Pocos espectáculos son más atractivos que una Copa del Mundo de Fútbol, y en especial la final de esta competencia que cada cuatro años paraliza al planeta y le pone epicentro a la sede del cotejo que consagrará a un nuevo campeón del deporte más masivo y popular que existe.

El Estadio Lusail amaneció diferente a la inmensa mayoría de las jornadas en las que hospedó un partido de esta Copa. En la presentación, en los colores (propios de la final) y también en el operativo de seguridad que se montará para el choque entre los equipos que encabezan Lionel Scaloni y Didier Deschamps.

La sede de la inmensa mayoría de los encuentros en los que la Selección Argentina se presentó en el Mundial de Qatar presenta un dispositivo que consta de un nuevo vallado, así como también de un doble control de las entradas para evitar las falsificaciones y aquellos hinchas que lleguen a las proximidades de los accesos sin tickets para la gran final.

Por otro lado, también la cantidad de efectivos de fuerzas de seguridad locales para el encuentro clave de la Copa del Mundo se ha incrementado en varios cientos respectos a las citas anteriores en Lusail. La infraestructura que puso a disposición el país organizador es notable y los controles se volvieron más férreos. La idea es que la fiesta del fútbol sea completa y evitar cualquier posible mancha que la eclipse.