Crónica de una muerte anunciada: la guerra entre River y Boca tenía que terminar mal
No todo empezó con esta Superfinal. El inicio de la guerra fría entre los máximos dirigentes de River y Boca se potenció con la muerte de Julio Grondona, que no sólo trajo problemas institucionales, sino que desató una feroz disputa que golpe a todo el fútbol. Acumulación de poder dentro y fuera de la cancha, ambiciones sin límite, desigualdades económicas y una guerra que puede llevarse puesto al fútbol argentino. El juego de Macri para favorecer el monopolio de River y Boca.
(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Cuando falleció Julio Grondona en agosto de 2014 todos se imaginaron que había que refundar al fútbol argentino. Un manejo cuestionado por lo personalista y oscuro, derivó en la lucha por ocupar su sillón que terminó con el insólito 38 a 38 en las elecciones de AFA de diciembre de 2015.
Pero paralelamente a la rosca interminable que catapultó a Claudio Tapia a la presidencia luego del interinato de Luis Segura, había una guerra por momentos fría y por momentos frontal entre los máximos responsables de conducir a los dos clubes más importantes del país. En esa disputa Rodolfo D’Onofrio y Daniel Angelici encabezaron una lucha sin cuartel, acumulando poder dentro y fuera de la cancha.
Tanto poder acumulado, con influencias notorias en AFA (Boca ocupa la vicepresidencia primera y puso varios cargos en tribunales de disciplina y otros cargos estratégicos) y Superliga (mismo cargo para River ocupado por Jorge Brito) terminó en un choque frontal que dinamitó al fútbol argentino y sudamericano de la mano de dos dirigentes que permanentemente juegan a fondo en todas las instancias. Se pelean y amigan en público. Se sacan fotos protocolares y firman de promesas de fair play. Hacen y deshacen organismos como la ‘Liga Sudamericana’ donde iban a pelear juntos contra la Conmebol de Alejandro Domínguez pero una traición de uno y de otro hizo que ese proyecto quede en la nada hasta hoy. Se chicanean en los medios y luego se piden disculpas. Jamás en más de 100 años de historia de ambos clubes hubo dos Presidentes que tengan estas ambiciones personales y acumulen tanto poder y nunca se llevaron tan mal como Angelici y D’Onofrio.
Las ambiciones políticas de ambos dirigentes también están bajo la lupa. A Angelici, los hinchas de Boca le recriminan abiertamente que piense sólo en su club (D'Onofrio lo hace más sutilmente), pero tanto uno como otro utilizan el poder de fuego que les da ser el máximo dirigente de uno de los dos grandes del fútbol argentino para intereses personales. Angelici con influencias en la política dentro de Cambienos teniendo amigos en puestos clave tanto en Nación, Ciudad y la Provincia de Buenos Aires y acusado por Elisa Carrió de ser uno de los máximos operadores judiciales del Gobierno con plena incidencia en los tribunales capitalinos y federales.
D’Onofrio armando junto a Facundo Manes y Juan Carr un espacio político que si River levanta la Copa puede terminar en una candidatura resonante en la política nacional.
Tanta ambición sin freno terminó chocando de frente y colapsó al fútbol argentino que deberá esperar varios años para recuperarse de este golpe.
Ya son muchos los dirigentes de otros clubes que manifiestan su descontento y sus ganas de ponerle un freno a este enfrentamiento que terminó de la peor manera. El primero en decirlo abiertamente fue Cristian Malaspina, presidente de Argentinos Juniors. “Les pido a los poderosos aflojar con la lucha de egos porque nos llevan a todos puestos”, lanzó en un filoso twitt.
La amplia mayoría de los dirigente también analizan que la llegada de Macri a la presidencia fue nociva para el fútbol argentino. “Vino a vengarse”, es lo menos que le recriminan, ya que recuerdan, entre tantas intromisiones, el freno a Tinelli antes del 38 iguales, la conspiración para intervenir la AFA cuando Moyano ya estaba a punto de ser el Presidente, los carpetazos a los dirigentes con causas en AFIP, UIF, Aprevide y el Ministerio de Seguridad de CABA, las persecuciones a enemigos históricos, la asfixia que recibieron los clubes durante la intervención de la mal recordada Comisión Normalizadora encabezada en la práctica por otro fanático de Boca y amigo del presidente como Javier Medín (a pesar de que la presidía Armando Perez), el hostigamiento económico con el aumento de los operativos policiales, la amenaza con suprimir el decreto 1212 que haría fundir a varios clubes y la instigación para que se creen las Sociedades Anónimas Deportivas con un reciente intento fallido.
