La fractura en la dirigencia de Boca y una conducción a la deriva
Cruje el oficialismo en Boca. Hay río revuelto y el presidente está cada vez está más cerrado en un círculo ultrachico. Si bien los comicios aún queda lejos, Ameal no puede controlar las grietas que existen dentro del oficialismo. Riquelme, por su parte, acrecienta su poder sobre el fútbol y ejerce su propio mandato desde el predio de Ezeiza en lo que parece una presidencia paralela. Asimismo, cada vez más dirigentes que impulsaron la campaña de Ameal se reúnen a sus espaldas.
El Presidente Jorge Amor Ameal atraviesa su peor momento en la gestión como presidente de Boca. Desde hace meses quedó en claro que no maneja el fútbol y que Juan Román Riquelme hace y deshace a su antojo. Sin embargo, en los otros aspectos no vinculados a la pelota, el club cada vez parece más a la deriva.
Los primeros cruces y cortocircuitos fueron ni bien asumió esta nueva conducción, pero su pico máximo fue con la renuncia de Mario Pergollini. Luego de este hito, el Mundo Boca cruje y toda la alianza oficialista está absolutamente partida. Se dinamitaron todos los acuerdos y hasta algunos que pusieron el cuerpo para la intensa campaña de 2018 por Jorge Amor Ameal no lo confían y se sienten afuera.
¿Cuál es la consecuencia de esta situación? Desde hace cinco meses, hay reuniones cada vez más frecuentes y con más heridos. Esos encuentros incipientes ahora se repiten religiosamente cada quince días y suman cada vez más adeptos con la excusa de generar proyectos para Boca pero, en realidad, como una catarsis política sobre el actual presidente de Boca.
¿Cuál es el origen de las recriminaciones para Jorge Amor Ameal? Que no cumple ninguno de los acuerdos de base que esgrimió en campaña y cada vez destruye más las alianzas que lo llevaron nuevamente al Sillón Presidencial de Brandsen 805.
Es sabido que en tiempos de pandemia donde no se puede repartir ticketing o repartir viajes es difícil mantener a la tropa alineada, con lo cual ni siquiera esa herramienta tiene Ameal para calmar las aguas y buscar algún remanso, aseguran algunos dirigentes dolidos.
También hay mucho descontento con el reparto de algunos cargos que no se dieron y la gota que rebalsó el vaso fue el intento de desplazar de la Asamblea de Socios a José Luis Palazzo. ¿El motivo del enojo de Ameal? Un hecho insólito. Se debió a que Palazzo le permitió en la última Asamblea tomar la palabra al macrista y opositor Diego Lajst, pese a las indicaciones explícitas de Ameal para que no hablara nadie que no fuera parte del oficialismo.
En este escenario, Boca parece dos clubes en uno. El primero funciona en el predio de Ezeiza y tiene un claro amo y señor como Juan Román Riquelme, mientras que el otro, con sede en la Bombonera, está resquebrajado de poder y parece regenteado por Jorge Amor Ameal.
¿Quiénes forman parte del pequeñísimo círculo interno? Son cuatro directivos: el Secretario General Ricardo Rosica, el responsable del Departamento de Obras Carlos Navarro, el de Deportes Amateurs Martín Mendiguren y el de Relaciones Institucionales Alejandro González (estos últimos tres son vocales titulares). Hay un aspecto muy particular y es que previo a cada reunión de Comisión Directiva, Ameal se junta con estos cuatro laderos en su despacho y salen todos juntos en el Zoom, mientras que el resto sale desde sus casas en forma individual.
Esto muestra que Ameal define las cosas con este círculo ultrachico y nadie más. Lo alarmante es que en la gestión cerrada comienzan a aparecer algunas denuncias de presuntos desmanejos en la caja de Boca y todos cercanos a este pequeño círculo. La mayoría involucra a los hombres del riñón de Ameal.
Un ejemplo de que el presidente sólo confía en un puñado de dirigentes es que en las últimas horas nombró a Ricardo Rosica (hoy su verdadera mano derecha) al frente de la fundación Boca Social. Ese espacio está casi paralizado desde el año pasado porque Ameal quería refundarlo y quitarle todo vestigio de macrismo y angelicismo. Esto le valió la pelea con su ex presidente, Alberto Salvo, quien fue clave en la llegada de Ameal a la presidencia. Hoy Salvo es uno de los que nuclea a los "dolidos" del oficialismo.
De todas maneras, según pudo saber Doble Amarilla, la preocupación de Ameal es más hacia el frente interno con Riquelme que al embate de otros dirigentes. El presidente, en su mundo, le cuenta a sus cercanos que está en el mejor momento del vínculo con Riquelme y que ya habrá tiempo para fortalecerse en ese nivel interno del club. Sin embargo, del lado de Román la cuestión no es tan lineal porque JR10 luego de un primer tiempo de distanciamiento mandó un mensaje: yo manejo el fútbol y ustedes "el resto".
Pero Ameal tuvo cruces también con Riquelme, no cara a cara, pero sí vía terceros. En Boca retumbó mucho un cortocircuito que sucedió hace dos meses cuando Román le pidió a uno de los gerentes los números de Boca para saber con qué dinero contaba para el mercado de pases y Ameal ordenó que no le entreguen esa información. Al enterarse el 'Eterno 10' de esta decisión, estalló su furia dirigida hacia Ameal. "Ni se les ocurra nunca esconder información", fue la frase fulminante de Román.
Desde el círculo chico de Ameal, reconocen que "el caracter de Jorge es un problema". Quienes han tratado estos meses con él, se sorprenden por lo furibundas de sus reacciones y porque quiere definir temas intrascendentes. "Es raro, no está en algunos temas importantes del fútbol, pero sí está en temas que un presidente ni debería meterse por lo menores que son", cuenta un dirigente que sigue apostando a la conciliación dentro del oficialismo.
Sin embargo, esos dirigentes le restan importancia a la fractura y aseguran que hay espacio para la recomposición. Un tema que sí los preocupa es la relación con AFA y la Liga. "Jorge está mal con Tapia y con Tinelli. No se puede vivir así. Eso es un problema para Boca porque lo debilita antes las instituciones que rigen el fútbol. Tampoco hay relación fluida con Conmebol", develan con cierto alarmismo.
Ameal, mientras tanto, siente que las grietas del oficialismo forman parte de un desgaste que lleva adelante la oposición con Angelici como líder onmipresente. Sin embargo, en los pasillos de la Bombonera creen que esta situación de soledad en la conducción es pura y exclusiva responsabilidad del propio Ameal, que empieza a ver en el horizonte unas elecciones 2023 donde no habrá forma de volver a reunir el frente oficialista.