El fallo de Superliga contra el club de Boedo cayó como una bomba en el fútbol argentino, se instaló en el centro del ring de la rosca y desplazó inclusive a temas duros de la agenda nacional. La sentencia tiene diversas aristas que intentaremos mostrar en esta nota. En principio, muestra la voluntad de un ente en empezar a aplicar el fair play financiero, al menos una primera versión local de lo que debe ser este tipo de controles que aún está distante de las principales ligas europeas pero que son duros para la Argentina. Por otro lado, desnuda problemas de gestión y administración en un club que dilapidó en sólo un año y medio reconocidos méritos que habían logrado los mismos conductores. Uno de ellos lo sabe y por eso volvió al club. 

En el medio, la política, siempre. El fallo es calificado al unísono por los especialistas en derecho deportivo como “técnico y ejemplar”, pero es criticado por muchos dirigentes como excesivo, peligroso y descontextualizado de la realidad argentina. Los embates de Tinelli a la Superliga y a los jueces del Comité de Disciplina no sólo agregaron barro mediático, también pusieron en el foco al Gobierno y a Daniel Angelici. ¿Es acaso un fallo premeditado o digitado para perjudicar a dos posibles candidatos tal como plantean desde San Lorenzo? No hay dudas, que desde el Ejecutivo argentino se festejó el golpe a la imagen pública, principalmente la de buenos administradores que tuvieron Tinelli y Lammens durante años. Pero, ¿es ese el verdadero objetivo que subyace por detrás del interés del la dupla Macri-Angelici en este tipo de sentencias adoctrinantes sobre el fair play financiero? En el círculo rojo del fútbol hoy se debate hoy si la aplicación de este tipo de fallos no terminan siendo funcional a un Gobierno que busca nuevamente asfixiar a las instituciones, desnudar sus precarias ingenierías económicas y luego eliminarles beneficios impositivos (como el 1212) o seguir preparando el terreno para la habilitación de las Sociedades anónimas. Mientras, desde la conducción de Superliga con Mariano Elizondo a la cabeza y desde sus Tribunales, cumplen con la premisa firmada por los mismos clubes cuando conformaron la institución liguera de ir a fondo con el control financiero y lo hacen al pie de la letra. Pero ante este primero sopapo, ¿empezarán los clubes a dar marcha atrás con ese premisa fundacional de la Superliga a pedir menos presión en momentos que el día a día se les hace cada vez más duro? Repasemos una a una todas las aristas.

Gestión dilapidada

“Esto es político, justo en momentos que Marcelo y Matías están en conversaciones para posibles candidaturas…”, así leían el viernes por la tarde desde el entorno de los popes de San Lorenzo la decisión del Comité de Disciplina de Superliga de quitarle 6 puntos por incumplir con el pago de sueldos de jugadores y por mentir en las de las DDJJ mensuales entregadas a la gerencia de Licencias de la liga.

Horas después, directamente el dedo acusador de Tinelli fue a parar hacia la política. En el armado de una teoría conspirativa verosímil para el barro político pero que se choca de frente con la realidad de un fallo técnicamente impecable, eligió a Mauricio Macri y a Daniel Angelici como los ideólogos de una sanción que sólo buscaría darle un golpe a la imagen pública de dos candidatos. Así, los llamados a hombres del fútbol, a dueños o editores de medios y a varios periodistas partidarios (quienes durante meses le ocultaron al socio los problemas del club) fueron más frenéticos que nunca. El objetivo era instalar que este fue un fallo “político”.

Pero tal como dijo el vocal por la oposición César Francis en una entrevista con Doble Amarilla, “la decisión del Tribunal desnuda la situación endeble de la economía de San Lorenzo y deja a las claras la mala gestión”. Tinelli sabía que esto podía suceder. En abril de 2017, sorpresivamente el conductor decidió alejarse del fútbol tanto en San Lorenzo (pidió licencia por 18 meses) en AFA y Superliga. Una serie de estudios médicos que le dieron desordenados fueron el detonante para que Marcelo parara la pelota. Claro, contextualizando, en ese momento atravesaba una situación compleja por los despidos y falta de pago a los empleados de su colosal productora Ideas del Sur, que comenzó a hundirse por los problemas financieros en los que naufragaba el Grupo Indalo. La angustia y la factura física que le provocó a ese momento llegó a un punto cúlmine cuando en una reunión con Chiqui Tapia en Ezeiza para definir el futuro de Edgardo Bauza en la Selección, se puso pálido y casi se desmaya delante del presidente de AFA. Días más tarde, y cuando había un pacto político vigente, Tinelli decidía no asumir su puesto en Superliga y renunciar a ser vicepresidente de Selecciones nacionales. 

