Las familias de las víctimas de Chapecoense se sienten solas: reclamo masivo y pedido de ayuda
“La tragedia no fue del Chapecoense, fue de las familias”, espetan las esposas de los fallecidos, que conformaron una asociación que los nuclea. Hubo tiempos de tensión entre el club y los deudos. De a poco se acercan las partes. “No descansaremos hasta ver que los culpables asuman sus responsabilidades”.
(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Al cumplirse el primer aniversario de la tragedia del Chapecoense, los homenajes se suceden en todas partes del mundo, y el reclamo de las familias de los fallecidos sacude la escena. Según cuenta la agencia de noticia AFP, a Fabienne Belle todavía se le encoje el estómago al recordar el día en que el correo le trajo por sorpresa la valija de su esposo, quien formaba parte del cuerpo médico del equipo brasileño y falleció en la tragedia. Mientras el mundo abrazaba la reconstrucción de este club humilde, a ella le llegaban las ruinas.
“Tuve la sensación de que me estaban devolviendo a mi marido en pedazos", cuenta a AFP en San Pablo, mientras lamenta la falta de apoyo tras el accidente.
Cezinha, su esposo, fue uno de los 71 muertos en el vuelo de LaMia, que llevaba 77 vidas a bordo. Con las vidas de esos jugadores, entrenadores, médicos, auxiliares, directivos o periodistas, se iba buena parte del sostén económico de las familias. El club pareció derrumbarse, pero casi de inmediato empezó a fortalecerse. "El club se reconstruyó, recibió todo el apoyo, se movilizó, hizo un marketing sobre la tragedia mientras esas familias quedaban a un lado", lamenta Fabienne.
Debido a la situación de soledad en la lucha, Fabienn fundó junto a Mara Paiva, viuda del exfutbolista y comentarista Mario Sergio, la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Vuelo del Chapecoense (AFAV-C). Desde junio de este año, cuando ya eran evidentes los problemas de las familias de los fallecidos y cuando la fuerza de la noticia ya se había pagado, la FAV-C reúne los intereses de 62 afectados en la lucha por sus derechos.
"La tragedia no fue del Chapecoense, fue de las familias", sostiene Paiva, que lleva consigo una lucha parecida pero diferente: reclama mayor implicación de los medios que tenían a empleados en el avión.
Paiva, de momento, solo ha recibido su póliza de vida y, como el resto de familias, rechazó la propuesta de la aseguradora de LaMia. La empresa boliviana ofreció U$S 200 mil por cada fallecido a cambio que sus familias renuncien a toda acción o reclamo futuro. La decisión de las familias fue unánime: se negaron al acuerdo y esperan que las investigaciones en Brasil y Colombia, avancen.
"Queremos dejar todo claro para que no ocurra nunca más esa falta de celo, de cuidado, porque todos saben que esa compañía aérea era de reputación dudosa, de pésima salud financiera", reclama Paiva.
Hubo meses de tensión entre el club y las familias. Eso no salió en los medios. Mientras Chapecoense era homenajeado por el Barcelona o el papa Francisco la relación entre los deudos y la institución era fría y distante. De a poco, las partes se van acercando. La justicia brasileña desligó al club de toda posible negligencia en el viaje, lo que abrió la puerta para que se forme un grupo de trabajo para mejorar el diálogo.
"El Chapecoense busca desde el primer momento prestar todo el auxilio a las familias, pero además de un proceso de reconstrucción como club de fútbol, también pasó por un proceso de reestructuración administrativa", afirma su jefe de comunicación, Fernando Mattos, recordando la muerte del presidente y parte de la directiva que había convertido a este equipo desconocido en uno de los más sostenibles de Brasil.
Chapecoense ya pagó los seguros obligatorios, pero así y todo hay 15 procesos abiertos contra el club en el ámbito laboral y tres más en lo civil. La institución decidió la entrega de casi U$S 9 mil por mesa a Abravic, otra asociación que auxilia a las víctimas con sus gastos.
La esposa del jugador Cléber Santana, Rosangela Loureiro, considera que esas medidas son insuficientes, ya que según su opinión, “el club le faltó el respeto a las familias”.
"Hay gente que está pasando necesidad. Personas que estaban comenzando la carrera, masajistas... Gente que ganaba dinero en el día a día y que no tenía cómo pensar en el futuro", comenta Loureiro, quien acompañó a su esposo durante muchos años de su vida, viviendo en países como España o Japón, hecho que le permitió (al jugar en grandes equipos) haber realizado una diferencia económica.
Loureiro le contó a AFP que desde la tragedia, en su casa no se ve la televisión, aunque sigue muy atenta a los próximos pasos de las demás familias. Por su parte, "cuando consigamos que todos los culpables asuman sus responsabilidades, entonces estaremos realmente tranquilas, sabiendo que cada familiar tendrá una nueva oportunidad", zanja Fabienne.