Adrián Martínez: de estar seis meses preso a ser el goleador en el inicio de la Libertadores
El delantero argentino llegó desde Sol de América para esta temporada. Marcó seis tantos en la presente edición. Desde 1986, un jugador no hacía dos goles en los primeros 5 minutos.
(De Conmebol Libertadores) Piezas de dos metros por dos metros a las que la jerga carcelera llama "buzones". Adrián "Maravilla" Martínez sobrevivió tres meses ahí. Contaba el tiempo, rezaba, se conectaba con lo que fuera que lo mantuviera bien de la cabeza. En un confuso episodio, a su hermano le habían pegados tres tiros. Fue corriendo con su papá al hospital. Mientras lo atendían, un grupo de vecinos suyos fue a la casa del agresor y la incendió. Doscientas personas prendiendo fuego todo. Los dueños de casa lo denunciaron por robo. Por error, estuvo seis meses en la Unidad 21 de Campana, hasta que las cámaras del Sanatorio demostraron que no había estado allí aquella noche.
La vida de Martínez, de 26 años, dio un vuelco. "Me daban un pan por día", contó, años después, ya jugando en Atlanta, en una entrevista con el suplemento Enganche de Página 12. A los seis meses, lo sobreseyeron. Fue a probarse a Defensores Unidos de Zárate, el ascenso argentino. Le costó convencer al resto de quién era: y, sobre todo, de quién no era. Antes, había trabajado de albañil y de recolector de basura. Tenía talento, aunque estaba mal físicamente. Empezó a creer fuertemente en dios. Le rezó a la leyenda del Gauchito Gil. La vida era muy difícil.
Lo sufrió: "Ahí dormía sobre una chapa. Si te llevan una frazada tus familiares, al menos tenés para hacerte un colchón. Si tenés muchas frazadas y vas a ver a tus visitas, quizás los otros presos te las pescan. Te las sacan con una caña por el pasaplatos. A mí no me las pescaron porque ya estaba advertido."
"Yo soy malo, soy burro, pateo y la pelota termina adentro. Pega en el palo y me vuelve. Los goles me los da dios. Estoy bendecido", le decía a sus compañeros de Atlanta. Ahí, empezó a romperla. Fue en 2017. La Copa Argentina lo llevó a la fama. Primero, por un gol contra Belgrano de Córdoba. Después, porque le tocó jugar contra River. Se hablaba de él, de esa enorme capacidad para romper redes. En el Bohemio, se volvió famoso.
Llegó a Sol de América, en Paraguay. Una vez más, la suerte o el talento -depende quién lo mire- estuvo de su lado. Fue el goleador del equipo con 12 gritos. Libertad, entonces, decidió llamarlo para la Copa Libertadores y en un mes es una de las grandes figuras de la Copa. Le hizo cuatro goles a The Strongest en los dos partidos por la Fase 2.
En el debut en la fase de grupos, marcó un doblete contra Universidad Católica en la victoria de Libertad por 4-1. Hizo dos tantos y se convirtió en el segundo jugador en la historia de la Libertadores en marcar dos goles en los primeros 5 minutos. El único que hasta esta noche tenía esa marca era Juan Carlos Lima, quien en 1986 le anotó a Bangu al minuto uno y al tres de juego.