Cada cierta cantidad de años emerge una liga que rompe el mercado del fútbol internacional: a fines de la década pasada sucedió con el campeonato chino y ahora ocurre con el de Arabia Saudita. De un tiempo a este parte, el país arábigo ha aglutinado a grandes figuras internacionales.

Entre ellas aparecen Cristiano Ronaldo, Karim Benzemá, Neymar Junior y N’Golo Kanté. Sin embargo, estos fichajes explosivos no han hecho más que generar preocupación entre las autoridades de la liga, debido a que se ha acrecentado enormemente la brecha entre los clubes de más recursos y aquellos de menos.

Solo los equipos que forman parte del Fondo de Inversión Pública (PIF) tienen la posibilidad de incorporar a jugadores de talla mundial. Hablamos puntualmente de Al Nassr, Al Hilal, Al Itthad y Al Ettifaq. El resto, en mayor o menor medida, está librado a su suerte, con deudas enormes incluso.

A continuación, un ejemplo práctico: Al Itthad ha hecho una inversión multimillonaria para firmar a Moussa Diaby, que rondó los 60 millones de euros, mientras que su club vecino Al Wehda no puede ni completar su plantel, debido a que en sus filas cuenta con apenas 14 futbolistas profesionales.

Párrafo aparte para Al Qadisiah, una institución que se encuentra fuera de los cinco poderosos pero que gracias a la empresa petrolera Saudí Aramco ha logrado las contrataciones de Nacho Fernández Iglesias, Pierre-Emerick Aubameyang y está cerca de abrochar a Paulo Dybala.