Una película para entender cómo un marplatense logró que el surf sea olímpico
La Ola Imposible que cuenta la épica remada de Fernando Aguerre ganó premios en tres festivales de cine y ya se puede ver gratis por la web. El protagonista relata sensaciones y adelanta los Juegos 2024, que no serán en París sino en la ola más desafiante del mundo.
“El surf nunca logrará ser olímpico”.
“Fue el único que tuvo la visión de lograrlo”.
“¿Quién dedica más de 12.000 horas de su vida a hacer algo sólo por pasión o alegría?”.
Las frases de famosos protagonistas del surf mundial se suceden durante ‘La Ola Imposible’, la película que retrata “la larguísima remada” de 27 años que realizó Fernando Aguerre, el soñador marplatense que logró que su amado deporte llegara a los Juegos. Olímpicos.
“Fue así, algo que no iba a suceder. Por eso el alma de la película es que la gente entienda que no hay imposibles. Lo imposible es una especie de estratagema para no sentirnos mal por no intentar algo. Intentar lleva implícito no lograrlo, entonces qué mejor que no intentarlo para no sentirnos mal. La vida es eso, a veces te va bien y a veces, mal. Los surfistas lo sabemos bien: cuando perdemos una ola, remamos nuevamente para adentro para buscar otra. Así es la vida. Porque en la vida siempre viene otra ola y una nueva oportunidad”, reflexiona hoy, a los 65 años, mientras se emociona al saber que el filme ya estuvo en 13 festivales, ganando el premio al mejor en tres (International Ocean Film Festival, Shanghai Short Film Festival y LA Independent Film Festival) y siendo nominado en otros cuatro.
Ahora, además, quedó liberada para ver en todo el mundo en el sitio oficial, con subtítulos en castellano, luego de hacer una premiere en California con 250 invitados, y otra en Chapadmalal, con otros 220.
“Me gusta mucho cómo quedó, sobre todo porque habla gente muy cercana, como mi hermano, y otra que no, como surfistas olímpicos, campeones mundiales y dirigentes. Gente que se dio cuenta cosas de mí que ni yo me había dado cuenta. Todos estamos unidos por el hilo conductor que es el amor a las olas y por hacer cosas que nos hagan felices. Yo he vivido intentando eso, creando comunidades, y el surf olímpico es algo que me hace sentir orgulloso. Esta es la historia de un amor de toda la vida porque, a mí, el mar me salvó la vida”, admite Aguerre, quien prioriza el agradecer en este momento de cosecha. “Tengo enorme gratitud por las personas que me ayudaron. Mi resiliencia y persistencia resultaron el motor, pero el combustible fue el apoyo de todas las personas. Incluso de la gente que pensaba que yo era un lunático, algo que hasta yo mismo pensé…”, explica, sonriente.
De chico, Fernando no era tan bueno en los deportes y se enfocó en otras cosas. Y cuando en la adolescencia dejó de lado su perfil introvertido -como cuenta en el filme- para pasar a mostrar su actual esencia emprendedor y exótica, ya como DJ y organizador de torneos de surf. En 1979 dio un paso más, fundando un surfshop (Ala Moana) con su hermano Santiago y su madre Norma. Luego se fue a California, creó una marca que se transformó en mundial (Reef) y, a la vez, empezó con su historia como directivo. Electo en 1994, está por cumplir 29 años como presidente de la International Surfing Association.
Allí empezó un sueño que tomó fuerza cuando leyó que el hawaiano Duke Kahanamoku había tenido antes, en 1920. “Alguien, algún día, llevará al surf a los Juegos Olímpicos”, predijo el padre del surf moderno. Aguerre se propuso ser esa persona. “Nunca hubo un master plan, siempre fue cambiando, porque la gente con la que tenía que hablar, y convencer, desde líderes de federaciones hasta directivos del movimiento olímpico, iba cambiando. Pero la brújula siempre apuntó ahí. A veces no tenía tiempo, me dedicaba a la tarde, luego de mi trabajo. Pero me pude rodear de gente capaz, sin miedo a las dificultades y que no escapa en la adversidad”, relata. Hoy las luces recaen sobre él. Parece insólito que un abogado marplatense, de un país de Tercer Mundo, y lejos de la historia de otros haya logrado lo que ninguno de los popes del primer mundo surfístico haya siquiera soñado. “Es loco, sí, pero nunca me siento más que nadie. Es verdad que no somos potencia ni tenemos la tradición de otros, pero contamos con otras cosas que nos hacen especiales”, reflexiona.
Aguerre relata ejemplos de cómo fue superando obstáculos, sobre todo cuando muchos lo miraban como un bicho raro en el ambiente olímpico y ni siquiera le prestaban atención. “Rechazos tuve muchos. Yo iba a todas las reuniones del COI, pero estaba al pie de la pirámide olímpica. Buscaba una habitación en los hoteles donde se quedaban los dirigentes y me aparecía por el lobby o el bar, a comer, tomar una cerveza y así acercarme para charlar con ellos y contarles mi sueño. Una vez un dirigente me consiguió una invitación a una gala, pero le dije que ‘no gracias’. No quería una tarjeta, quería que ellos me invitaran. Y de a poco pasó. Cuando llegó Thomas Bach como presidente, una puerta se abrió”, describe.
Hoy, luego de la experiencia en Tokio, todos lo miran de otra forma. “Ahora ya saben el valor del surf, el empujón que le dio al movimiento olímpico. Están todos contentos y les encanta porque, en Tokio, fue top 10 en deportes y top 5 en redes sociales. A tal punto lo saben que no sólo lo mantuvieron en el calendario de los dos próximos Juegos sino que además aceptaron que en la próxima cita olímpica el surf sea el segundo deporte en la historia que se disputará en una sede en otro continente. Todo por la importancia que tiene y el crecimiento que ha reflejado”, cuenta.
Justamente, hace un mes, en El Salvador, Aguerre disfrutó del segundo Mundial ISA del segundo ciclo olímpico, con récord de países (63) y la presencia de los mejores del mundo. “Fue emocionante, porque estuvieron los surfistas top, hubo olas increíbles y seguimos asistiendo a un crecimiento del deporte, con diversidad e igualdad de género. Por caso, hubo un equipo de Arabia Saudita por primera vez y en Irán participó la primera mujer", resumió sobre el torneo que entregó los primeros boletos olímpicos (ocho) y tuvo a Perú como el campeón por equipos. Los clasificados de América saldrán de los Panamericanos que se disputarán en Chile, desde el 20 de octubre.
Pero Fernando no se detiene. Ahora ideó, organizó y logró la financiación del COI para que los surfistas de menor experiencia que se clasificaron vayan durante este mes a entrenarse a Teahupoo, donde se hará la competencia olímpica. Claro, porque no se hará en París. El COI autorizó a que el surf se dispute en Tahití, en la Polinesia Francesa.
Un lugar ideal para llevar el surf a otro nivel de reconocimiento porque si hay un sitio que representa el imaginario colectivo popular de lo que es este deporte, ése es Chopo, como le dicen. Se trata de una rompiente tan famosa y bella como desafiante y aterradora. “Un paraíso terrenal, la mejor cancha donde puede disputarse un torneo de esta importancia. Será algo soñado y a nadie le quedarán dudas de que el surf ha llegado para quedarse y potenciar el movimiento olímpico”. Una ola que, al final, ha sido posible.