Se cumplen 25 años del anuncio de la quiebra de Racing por parte de Liliana Ripoll
El 4 de marzo de 1999, hace exactamente un cuarto de siglo, la síndico daba las palabras que ningún hincha de la "Academia" quería escuchar y se había ordenado el cese de las actividades de la institución. Crónica de un día marcado a fuego en la vida de Racing, que terminó con un redoblante impactando en la cara de Lalín e hinchas racinguista encadenados a la sede para resistirse.
La institución de Avellaneda debía $66.500.000 y el expresidente Daniel Lalín, al saber que no se podía pagar aquella deuda, presentó un pedido de quiebra. La quiebra de Racing se decretó el 13 de julio de 1998, tres días después de que Lalín presentara en el Juzgado Civil y Comercial Número 16 de La Plata, a través de la doctora Beatriz Favre, el pedido por no poder hacer frente al pago de uno de las cuotas del concurso preventivo.
Una vez que se decretó la quiebra, el club pasó a ser manejado por la justicia, que designó como síndico a la doctora Liliana Ripoll. El mismo día que se presentó el pedido de quiebra, Lalín contrató a Diego Latorre, asegurando que la “quiebra con continuidad” provocaría que Racing no corra ningún riesgo de desaparecer. Sin embargo, esto no fue así.
Como la institución seguía sin poder saldar sus cuentas, el 4 de marzo de 1999 se convirtió en el día más triste de su historia. “Racing Club Asociación Civil ha dejado de existir”, anunció la síndico Ripoll ese 4 de marzo de 1999, en una frase que con el tiempo se supo fue realizada para provocar la reacción de la gente.
La Sala II de la Cámara de Apelaciones de La Plata ordenó el cese de la continuidad de la quiebra del club, por lo que los activos de la institución deberán ser liquidados en los próximos cuatro meses. La resolución podía ser apelada por las autoridades residuales del club ante la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires y posteriormente ante la de la Nación, aunque también iba a ser necesario presentar un recurso de “no innovar” para evitar que los bienes se liquiden antes de que la Justicia se expida en forma definitiva.
Rubén Capria, exfutbolista y hasta hace unos meses asesor deportivo del club, se encontraba en el equipo durante lo sucedido, confesó que fue la situación más compleja que vivió en su carrera: “Era incierto para nosotros, no sabíamos que iba a pasar o como terminaba todo. De hecho, un grupo de futbolistas fuimos hasta el Congreso pero no teníamos los argumentos jurídicos válidos como para exponer frente a las autoridades”. Además, agregó con respecto a este suceso que “solamente se presentaron para poner el hombro, eran la cara representativa del club y tenían que estar ahí”, sostuvo el “Mago” tiempo después.
El impacto de la noticia, sumado a la histórica frase de Ripoll, provocó que los hinchas salieran a la calle y ese mismo 4 de marzo, antes de la medianoche, se produjo un hecho simbólico. Cuando el presidente residual, Daniel Lalín, intentó hablarles a los presentes en la Sede de la Avenida Mitre, un redoblante que le arrojaron lo golpeó en la cara y le produjo heridas. Apenas alcanzó a decir: “Tranquilícense, Racing todavía no cerró. Venimos a dar la cara, como siempre”, en medio de una lluvia de insultos. Fue el principio del fin de la era de Lalín en Racing.
Racing no pudo comenzar a jugar el torneo Clausura 99, pero la Cámara de Apelaciones de La Plata, ante el clamor popular, sacó una “aclaración” de su sentencia, en la que permitía al club seguir abierto pero ordenando la liquidación de sus bienes. A fines del año 2000, con el aval de los que llevaron a Racing a la quiebra, se gerenció el fútbol de la entidad de Avellaneda a manos de la empresa Blanquiceleste, que tenía diez años para levantar la quiebra.
Pero la empresa de Fernando Marín y Fernando De Tomaso también quebró y por eso Racing Club Asociación Civil se tuvo que hacer cargo de la última cuota que faltaba pagar para poder devolverle la institucionalidad a la entidad de Avellaneda. El juez Enrique Gorostegui, quien manejó las causas judiciales de la Academia por más de 20 años, firmó el levantamiento de la quiebra y así cerró una historia de diez años de frustraciones, con privatización fallida en el medio, y que restituyó Racing a sus socios en 2008.
