La NBA, la liga de básquetbol más importante del mundo, es el escenario de figuras icónicas del deporte. Casos como los de LeBron James, quien viene de hacer historia por compartir cancha con su hijo Bronny, y Stephen Curry, existen de a decenas en la historia de la divisional. 

Sus jugadores no solo ganan millones de dólares por sus habilidades en el básquet, sino también por los contratos publicitarios y las regalías que generan el derecho de imagen de cada uno de ellos, aunque no todos logran mantener su fortuna.

Para graficar esta última situación, Delonte West es un ejemplo recurrente. West pasó de codearse con las estrellas del mundo del deporte, el espectáculo y la música  a perderlo todo. Su vida es, a todas luces, una lección sobre la fama y sus consecuencias.

La historia de Delonte West

El talentoso basquetbolista nació en 1983 en Washington, D.C. Durante sus años de escuela secundaria, sobresalió como uno de los jugadores más prometedores a pesar de una infancia plagada de inconvenientes personales y familiares.

Sus dotes con el balón le aseguraron al promisorio joven un lugar en el equipo de la Universidad de Saint Joseph's. A base de talento y buenas actuaciones su nombre comenzó a sonar con más fuerza en el ambiente universitario, y vendría la gran oportunidad.

En 2004, fue seleccionado en el Draft de la NBA por los Boston Celtics, lo que marcó el comienzo de una etapa con mucha proyección en la liga más importante a nivel mundial. Con el tiempo, jugó en equipos importantes como los Cleveland Cavaliers, donde tuvo la oportunidad de compartir cancha con LeBron James. 

Durante su carrera, y valiéndose de su enorme e innato talento con la pelota naranja, llegó a firmar contratos millonarios. Accedió a mundo de elite que le permitió a West disfrutar de la fama y el reconocimiento en una liga altamente competitiva. Pero…

Una vida plagada de dificultades emocionales y problemas de salud mental empezaron a afectarlo, lo que llevó a que se alejara paulatinamente de la NBA, de los flashes y de un estilo de vida de lujo. Era el principio del fin.

Su adicción a las drogas y sus dificultades para adaptarse a la vida fuera de la NBA lo sumergieron en una espiral de decadencia. La inmensa fortuna que había amasado en sus días de gloria se fue desvaneciendo, y West terminó viviendo en la calle durante dos años, una situación que sorprendió a sus excompañeros y seguidores. Intentaron ayudarlo en repetidas ocasiones, pero el ya exbasquetbolista solo sigue profundizando su declive.