gran calibre.
Lógicamente, en el recuerdo de Malvinas, el recuerdo máximo de euforia fue aquel partido contra la Selección de Inglaterra. Desde “la mano de Dios” hasta la “jugada de todos los tiempos” y el barrilete cósmico. En una de sus autobiografías, Diego reconoció que en aquel entonces sintió que “le estaba robando la billetera a los ingleses”. Por último, en la final, y rodeado de alemanes, puso el pase final para el gol de Jorge Burruchaga, desatando la euforia argentina.
Posteriormente llegaban los 90’ y la necesidad de defender el título anterior. El mundial del “tobillo hinchado” y el plantel desmembrado y con grandes problemas desde lo táctico, al menos hasta la semifinal. Sin embargo, la historia también se acomodaría por la brillantez de Maradona. Tras un partido de sufrimiento contra Brasil en octavos, arrancó la balacera de gambetas y el famoso “Cani, Cani…”. Con el pase a Caniggia, la Albiceleste consiguió lo inédito y fue la victoria ante los brasileños, candidatos a ganar la Copa del Mundo.
Luego la historia es conocida, a partir de mayor orden defensivo, y sumado al temple de Sergio Goycoechea, Argentina le gana a Italia y llega a una nueva final, nuevamente ante los alemanes. Diego no pudo brillar como en el 86’, pero tuvo momentos determinantes y una entrega notable, pese a su condición física.
Tras el adiós de Europa, el regreso a Argentina y su retiro
Diego volvía tras un paso con poco protagonismo en Sevilla y fue en Rosario, precisamente en Newell’s. Allí jugó tan sólo un puñado de partidos, y finalmente llamó a un retiro provisorio. Rápidamente quiso ser entrenador, donde tuvo pasos por Mandiyú y Racing. Sin embargo, rápidamente colgó el traje y volvió a calzarse los botines y regresó a una Bombonera que lo reclamaba.
Allí, el argentino jugó del 95 al 97 con buenos momentos y momentos inolvidables, como el famoso "Segurola y Habana" al Huevo Toresani que pasó a la inmortalidad. Posteriormente, se dio el retiro en una Bombonera eufórica y nostálgica, plagada de camisetas argentinas y xeneizes. Y tras un partido de estrellas, Maradona sentenció su carrera entre culpas y éxitos: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.