La frase de Liliana Ripoll en aquel 4 de marzo de 1999 logró su cometido, porque ese día marcó un antes y un después para la institución de Avellaneda. Y fue tan impactante que es parte de “De Pendejo te sigo” una de las canciones más emblemáticas de la tribuna de la ‘Academia’. Porque cada vez que suena: “No me olvido ese día. Que una vieja chiflada decía. Que Racing no existía que tenía que ser liquidado”, la hinchada recuerda aquel día. Aquella situación a la que jamás quiere volver.
El día que Ripoll recordó el hecho con Doble Amarilla
- En esta fecha tan especial, ¿Cómo recordás esa época en la que te tocó ser síndico de Racing?
- Liliana Ripoll: Uno lo recuerda como un episodio importante en la vida profesional y como un momento en el que se tienen que tomar decisiones muy rápidas en cuanto a poder evitar lo que entendés que no corresponde que se haga. Cuando yo dije la frase que tanto me han criticado era un poco encender una mecha cuya explosión después los mismos hinchas de Racing lograron hacer y evitar lo que tanto buscaban desde la Justicia, que era la clausura de la Institución.
- DA: Cuando dijiste esa frase: "Que Racing Club, Asociación Civil ha dejado de existir", ¿era justamente el efecto contrario, que la gente de Racing se de cuenta que había que dar un volantazo y el momento de cambiar la situación?
- LR: Exactamente, cuando a mi me cita el juez y me dice que habían ordenado la clausura, yo le dije que no pensaba hacerlo. Se iba a poner una faja de clausura en la sede y fue un poco decir "Señores, escúchenme, se están quedando sin club". Cuando el hincha reacciona también reaccionó el poder político, generó que surgiera rapidísimo la Ley de fideicomiso para entidades deportivas con lo cual hoy ningún club de fútbol deberá recurrir a la figura de quiebra con continuidad como fue Racing porque tienen una herramienta que antes no había. Hoy pueden concursarse y en caso que pidan la quiebra, automáticamente pide la ley si tiene una situación de apriete financiero.
- DA: ¿Te sorprendió que se llegue a ese punto?
- LR: Desde que me recibí me dedico a quiebras y concursos y he visto situaciones graves de establecimientos industriales o en empresas instaladas en pequeños pueblos donde el 80% de la gente vive de eso y no vi nunca un movimiento como este, a nivel político. La ley Racing la consiguió la gente de Racing. Yo no estaba de acuerdo con esa clausura, la Institución podía seguir hasta tanto se generara una salida económico financiera, pero yo no decidía, lo hacía la Cámara, y ordenaron la clausura. Una orden que una semana después la dio vuelta y dijeron que fue una mala interpretación, ya que dijeron que podía seguir jugando. A veces uno tiene que pagar los costos, pero quizás yo debería haber dicho algo que no fuera tan doloroso, pero bueno, yo hablaba desde lo técnico pero se interpretó de otra forma, que es lógico. Lo que sostiene a los clubes es la pasión, sin eso ninguna Institución se mantendría a flote y lo que generó que Racing no fuera clausurado esa noche.
- DA: ¿Con qué club te encontraste en ese momento, con qué club te fuiste y qué te parece el presente de Racing?
- LR: Me encontré con un club altamente endeudado y con un cierto desorden. Lo dejé con déficit cero porque me lo exigía la ley de quiebras y porque además la sindicatura tiene responsabilidad patrimonial sobre su gestión, con lo cual más allá de ser prolija, estaba defendiendo también mi responsabilidad frente al tema, y me fui dejando un club con U$S 7 millones en plazo fijo en una cuenta a la orden del juez y dejando un club con déficit cero con una situación deportiva que no era la mejor, pero en ese momento estaba saneado el club. Fue buena con un club quebrado y hoy, por lo que veo, me da satisfacción.