La salida de Tinelli del fútbol dejó un San Lorenzo prácticamente sin gestión y sin control. Sin gestión, porque se empezaron a hacer erogaciones muy por encima de las posibilidades y sin control porque se gastó mal y sin darle acceso a los opositores a poder ver los contratos o los mutuos que pactaba el club. Fueron muchos los jugadores que empezaron a decir, en voz baja, que el club acumulaba deudas con el plantel pero que ellos terminaban firmando los recibos de sueldo para no agrandar los problemas. Aún se recuerda el caso de Valentín Viola, quien el año pasado recurrió a Agremiados denunciando una deuda de 6 meses. Otros jugadores empezaron a hablar una vez que ya no estaban en San Lorenzo. 

Los números oficiales de San Lorenzo muestran los mismo. Según consta en el balance 2017-2018, el club tiene un pasivo cercano a $1.000 millones. Pero si le sumamos “La Vuelta Boedo” ese número se eleva a $1.300 millones. Un detalle, ese cálculo se hizo con un dólar a $28. Es decir que hoy, con un dólar a $41, ese pasivo sin contar “la vuelta” ascendería a unos $1.350 millones, según los cálculos de la oposición. El estado contable del club muestra también que la institución perdió en ese periodo, unos $350 millones, es decir que el déficit operativo mensual asciende a unos $30 millones. Pese a estos rojos, San Lorenzo siguió contratando jugadores y acumulando obligaciones salariales que no cumple. Un dato que refleja este descontrol es que hoy, con más de 50 contratos profesionales, es uno de los equipos que más salarios paga en todo el fútbol argentino. Otro es que un relevamiento hecho hasta la fecha 20, mostró que San Lorenzo fue el equipo que más jugadores diferentes usó en toda la Superliga gracias a su superpoblado plantel.

Tinelli lo sabía, por más que no iba al club. Los jugadores primero y luego algunos dirigentes le empezaron a advertir el año pasado esta situación. Tinelli llegó a temer un nuevo colapso como el ocurrido en Ideas del Sur, pero en San Lorenzo eso no podía permitirlo. Así, a mediados del año pasado empezó a regresar al fútbol. Estuvo detrás de la salida de Biaggio y de la contratación de Almirón y siguió muy de cerca este mercado de pases. Pero en su regreso tuvo una premisa: no volver a poner el dineral que “enterró” en San Lorenzo y que jamás recuperará por completo.

Por más que las disimule ante las cámaras, las diferencias con Lammens son muchas, principalmente de gestión. En su vuelta de lleno a San Lorenzo, Tinelli tuvo al menos 3 advertencias que la situación del club en el fútbol era alarmante. Las escuchó con atención y masculló bronca contra el presidente cuervo. 

Por el lado de Lammens, las advertencias fueron más. Desde su entorno ya el año pasado empezaron admitir que la gestión y la administración eran malas y que se estaban dilapidando años de logros y méritos de la misma conducción. Inclusive se ensayaron algunos cambios en el club, pero que no llegaron a solucionar el cúmulo de decisiones erróneas e imprudentes. El fin de semana el propio Lammens intentó buscar aliados en AFA para revertir el fallo. Acudió bajo dos argumentos. El primero, es que fue una sentencia politizada. El segundo es más inquietante: acusó al Tribunal de intentar noquear al fútbol aplicando exageradamente el reglamento. En Viamonte, donde Lammens recompuso relaciones en los últimos meses, escucharon atentamente sus argumentos. En los pasillos de “la casa” un viejo dirigente de excelente trato con el presidente cuervo se dio el lujo de recordar socarronamente: “Tinelli y Lammens armaron la Superliga diciendo que era de avanzada y que había que ir hacia el fair play financiero estricto, ahora es esa Superliga que ellos armaron la que les da un golpe durísimo con los mismos argumentos que pregonaban”. 

