Gago quiere ser DT, pero no siempre querer es poder
El crack recientemente retirado anunció que busca ser entrenador. Los antecedentes no están a su favor: muchos desean estar en el banco ni bien se sacan los cortos, pero pocos lo logran. El caso frustrado de Erviti, quien se retiró del cargo sin nunca asumir y los problemas que tuvieron Almeyda, Méndez y los ex players de Estudiantes, como muestra de lo difícil que es. Pocos llegan, y menos aún logran mantenerse.
(De la Redacción de Doble Amarilla) Retirarse de la práctica activa del fútbol suele ser traumático para cualquier jugador. El dolor de ya no ser y la incertidumbre del futuro laboral suelen unirse y decantar en lo lógico: el deseo de seguir ligados al ambiente y ser entrenadores. En las últimas horas, Fernando Gago anunció que quiere ser DT. Incluso ya tiene su equipo armado, con Federico Insúa como ladero y Gastón Maddoni (sobrino del histórico Ramón). Pero, la pregunta se impone: ¿es fácil insertarse en el ambiente?
El caso más reconocido de los últimos tiempos es el de Matías Almeyda, quien pasó de un lado del grupo al otro en cuestión de horas y en un escenario adverso. El propio 'Pelado' siempre dijo que fue muy traumática su primera experiencia en River, al punto de decir que difícilmente vuelva a dirigir en el club que lo vio nacer.
Con esfuerzo y sobrellevando mucha presión, Almeyda supo encauzar su carrera de entrenador. Lo mismo le pasó a Sebastián Méndez, quien con dos experiencias muy flojas (interinato en San Lorenzo y puesto fijo en Banfield), tuvo que refugiarse en el Ascenso para moldearse como DT y buscar otra oportunidad en Primera. Eso, le llevo cuatro años. Otra muestra más de lo difícil que es. Querer, no siempre es poder.
Así como están los que con esfuerzo se sobreponen, están quienes anuncian su idea y conforman el cuerpo técnico, pero nunca llegan a trabajar. Ese caso es el de Walter Erviti, que tras retirarse en su Mar del Plata natal hizo el anuncio con bombos y platillos de que quería ser DT. Primero era con su amigo Alejandro Kohan como preparador físico. Pero éste prefirió acompañar al hoy querido por todos, Hernán Crespo. Luego anunció que su ayudante sería Leandro Gracián, pero nunca llegaron a ponerse ningún buzo. El ex Boca siguió dando varias notas y manifestaba que su futuro iba a estar en el banco, explicando en los medios como iban a jugar sus equipos. Pasaron los meses e incluso los años, y la experiencia de entrenador nunca llegó. Hoy poco se sabe de sus intenciones. ¿Será DT o abandonó antes de arrancar esta difícil carrera?
Relacionado con Erviti, porque fue quien lo hizo debutar en Primera, está la historia de Oscar Ruggeri. Multicampeón de todo, quiso ser DT. A los pocos años, se dio cuenta de que sufría más de lo que gozaba, y que el sufrimiento lo trasladaba a su familia: prometió nunca más dirigir. Hace pocas semanas contó la anécdota en el programa de TV del que participa, ante la mirada de sus compañeros que observaban como alguien con personalidad mostraba su lado menos conocido. Una muestra más de que esto no es para cualquiera.
En contrapartida, hay casos de rápida inserción y carrera extensa, como los de Daniel Passarella (seis meses entre su etapa de jugador y su inicio como DT) y Diego Simeone. Se suman, aunque con menos recorrido en cuanto a tiempo ejemplos como los de Eduardo Domínguez e Israel Damonte.
En Estudiantes, militando la cuestión genética y de identificación, apostaron por hombres de la casa en los últimos años. Recientemente retirados y con poca experiencia en la conducción, los casos de Leandro Benítez y Leandro Desábato desnudan la dificultad y el riesgo de sentarse en la silla eléctrica: ambos salieron eyectados, pusieron en riesgo su reputación y valoración en el club y evidenciaron la falta de proyecto deportivo de su club.
En este contexto, Gago se lanza a ser entrenador. No es fácil. No es para cualquiera. ¿Podrá?