El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aprobó la ley que permite que los clubes se transformen en Sociedades Anónimas Deportivas (SAF). Cabe destacar que ya había pasado en junio por el Senado y en julio por la Cámara de Diputados.

En este momento, los clubes de fútbol en Brasil son asociaciones civiles sin ánimo de lucro. La ley, denominada Club-Empresa, ofrece incentivos para la conversión de clubes al modelo SAF. Se ocupará únicamente del fútbol masculino y femenino, excluyendo a otros deportes e impidiendo que entidades, federaciones y la propia Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) se transformen en SAF.

Según la ley, las modificaciones en el nombre, escudo, himno, colores y ubicación de la sede del equipo solo se realizarán con el aval del club. La ley también contempla la transferencia obligatoria a la SAF de los derechos y deberes derivados de las relaciones con el club, incluidos los derechos a participar en competiciones, contratos laborales y uso de imagen.

Asimismo, concede un lapso de seis años, prorrogable por otros cuatro, para que el club salde sus deudas civiles y laborales. Ofrece distintas opciones para que los equipos paguen los montos adeudados: pago directo de deudas por parte del club, recuperación judicial (negociación colectiva) y consorcio de acreedores.

A su vez, contiene los llamados "instrumentos de aceleración" para el pago de estas deudas: descuento, cesión de crédito a un tercero, conversión de deuda en acciones de la SAF y emisión de bonos del mercado.

¿QUÉ IMPLICA EXACTAMENTE?

El proyecto de ley del Club-Empresa opera en dos campos: apertura a la inversión y endeudamiento. Lo que marca la medida es que los clubes pueden transformarse en empresas o convertir sus departamentos de fútbol en modelos de negocio. En pocas palabras, se posibilita que haya Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF).

Con respecto a la deuda, la estructura se hace especialmente atractiva para instituciones que tienen deudas difíciles de pagar, tales como Cruzeiro y Botafogo. Los montos impagos permanecen con los clubes, pero la empresa también se hace cargo de pagarlos, con un límite: 20% de ingresos brutos y 50% de ganancias.

Es decir, suponiendo que no haya ganancias, el club limitará todos los pagos de la deuda a una quinta parte de sus ingresos. Eso implica que el "club-empresa" podrá operar con el 80% de sus ingresos y, también, que las deudas grandes tardarán bastante en pagarse. Por ejemplo, si una institución debe R$ 100 millones, solamente podrá pagar R$ 20 millones en deudas por año.

En el mismo tono, el club-empresa abre la posibilidad de convertir deuda en acciones, lo cual también genera que inversores den dinero a los clubes para proyectos o contratos a cambio de intereses o participación en el negocio. Portales brasileños señalan que equipos como Cruzeiro y América Mineiro ya negocian con inversores.