Uno de los argumentos esgrimidos por el presidente de San Lorenzo fue que la devaluación complicó al club porque tenía muchos gastos en dólares y que nadie la imaginaba semejante cimbronazo. Es cierto que la depreciación de la moneda complicó las cosas a todos los clubes, inclusive San Lorenzo hasta puede argumentar que en el presupuesto del Gobierno argentino para 2018 se preveía un dólar de $19,30 y llegó a superar los $40. El mismo speach utilizó Jorge Brito, quien en marzo del año pasado recomendó a la CD de River y hasta a sus pares de Superliga seguir firmando contratos en dólares. Brito vaticinó para el año pasado un dólar planchado y una inflación sin control, pero la depreciación del peso cercana al 100% que se vivió entre junio y agosto le quemaron los papeles. El banquero le erró y esa decisión fue en gran parte la culpable de que River presentara un balance con un déficit anual de $512 millones y un pasivo que ya asciende a $1.921 millones. Probablemente, Lammens no pueda argumentar que el pactar contratos y deuda en dólares lo tomó de una recomendación de Brito porque, pese a ser el vicepresidente de la Superliga, fue sólo dos veces a  las reuniones quincenales del Comité Ejecutivo en casi dos años. Igualmente ese argumento quedó absolutamente desestimado por el tribunal quien le recordó en el escrito de la sentencia que “ni siquiera la consolidada teoría de la imprevisión alcanzaría para aceptar que un hecho de la economía usual argentina tornó los contratos en imposibles de cumplir. La prueba está que esta circunstancia no afectó en forma generalizada al resto de los clubes”. Además, los jueces le recuerdan que el club tiene deudas y retrasos en obligaciones nominadas en pesos. 

TRIBUNAL y BATALLA DE FONDO

El anterior caso resonante por mentir en las DDJJ y no pagarle a los jugadores fue el de Newell’s. Ese caso se dirimió en los tribunales de AFA porque la Superliga aún no tenía órganos de justicia. El Comité de Disciplina de Superliga fue conformado en abril del año pasado con un perfil bien técnico. Lo componen Mario Laporta (presidente), el fiscal Gabriel Nardiello (vicepresidente), el economista Daniel Artana, Hernán Etiennot, Gustavo Abreu y Carlos Rotman (suplente). El órgano es independiente y sólo tiene relación administrativa con la Superliga vía el gerente de Licencias de clubes, Facundo Cino. Desde su creación lleva emitidos 34 fallos a diversos clubes y en ninguno se cuestionó ni sus decisiones ni se puso en duda la imparcialidad de sus jueces. Algunos casos incluyen incumplimientos históricos que jamás recibían penas. Tal es el caso de la sanción que recibió Belgrano por tener un césped en pésimas condiciones para recibir a Boca. Pero también sentenció a River, San Lorenzo, Huracán y San Martín de San Juan por presentar tarde sus balances incumpliendo el reglamento de licencias. Además, entre otros, sancionó económicamente a Boca por violar el reglamento de torneos. 

Para entender la dureza del fallo hay que ir más atrás. La Superliga se conforma, entre otras premisas, bajo el lema del fair play financiero. Es más, su estatuto y reglamento se confeccionan bajo una fuerte impronta de castigo a quienes incurran en desórdenes financieros. Tanto el Comité de Disciplina como el Tribunal de Apelaciones, donde Jorge Brito y Daniel Angelici, impusieron buena parte de los candidatos tienen esa mirada de hacer cumplir el reglamento con fallos que se destaquen por lo “taxativo” tal como lo dijo Mario Laporta. Cabe destacar que por desidia o por pereza intelectual, la mayoría de los dirigentes, probablemente no hayan terminado de medir en la jaula que se metían al aprobar un reglamento tan estricto o en no contemplar con ojo de cirujano a quiénes le daban el manejo de la justicia en Superliga. Tinelli fustigó e intentó desprestigiar al tribunal que falló en contra, pero San Lorenzo no objetó en ningún momento su conformación. Es más, ningún dirigente puso bolilla negra a alguno de los 10 integrantes de ambos tribunales. El día que desde la mesa directiva de Superliga se presentó al Comité Ejecutivo los candidatos hubo una sola objeción mocionada por Luis Chebel. El ex vicepresidente de Lanús alertó que el candidato principal a ser presidente del Comité de Disciplina era el reconocido abogado Alberto Piotti. Chebel recordó que Piotti había sido designado por la jueza María Romilda Servini para controlar a los clubes durante la veduría judicial de la AFA y lo objetó. Antes este reclamo, fue elevado para ese cargo Mario Laporta. 

