(De la redacción de DOBLE AMARILLA) El superpapelón de la final de la Copa Libertadores no sólo tuvo consecuencias inmediatas y de corto plazo para el fútbol argentino sino que además marcó el punto sin retorno para el Mundial 2030 para Argentina.... una decisión que alteró los planes del gobierno de mantener discursivamente un proyecto que, tal como adelantó Doble Amarilla hace casi dos meses, el gobierno de Mauricio Macri internamente ya lo dio de baja.

Las paradojas dirán que justamente Madrid será el escenario de la final Boca-River por la Copa Libertadores. Un escenario español como el Santiago Bernabeu para dejar atrás las suspensiones y las dificultades organizativas, de gestión y de seguridad que cuenta el fútbol argentino.

Alejandro Domínguez tomó ese tesoro precioso que es la final de la Copa Libetadores, y este año potenciada por los finalistas argentinos Boca y River, y ante este escándalo se lo cedió a Luis Rubiales y Florentino Pérez, justamente dos propulsores de la fuerte candidatura española para 2030.

"En Argentina no están dadas las condiciones para jugar el partido", fue el puñal que llegó desde Asunción para el Gobierno de Mauricio Macri justo a una semana de la organización de la Cumbre del G20.

Luego se fue reestableciendo la relación entre Domínguez-Macri al punto que el viernes en la Gala del Colón, Domínguez se sacó una foto con Gianni Infantino y Fernando Marín con la frase "Presidente @mauriciomacri por la brillante Gala del G-20. Augurios de éxitos para esta cita de líderes mundiales en la Argentina".

Sin embargo, Fernando Marín se mostró durante toda la semana muy abatido porque desde el discurso ya tampoco se sostiene una candidatura que no se anuncia su baja par no pagar el costo político.

El ex gerenciador de Blanquiceleste tenía dos pedidos presidenciales para este 2018: promover la aprobación de las Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol argentino y mantener vigente en la opinión pública la candidatura junto a Uruguay y Paraguay para el Mundial 2030... no pudo cumplir con ninguna de las dos.

Hasta la semana pasada, si bien en Gobierno reconocían que la candidatura es imposible, la idea era retrasar el anuncio de su baja para más adelante. Conmebol había solicitado que la sede del Mundial 2030 había se defina en 2020 y no en la previa del Mundial de Qatar 2022. El argumento era que los países sudamericano necesitan más tiempo para completar toda la infraestructura necesaria. Sin embargo, tras el Mundial de Rusia no se insistió con esta alternativa. "La candidatura está caída, Argentina no puede comprometer en los próximos 3 años esas erogaciones para organizar un Mundial. La idea era anunciarle a los socios el año próximo esa posibilidad ya que no había apuro para darle de baja. Este golpe del River-Boca es probable que acelere todo o que directamente siga sin ningún tipo de avance", reconoce una alta fuente del gobierno argentino.

Los socios en la candidatura ya empiezan a mirar de reojo. La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) acaba de normalizarse con la votación del nuevo estatuto y en breve dejará de estar intervenida por FIFA. Uruguay es el verdadero impulsor de la candidatura para el mundial del Centenario. Cuando vieron las imágenes del Superclásico desde el otro lado del Río de la Plata se agarraron inmediatamente la cabeza. En Paraguay, la euforia por el mundial es mínima por parte del gobierno de Mario Abdo Benítez. El flamante presidente no tiene las mismas expectativas sobre la Copa del mundo que el anterior mandatario Horacio Cartés.

Este combo político hace que el sueño del mundial sudamericano ya no se sueñe ni despierto ni dormido. Igual, más allá del bochorno superclásico, la principal muestra de que la candidatura está en punto muerto es que "Iniciativa 2030", la entidad que conduce Marín y que se encarga de la candidatura, lleva meses sin lograr avances concretos y que tras cada reunión anuncia sólamente intenciones pero aún no están a la vista ni cronogramas, ni acuerdos formales rubricados y mucho menos planes reales de obra y financiamiento.