(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) El fútbol demuestra todos los días que ningún planteo, planificación o proyecto promete triunfos. La impresivibilidad de uno de los deportes más dinámicos del mundo genera que nada esté asegurado más allá de cómo se hagan las cosas. Pero, queda claro, y este es el punto clave, mientras mejor se hagan las cosas, más posibilidades hay de triunfar. El famoso proyecto como base, una dirigencia seria, un técnico confiable que posea tiempo para trabajar y jugadores jóvenes que se vayan acoplando progresivamente son claves para incrementar las chances de éxito. Uruguay, con Óscar Washington Tabárez al mando desde 2006, ha hecho varias de estas cosas; la utilización de sus juveniles, piedra basal del éxito y pieza fundamental de una estructura que ha generado más alegrías que tristezas.

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Martín Campaña, Sebastián Coates, Jonathan Urretaviscaya (2009), Matías Vecino (2011), Gastón Silva, Giorgian De Arrascaeta, Diego Laxalt, José María Giménez, Guillermo Varela (2013), Nahitán Nández (2015) y Rodrigo Bentancur (2017). Once nombres, una alineación completa. ¿Qué tienen en común? Forman parte del plantel charrúa en Rusia. ¿Y además? Todos participaron de Mundiales Sub 20 en los últimos nueve años. Ejemplo de renovación y aire fresco para una Selección que, con una idea concreta, da pelea en las Copas del Mundo desde hace casi una década.