¿Pero tiene el tribunal influencia del Gobierno en los fallos? o mejor dicho ¿el Gobierno tiene interés en fallos duros? No tiene influencia directa y tampoco necesita tenerla. Como ya contamos, el reglamento está diseñado para que cualquier sentencia técnica sea dura pero ajustada a derecho. La pregunta es ¿por qué desde la Casa Rosada quieren sentencias duras? Parte de ese círculo rojo del fútbol cree que ese reglamento es una trampa para asfixiar al fútbol y llevarlo hacia una encerrona. En esa línea, el objetivo del gobierno sería demostrar que las instituciones son inviables. “Si hoy se aplicara un control total y completo como se hace en Europa quizás el único club que pasa por completo una auditoría es Boca”, señala una fuente conocedora de todos los números del fútbol argentino. Esos dirigentes, creen que el verdadero objetivo político del Gobierno, no es dañar a Tinelli, sino herir al fútbol. El golpe al vice de San Lorenzo es una yapa que también se festejó en la Rosada, pero no es el fondo de la cuestión.

Algunos dirigentes empezaron a sospechar que se viene una iniciativa para denunciar que muchos clubes manejan buena parte de sus economías en negro o dibujan contratos para zafar de los controles. Según esa mirada y bajo ese argumento, el Ejecutivo aceleraría en los próximos días su idea de modificar el decreto 1212 que hoy beneficia impositivamente a los clubes y que para muchos es vital. Esto podría asfixiar o inclusive ahogar a muchas instituciones. Eso, además, serviría como plafón para reinstalar el debate por las sociedades anónimas, iniciativa que hoy el Gobierno no parece tener peso político para ganar en ninguno de los terrenos en los que debe jugarse. 

¿Y Boca?, la mirada de Angelici es histórica. Hoy, debe ser el club con los números más ordenados y sanos de todo el fútbol argentino, pese al déficit deportivo en el plano internacional. El Tano es uno de los impulsores de los controles estrictos. Lo hizo en su rol de vicepresidente primero de AFA y también lo hace vía Matías Ahumada, el hombre de Boca en Superliga. Cuentan en Boca que su presidente se fastidia cada vez que recuerda que perdió la final de la Copa Libertadores ante un equipo del que sospecha que no tienen todos sus pagos al día y que presentó un balance con un importante déficit que es la contratara del club que él conduce. 

El fallo San Lorenzo preocupó a más de uno, por no decir a casi todos. En las últimas horas, un grupo de presidente empezó a contactarse para ver qué postura se toma al respecto. Algunos se preguntan si no es conveniente modificar el estatuto de Superliga para poder suavizar el reglamento. Argumentan que con este contexto económico que generó el gobierno de Mauricio Macri, el día a día de los clubes se ha puesto muy difícil y que sus economías no están preparadas para ser revisadas con microscopio. Algunos plantean si no hubiera sido mejor pasar progresivamente (en una marcha más lenta) hacia la aplicación del fair play financiero.

A menos que los dirigentes se organicen y fuercen un cambio, el tribunal va a seguir fallando probablemente bajo la misma sintonía que en la sentencia de San Lorenzo. Hoy hay un puñado de clubes investigados, pero ni por asomo todos los que circularon el fin de semana. De los auditados, el único complicado y con un fallo inminente es Huracán. El club dirigido por Alejandro Nadur cometió irregularidades en la forma de pagos, más precisamente en los plazos en los que cancela los sueldos a sus jugadores. Aprovechando que la Superliga habilitó el pago con cheques en Parque Patricios empezaron a entregar valores diferidos a 90 y 120 días, algo que el propio Comité de Disciplina en el fallo de San Lorenzo dejó en claro que es intolerable. ¿Usará Huracán el mismo argumento de San Lorenzo y politizará el la decisión de los jueces? o ¿intentará Nadur avanzar con su viejo anhelo de suprimir la Superliga?

Hoy por la tarde hay nueva reunión del Comité Ejecutivo de Superliga. Su presidente aprovechará para anunciar dos nuevos sponsors para la Copa de la Liga, una petrolera y una importante multinacional gastronómica. Así cumplirá con la promesa de recaudación extra para este torneo que le hizo a los clubes. Sin embargo, el tema central e inesquivable será el fallo San Lorenzo, todas sus aristas y sus consecuencias a futuro.