Todo esto, hasta hoy, sólo favoreció a River y a Boca. Ellos ya eran los dos más grandes pero, desde Grondona para acá, se transformaron en gigantes dejando cada día más claras las diferencias económicas frente al resto de los clubes, incluso los otros 3 denominados grandes como Independiente, Racing y San Lorenzo. En cada acción, se percibe que a ellos, les conviene que el resto de los clubes sean cada vez más pequeños. Pero en eso, la responsabilidad también es de los otros clubes que los dejaron hacer y deshacer “a piaccere”. Por miedo o por pereza política, River y Boca se repartieron todos los cargos importantes. Con arbitrajes y fallos de tribunales que siempre dentro del fútbol argentino los favorecen. O ante la duda, no son perjudicados.
Cada vez son más los clubes que no ven con agrado el desprecio que ejercen River y Boca por los competidores, e incluso, por la Superliga.
¿Llega hasta ahí el descontento del resto de los clubes? No, hay más y relacionado a lo económico. Es sabido el enojo respecto a que River y Boca tengan contratos extra con Fox y Turner, vendiendo en exclusiva ciertas imágenes de las previas a los partidos o bien contratos de partidos amistosos.
En los pasillos dirigenciales se habla de que los dos más grandes tienen un ingreso extra al contrato de la TV. El contrato con Fox y Turner quedó pobre producto de la devaluación. Hoy está en su piso si uno lo convierte en valor dólar. A muchos dirigentes les llama la atención que ni River y Boca se quejan jamás de ese ingreso. ¿Tienen también arreglado una actualización por debajo de la mesa?, se preguntan.
Son varios los dirigentes que recuerdan cuando “en tiempos previos al Fútbol para Todos, River y Boca tenían un pago extra de parte de la empresa que manejaba los derechos”.
La AFA mira con preocupación. Chiqui Tapia está en su mejor momento con su reciente cargo en FIFA, su vicepresidencia en Conmebol y recuperando espacios para la Argentina. Pero este golpe lo afecta, aunque le da una oportunidad. Delante de las narices del presidente de la FIFA los dos clubes más notorios de su asociación hicieron un papelón irremontable. La primera consecuencia fue que Argentina perdiera la organización de un evento de interés mundial lo que supone una deshonra para el país y para el Gobierno, pero también para AFA. En voz baja Angelici y D’Onofrio suelen criticar duro a Chiqui y hasta, por momentos, lo subestiman o buscan pisotearlo. Quizás es momento que sea el presidente de AFA el que empiece a ponerle un freno a la acumulación de poder de los dos más grandes. Principalmente, a sabiendas, que ambos siempre miraron con recelo el sillón de Viamonte.
En AFA saben que la relación con "el viejo" (como le dice casi todo el ambiente dirigencial a D'Onofrio) es frontal. "Rodolfo no lo quiere, no lo disimula y si tiene que enfrentarlo por delante, lo hace", reconoce una hombre de peso de la rosca. El problema es el Tano porque todos esperan que se comporte como el escorpión. El debilitamiento del presidente xeneize debe lucir como una buena noticia para Tapia: si Angelici está empoderado, su presidencia siempre está a riesgo; si Angelici está sin fuerzas, todo es más tranquilo y ni aparece por Viamonte. Es unánime el motivo por el que la mayoría de la dirigencia no quiere a Angelici. ¿por su soberbia?, ¿por el poderío económico y deportivo de Boca?, no para nada. "El problema es que el Tano es un botón, aprieta con la Justicia y eso no se hace, menos en el fútbol", reconoce un dirigente que lo enfrentó en más de una oportunidad. Este es el punto en el que más se tienen que cuidar quienes hoy o antes cultivaron alianzas con Angelici.
Una derrota deportiva en Madrid va a debilitar a cualquiera de los dos, pero la actualidad de ambos es muy diferente. A D'Onofrio, probablemente, le recriminarán algunos socios e hinchas que no logró que River jugara en el Monumental. Pero por el lado de Angelici el golpe puede terminar con su defenestración del club y con un caos institucional a un año del final de su mandato. En su interior, sabe que si gana toca la gloria y si pierde es un cadaver político.
Ante este panorama asoman las preguntas: ¿Será momento de refundar el fútbol argentino y que los clubes medianos y chicos vuelvan a tener el poder que Julio Grondona les había dado? ¿Se animarán? El tiempo lo dirá.