La historia del fútbol está llena de grandes jugadores que la marcaron a fuego. Uno de ellos sin dudas es Pelé, para muchos el mejor futbolista de la historia. Otro de los que puede situarse en ese lugar para los brasileños es Garrincha. Figura de un Botafogo en tiempos muy distintos a los de hoy, en los que disfruta de la primera Copa Libertadores de su historia, que hizo una tremenda carrera y falleció joven por problemas con el alcohol y el tabaco. 

Era tal su talento y desparpajo que apenas dos años después de su debut en Primera fue convocado por primera vez a la selección brasileña. Transcurría el año 1955, y desde aquel primer llamado, no paró de jugar con la “Canarinha” por al menos 11 años. Los más exitosos de los hoy pentacampeones del mundo.

Garrincha alcanzó la gloria con la obtención de las Copas del Mundo, en Suecia 1958 y en Chile 1962. En el segundo de ellos el brasileño mostró, en tierras trasandinas, una de las mejores actuaciones individuales de todos los tiempos.

La sociedad de Garrincha y Pelé era indestructible.
La sociedad de Garrincha y Pelé era indestructible.

El saldo del paso del habilidoso futbolista con la “Verdeamarelha” arroja un saldo total de 52 victorias, siete empates y una sola derrota, con 17 goles. Formó una sociedad indestructible con Pelé, de hecho nunca fueron derrotados estando juntos en cancha. Y dejó una marca indeleble en la historia del fútbol.

La historia de Garrincha

Desde su nacimiento Garrincha se la pasó demostrando que era capaz de hacer lo imposible. Llegó al mundo con la columna vertebral torcida, las rodillas deformadas y una pierna seis centímetros más corta que la otra; todo ello agravado por una poliomielitis. Los neurólogos y los ortopedistas le dieron el mismo diagnóstico a doña Maria Carolina: su hijo nunca podría caminar.

En un verdadero milagro de la anatomía, el futuro futbolista brasileño acabó haciendo infinitamente más que dar unos simples pasos. Gozaba de la aceleración de un Fórmula 1, la soltura de caderas del mismísimo Fred Astaire, y el alucinante arte para escaparse que hizo legendario a Harry Houdini.

Se crio en una familia pobre con quince hermanos. Una de ellos lo bautizó Garrincha. Debía el nombre que lo hizo famoso en el mundo a un tipo de pájaro feo, veloz y torpe que vive en la selva del Mato Grosso y que se puede cazar fácilmente. 

Garrincha, uno de los talentos más grandes de la historia del fútbol.
Garrincha, uno de los talentos más grandes de la historia del fútbol.

Tras ser objeto de cargadas en su juventud por “parecer un payaso”, terminó convirtiendo las canchas en circos en los que ejercía de maestro de ceremonias, ridiculizando a sus rivales. Es famosa su afirmación de que jugaba al fútbol por diversión, por encima de los resultados; y Garrincha era, en efecto, el juguetón exhibicionista por excelencia. 

Hincha del Fluminense, Garrincha intentó probarse primero allí, luego en el Flamengo y en el Vasco da Gama. pero no le dieron la menor chance, creyendo que por sus problemas físicos no tendría posibilidades. Hasta que fue aceptado en el Botafogo. 

Garrincha dejó su marca indeleble en el planeta fútbol
Garrincha dejó su marca indeleble en el planeta fútbol

Hizo su presentación en sociedad en 1953. Garrincha fue parte del que se considera “el mejor Botafogo de todos los tiempos”, con Mario Lobo Zagallo, Didí, Amarildo y Nilton Santos, y desde temprana edad se notaba que su gran jugada era la gambeta para la derecha. 

Hizo una carrera inolvidable, pero las complicaciones con las que nació, malas decisiones en lo personal y el alcoholismo, comenzaron a hacer mella en su salud luego de haber mostrado un nivel único en Chile ´62. Sus divorcios lo dejaron en la ruina económica aunque siempre intentó dejar en buenas condiciones a su más de una decena de hijos reconocidos.

Garrincha murió a los 49 años, a principios de 1983, en Río de Janeiro por “congestión pulmonar. Pancreatitis y pericarditis. Todo dentro del cuadro clínico de alcoholismo crónico”, según consignaba el frío parte médico. 

Su inolvidable velatorio se llevó a cabo en el estadio Maracaná, ante una multitud y su ataúd fue cubierto con una bandera de Botafogo, el club que lo vio brillar. Falleció solo, sumido en el alcohol, la depresión y la pobreza.