Las dos consagraciones que fueron postergadas por el estallido social de 2001
Racing y San Lorenzo se jugaban instancias de definiciones en distintas competencias. La Academia, por torneo local, y el Ciclón, en el ámbito internacional, buscaban nuevos títulos pero, debido al contexto del país, debieron suspender sus encuentros y jugarlos en otras fechas.
Hacia fines de 2001 dos grandes del fútbol argentino palpitaban históricas consagraciones, largamente esperadas por sus hinchas, pero la caída del gobierno de Fernando De la Rúa postergó la final de la Copa Mercosur, que San Lorenzo debía disputar con Flamengo de Brasil, y la definición del torneo Apertura, en el que Racing buscaba cortar una sequía de 35 años.
El miércoles 19 de diciembre a las 21 en el Nuevo Gasómetro, el club de Boedo tenía una cita con la historia: jugar la revancha con los brasileños después de empatar sin goles en el Maracaná de Río de Janeiro y abrazar, al fin, su primera estrella internacional. A 93 años de su fundación, la falta de un campeonato fuera del país era un karma para San Lorenzo en aquellos tiempos, hecho que se consideraba un castigo del destino por haber despreciado la Copa Libertadores de 1960 cuando el club le cedió la localía a Peñarol de Montevideo en un desempate de semifinales.
San Lorenzo era el único grande que no tenía títulos internacionales y junto a Racing uno de los dos que hasta entonces había descendido a segunda división. La ilusión de saldar la deuda pendiente estaba alimentada por el buen equipo del chileno Manuel Pellegrini, que seis meses antes se había consagrado campeón del Clausura con récord de puntos en torneos cortos (47).
El empate en la ida dejó como favorito al equipo argentino, pese a que Flamengo le había ganado los dos partidos por el Grupo B, compartido con Nacional de Uruguay y Olimpia de Paraguay. La ansiedad de los "cuervos" iba en aumento desde el 0-0 en Río, el 12 de diciembre, y se volvió incontenible cuando la revancha fue suspendida el mismo día de su programación por el estallido social en Argentina.
En la jornada de aquel triste 19 de diciembre se habían replicado los saqueos a supermercados y la represión policial en todo el país. La voz del Nuevo Gasómetro anunció la postergación de la final dos horas antes, con los primeros hinchas en el estadio. La decisión había sido tomada por el presidente de la Conmebol, Nicolás Leoz; el secretario general, Eduardo Deluca, y representantes de ambos clubes en el hotel Hilton. En un principio se intentó jugarla el jueves 20 pero el agravamiento de la situación y la suma de muertes en las calles lo hizo imposible.
"Sería desastroso juntar a 50.000 personas en el Nuevo Gasómetro con este clima de tensión", advirtió el futbolista Leonardo Rodríguez, uno de los más experimentados del plantel "azulgrana" esa temporada. Flamengo planteó compartir la copa y el premio 4,6 millones de dólares pero San Lorenzo se negó y los cariocas abandonaron el país bajo amenaza de reclamar el título y el dinero al entender que la final no se desarrolló por factores atribuibles al club local.
La Conmebol decidió finalmente que se jugará el 24 de enero del año siguiente, lo que obligó a San Lorenzo a renegociar de urgencia el contrato de Pellegrini, cuyo vencimiento era el 31 de diciembre.
El jueves 20, mismo día en el que el presidente Fernando De la Rúa abandonaba la Casa Rosada en helicóptero, la AFA decidía postergar la última fecha del torneo Apertura que era aguardada con locura por la parcialidad de Racing. Como nunca antes desde 1966, la "Academia" estaba a un paso de volver a gritar campeón en el fútbol argentino y terminar con la frustración de toda una generación que padecía las cargadas rivales por la ausencia de vueltas olímpicas.
El equipo de Reinaldo "Mostaza" Merlo lideraba la competencia con tres puntos de ventaja sobre River y le faltaba sumar apenas uno ante Vélez en Liniers más para asegurar su consagración. Los fanáticos racinguistas agotaron las localidades disponibles en el José Amalfitani para un partido que debió jugarse el domingo 23 a las 17:10 pero que tampoco fue posible ante la inestabilidad institucional marcada por cinco presidentes distintos en 11 días.
El "Paso a Paso" de "Mostaza" se extendió unos días más, hasta el jueves 27, fecha en la que el pueblo "albiceleste" reventó la cancha de Vélez y también la propia en Avellaneda para seguir la definición. El empate 1-1, con el célebre cabezazo de Gabriel Loeschbor, aseguró el título y desató uno de los festejos más intensos y extendidos de los últimas décadas en Argentina. Gritos, cantos, lágrimas, abrazos y caminatas de rodillas se multiplicaron entre los hinchas de Racing.
Imágenes similares se apreciaron casi un mes más tarde cuando San Lorenzo, en casa, levantó la Copa Mercosur tras ganarle a Flamengo (4-3) en una definición por penales que tuvo como héroe al arquero Sebastián Saja.