Canallada contra Carlos Bilardo y vulneración a su intimidad
En las últimas horas, se viralizó una foto que retrata al ex entrenador campeón del mundo en una clínica, donde se recupera de una compleja enfermedad. Clarín y Olé difundieron esa imagen en perjuicio del derecho a la intimidad de Bilardo, lo que desató una ola de críticas, incluida la de Juan Sebastián Verón. De Balbín al "Kun" Agüero, los fallos judiciales que condenan estas publicaciones.
“Innecesaria”, quizás es la primera conclusión que se puede sacar de la viralización en redes sociales de la fotografía en la que se ve al ex entrenador campeón del mundo, Carlos Salvador Bilardo, en la intimidad de la clínica donde se recupera de una enfermedad neurodegenerativa y de una fractura de cadera que lo mantiene desde hace meses convaleciente. “Canalla”, puede ser el término para la decisión de llevar esa fotografía a un medio masivo como hicieron los diarios Clarín y Olé (ambos editados por AGEA).
La publicación, que viola claramente el derecho a la intimidad de Bilardo, desató un tsunami de críticas de amantes y protagonistas del fútbol, figuras destacadas del deporte y hasta del presidente de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón, quien pidió a los usuarios de redes que no se sumen a esas difusiones (ver video). También se fomentó una campaña de repudio por parte de los lectores contra esos diarios, a modo de “castigo” por la decisión editorial.
Según pudo confirmar Doble Amarilla de fuentes muy cercanas a la familia, la foto fue tomada el jueves durante una de las salidas del ex entrenador al jardín del establecimiento donde realiza su recuperación. “A Carlos le gusta salir a desayunar y a merendar al jardín, lo hace sentir mejor. De hecho está acompañado por su esposa y por un enfermero, como se ve en la imagen”, cuenta dolido con la publicación un cercano. Se desconoce, por el momento, si la instantánea fue tomada por un empleado o por algún familiar de alguno de los otros pacientes. En estos casos suele darse la discusión respecto a dos derechos que suelen chocar: el derecho a la información y el derecho a la intimidad.
La jurisprudencia zanja esta cuestión. El antecedente histórico, con fallo de la Corte Suprema, es el de Ricardo Balbín. En 1981, la revista "Gente y actualidad", propiedad de editorial Atlántida, publicó en tapa y en su interior fotos de Balbín agonizando en una cama de la clínica Ipensa de La Plata. Las imágenes generaron una fuerte conmoción social y la demanda de su esposa y de sus hijos contra la responsable editorial por el sufrimiento y la mortificación que les provocó esa publicación (Ponzetti de Balbín, Indalia c/ Editorial Atlántida S.A. s/ daños).
En esa histórica sentencia, a favor de la familia del exlider de la UCR, se establece que, “en el caso de personajes célebres cuya vida tiene carácter público, o personajes populares, su actuación pública o privada puede divulgarse en lo que se relaciona con la actividad que les confiere prestigio o notoriedad, siempre que lo justifique el interés general. Pero ese avance sobre la intimidad no autoriza a dañar la imagen pública o el honor de estas personas, y menos sostener que no tiene un sector o ámbito de vida privada protegida de toda intromisión…”. El publicar imágenes de su convalecencia, claramente vulnera ese derecho a la intimidad.
Clarin ya tiene antecedentes con un juicio famoso perdido justamente por esta jurisprudencia y contra un hombre del fútbol. En 2013, el extinguido diario Muy (propiedad del Grupo Clarín), publicó en tapa una foto de Sergio "Kun" Agüero y Karina, "la Princesita", acostados sobre la misma cama de un sanatorio, donde la cantante había sido internada tras una descompensación. La difusión generó un reclamo de la expareja contra “Arte Gráfico Argentino SA” y contra el “Sanatorio de la Trinidad Quilmes SA”, ya que la foto habría sido tomada por una enfermera. El fallo de Primera Instancia condenó a la editorial al pago de $100.000 y exculpó al centro médico.
El veredicto fue ratificado luego por la Sala B de la Cámara Civil. Los jueces Claudio Ramos Feijoo, Mauricio Luis Mizrahi y Roberto Parrilli compararon el caso con el de “Ponzetti de Balbín”. “Si bien el periodista debe investigar, comunicar e informar, entre otras cosas, para el bien de la sociedad; dicha prerrogativa traducida en la libertad de prensa –derecho de rango constitucional- no puede enarbolarse como un estandarte para avasallar los derechos personalísimos de los demás”, reza la sentencia condenatoria contra la editorial.
Para la Dra. Laura Calógero, vicepresidente primera del Colegio Público de abogados de Capital Federal, en estas condiciones “es aplicable la jurisprudencia” respecto al derecho a la privacidad de los fallos antes comentados. “La foto es a distancia, sacada subrepticiamente, en un lugar que no es público, sino donde Bilardo se está recuperando. Además, es una foto en la que claramente no posó ni fue autorizada”, relata la letrada en diálogo con Doble Amarilla. “Tanto el damnificado como sus hijos y esposa podrían pedir un resarcimiento”, remarca.
“Para sacar la imagen hay que tener autorización de la persona o familiar (si es que está enfermo y no puede darlo). Tampoco lo puede autorizar un enfermero del lugar. Quien haya sacado la foto, además, no le dio ni siquiera la posibilidad a la familia de impedirlo, ya que lo hizo sin que se den cuenta”, subraya Colágero. Además, la abogada aclara: “si quien tomó la foto la vendió, sería un agravante, tanto para la persona como para el medio”.
Más allá de los fallos judiciales y de los antecedentes, no deja de llamar la atención que se continúe con líneas editoriales de este tipo: publicar imágenes que carecen de carácter documental y que son sólo promotoras de un morbo que toda persona tiene, pero que con estas acciones se exacerba a límites despreciables es sencillamente injustificable. Más aún cuando la familia dio a conocer, hace un tiempo y durante una internación anterior, una foto en la que el mismo Bilardo decidió posar junto a los médicos con el objetivo de llevar tranquilidad al mundo del fútbol que sigue con atención su recuperación. Esta difusión, sin consentimiento, fue innecesaria, dañina y canalla.