Podremos convertir a la Argentina en la china del fútbol
A veces la vida nos hace aparecer algunas piedras inesperadas en el camino y depende de nosotros para poder sortearlas y convertirlas en algo positivo, a veces eso simplemente se produce sólo con cambiar el punto de observación y con una interpretación correcta de la realidad, de este modo, será más fácil identificar las oportunidades existentes o que podamos co-crear.
Sabemos que el mundo del fútbol está viviendo quizá la peor crisis de la era moderna, que si bien es una crisis global, cada sector tiene sus defectos, pero en esta ocasión la época de vacas flacas atenta directamente contra la sustentabilidad integral de la industria futbolística en todo el mundo, entendiendo el contexto, desde Argentina quizá podamos convertirla en una oportunidad.
El país más poblado del tierra se caracteriza por producir a bajo costo en distintas industrias, importar para generar valor y exportar sus productos a un costo muy razonable en todo el mundo apostando al volumen producido como medida de éxito.
Bajo costo, calidad razonable y volúmenes generosos, convierten esta ecuación en varios casos de éxito económico, pero sí en la mejor herramienta de posicionamiento.
Todo el mundo sabe de la calidad de la materia prima futbolística de Argentina, no voy a hablar de lo que ya sabemos, sino intentar promover lo que no sabemos.
Al ser una sociedad que tiene características particulares con los hábitos, muchas veces los argentinos quedamos presos de los arquetipos impuestos por nuestra experiencia social.
Así somos los argentinos promedio, personas que no estamos provistas de paciencia y de apertura mental de forma natural, es por ello que a veces nos quedamos mordiendo nuestra cola en círculos y sin poder avanzar.
La globalización hizo ver, de forma ecuánime, evoluciones y catástrofes impensadas, que quiero decir con esto, que hoy es tan fácil interpretar a una persona, un equipo o un país con tan solo abrir Instagram y ante el ojo crítico y observador podremos saber a quién tenemos enfrente. Esto hizo que los países del mundo sepan de la calidad futbolística argentina e inexorablemente las cualidades personales del argentino promedio, pros y contras, a la hora de las transacciones.
Esto se llama el análisis previo y créanme y sin entrar en detalles, que sí o sí debemos parar y sentarnos a pensar como vamos a hacer para cambiar dichos paradigmas y poder concretar de manera eficiente una estrategia de crecimiento global aprovechando las posibilidades que en este caso la depresión económica genera.
Las políticas de estado son las que llevan el rumbo, las que marcan el destino de cualquier entidad o actividad y será la obtención de recursos (generosos o escasos) el combustible suficiente y el consenso global lo que no permitirá medir el éxito de las decisiones, pero nada de esto será efectivo si no logramos el convencimiento estructural y generamos metodología, sin dudas, la integración de todos estos factores serán el motor para alcanzar el éxito.
Sabemos que la economía del fútbol es piramidal, que si los clubes con poder económico no inyectan dólares y euros al mercado, el mercado no se dinamiza.
Dicho esto y sabiendo que los grandes clubes del mundo están en plena crisis y no van a gastar y que además saben que en nuestros país las monedas de referencia están sobre devaluadas, ellos se sentarán a esperar, no van a pagar de más en este momento, porque la ley de oferta y demanda así lo indica. Sumado a que es más económico y se optimiza mejor, un respetuoso senegalés que un irreverente argentino, mal que nos pese.
También saben de nuestra idiosincrasia y que aún muchos de los clubes de nuestro país conservan la fantasía del pase millonario, sin entender aún, que estadísticamente sólo el 0.3% de los jugadores surgidos anualmente se convertirán en cracks. Sin dudas el gran tema está en saber qué hacemos con el 99.7 % restante, será poco inteligente de nuestra parte quedarnos sentados a esperar.
Tenemos una gran oportunidad y esta vez sí depende de nosotros. Quien tiene el dinero, tiene el poder actual, quién produce la materia prima, lo tendrá siempre.