El fútbol le dio la posibilidad de jugar en Boca y de dirigirlo. En su etapa como jugador se dio el gusto de ser campeón y de compartir plantel con Diego Armando Maradona, con quien formó una gran amistad. De hecho, insiste en que fue el "Diez" quien le salvó la vida a su hija.

Abel Alves está muy identificado con el "Xeneize". Oriundo de Olavarría, llegó a la institución siendo muy joven y encontró rápido el éxito en el club de sus amores. Dio la vuelta olímpica en el Metropolitano 1976, el Nacional 1976 y el Metropolitano 1981.

El tiempo le daría la posibilidad de regresar como entrenador. Tuvo dos interinatos en 2005 y 2009, y luego le llegó la oportunidad de ser el director técnico principal en 2010, tras la renuncia de Alfio Basile. Allí tuvo la difícil misión de dirigir a un vestuario dividido, con una mala relación entre Martín Palermo y Juan Román Riquelme.

La historia de Abel Álves

Alves como DT de Boca.
Alves como DT de Boca.

"Soy un agradecido a la vida por haber vestido esa camiseta. Jugué en el mejor club del país y compartí cancha con el mejor jugador de todos los tiempos, Diego Armando Maradona. El club me dio todo", reflexionó Alves sobre su paso por Boca, en una entrevista realizada en 2021.

Justamente con Diego, tiene una historia que lo hace quebrarse cada vez que la cuenta. Alves tiene una hija que nació con problemas del corazón. En aquella época, necesitaba operarla de urgencia para salvar su vida, pero no tenía el dinero necesario. Cuando Maradona se enteró, organizó un amistoso entre jugadores argentinos e italianos para recaudar fondos. 

Diego junto a Alves y su hija Marita.
Diego junto a Alves y su hija Marita.

"Mandó inmediatamente el dinero para construir la sala de operación del hospital y, además, le pagó el tratamiento a mi hija. Diego le salvó la vida a mi hija Marita, me ayudó económicamente desde Nápoles y hoy la tengo vivita y coleando", relató emocionado en charla con Infobae.

Por otro lado, en la misma entrevista, recordó su difícil etapa como DT principal en 2010, en el que cosechó 3 triunfos, 6 empates y 9 derrotas. “No tenían una buena relación Riquelme y Palermo. Cuando un jugador está en el ocaso de su carrera, más siendo ídolos como ellos, y con un buen pasar económico, es muy difícil de manejarlos porque cada uno tiene su ego. Ninguno de los dos quería perder terreno en el vestuario. Me pedían que no tratara de juntarlos, porque no venían al club a hacer amigos, sino a jugar al fútbol”, señaló.