Boca ya con clima electoral: Riquelme arma un nuevo oficialismo sin Ameal para enfrentar a Macri (o a su candidato)
Falta más de un año para los comicios en Boca, pero el clima político toma temperatura. El oficialismo totalmente fracturado y con un presidente inmóvil se rearma en torno a Riquelme, quien podría encabezar la lista. Para esto, estudia conformar una agrupación propia y dejar afuera al amealismo. Muchos dirigentes oficialistas que Ameal desplazó en estos dos años, empezaron a reunirse con el ídolo. En tanto, macrismo y angelicismo se reagrupan con el objetivo de volver. Ya hay nombres sobre la mesa para encabezar la lista, pero no hay acuerdo. Para aclarar el panorama, mandaron a medir a varios posibles candidatos. En ese marco, inclusive nadie descarta que el propio Mauricio Macri aparezca en la boleta. ¿Cómo jugará el resto de los referentes opositores? El tablero de la política nacional que mira Riquelme, su acercamiento al 'Coti' Nosiglia y las reuniones entre el 'Tano' y Pergolini.
“El año que viene somos nosotros contra Macri y tenemos que construir con todos los que no quieren la vuelta de Macri y Angelici al club”. Las palabras son de un Juan Román Riquleme que empieza a entender que el juego de la política es tan importante como la gestión del fútbol si quiere continuar con su proyecto en Boca.
Desde hace más de un año el oficialismo xeneize está fracturado. La renuncia de Mario Pergolini evidenció esa división que comenzó ya a los pocos días de la asunción de Jorge Amor Ameal. Hoy el club tiene dos sedes sin línea telefónica entre sí: una en Brandsen y otra en Ezeiza. El primer cortocircuito entre Ameal y Riquelme fue a meses del inicio de mandato. El vicepresidente empezaba a planificar refuerzos de mitad de año y pidió los números del club. Ameal ordenó no darle información. Riquelme se enteró y lo cruzó muy fuerte. Fue el inicio de un distanciamiento que termina con que hoy prácticamente no hay diálogo entre ambos.
Ameal no sólo congeló su relación con el hombre que le hizo ganar las elecciones, sino que se peleó con casi todos los integrantes de la alianza que lo llevó al poder. Hoy su círculo íntimo se redujo a dos o tres dirigentes y su imagen está absolutamente desdibujada en la política xeneize, a tal punto que nadie lo ve como candidato a la reelección ni lo consulta. Ese camino de autodestrucción y aislamiento que encaró Ameal tuvo varios episodios. El primero fue la ruptura con Alberto Salvo, dirigente central en la campaña electoral. Salvo, un hombre de José Luis Gioja, fue una pieza clave en el relacionamiento político y fue quien diseño y ejecutó la estructura que financió el raid proselitista del oficialismo. En el arranque, Ameal premió a Salvo poniéndolo al frente de la Fundación Boca Social, pero a los pocos meses decidió paralizar la fundación con los argumentos de que "tenía olor a macrismo" (era conducida por la ex mujer de Angelici) y que era un lugar propicio para que la política nacional se colara en el club.
En esos primeros meses de tensión, cuando se abrían los universos paralelos entre Ezeiza y La Boca, el único que tenía huella biométrica para acceder a ambos era Ricardo Rosica, el secretario general del club. “Ricky” es un hombre de Ameal que supo moverse bien en la grieta, pero que hoy quedó posicionado del lado de Riquelme. Algunos lo ponen como cabeza de lista oficialista en las próximas elecciones, aunque todo indica que que el mismo Riquelme será el candidato a presidente.
La relación distante entre presidente y vice llegó a tal punto que Riquelme decidió abrirse de Ameal y crear un sello propio para competir en las próximas elecciones. Según pudo saber Doble Amarilla, Román tiene todo listo para lanzar su propia agrupación como primer paso de cara los comicios. Curiosamente en julio, mientras Riquelme avanzaba con esta idea, apareció una cuenta de Twitter que empezó a reivindicar al "último Diez" como líder político del club. Ese espacio autoproclamado como “Juventud Riquelmista” -el nombre en la red social del pajarito es @lagloriosajr- está absolutamente alineado con cada decisión del Consejo de Fútbol, inclusive lanza ataques a jugadores, exdirigentes y cualquiera que no comulgue con las decisiones tomadas en Ezeiza.
Riquelme entendió como nadie la necesidad de construir alianzas. Es por eso que ordenó retomar el diálogo con los desplazados por Ameal. Silenciosamente, su hermano Cristian y Rosica empezaron a tener reuniones con los diferentes espacios que conformaron la boleta del oficialismo en 2019.
Abrazar la política
Ahora el desafío de Riquelme es ser pragmático y no quedar preso de su ninguneo a la política, porque la va a necesitar. Desde que asumió, tanto Ameal como él se encargaron de decir que con Daniel Angelici el club "estaba tomado por la política" y que ahora es de los socios. El análisis lúcido que hace el exenganche es que se viene una elección polarizada entre él y el macrismo, lo que lo obliga a jugar también en el tablero de la política nacional.
Desde que Macri ancló las elecciones xeneizes con las nacionales (los mandatos de los presidentes de Boca vencen el mismo año y mes que el del presidente de la Nación), sentenció que la política iba a gravitar siempre en esos comicios. Ese factor y la polarización que también pícaramente propicia Riquelme lo obliga a negociar con la política. Y ya empezó a hacerlo. En los últimos meses mantuvo varios encuentros nada menos que con el histórico armador político Enrique “Coti” Nosiglia, creador de la agrupación “Por un Boca mejor”. Con su espacio, Nosiglia fue parte del gobierno de Angelici, pero en 2019 giró y apoyó la candidatura de Ameal. Ahora está decidido a jugar fuerte por Juan Román. En los últimos partidos, el mismo Riquelme se acercó al palco del Coti y hasta dejó claro su afecto con el histórico dirigente. Esto incomodó a Fabián Parra, presidente de la agrupación, que tiene una disputa con uno de los hijos de Coti, Hipólito, quien pretende que ese espacio vuelva a ser presidido por un Nosiglia.
El exministro de Alfonsín entre 1987-1989, además, mantiene una ardua disputa con el 'Tano' Angelici en la que Boca es solo uno de los terrenos. La batalla grande la tienen por el control del radicalismo porteño. El Tano quiere disputarle el control de la UCR y por eso viene abriendo agresivamente locales de su espacio, RxA, en diversas comunas. La disputa entre ambos (enardecida desde que la agrupación del Coti dejó a Ameal para sumarse a la alianza contraída por Angelici) llegó hasta el punto que ambos pulsearon para poner al secretario de Deportes de la Ciudad. Nosiglia negoció para que el lugar lo ocupe otro de sus hijos, Juan, pero el expresidente boquense ganó la pulsada e impuso en el cargo a Carlos “Chapa” Retegui.
Riquelme tiene claro que el Coti es un buen contrapeso para enfrentar a Macri y Angelici, pero no desconoce que con esa alianza no alcanza. El actual vicepresidente reconoce en la vereda de enfrente un gran poder político, judicial y también mediático. Por eso, analiza recostarse sobre el oficialismo a nivel nacional. El vínculo más estrecho con ese espacio es con su amigo Sergio Massa. El tigrense es fuente de consulta habitual del Diez. Es más, muchos atribuyen a Sergio Tomás ser el ideólogo del plan para que finalmente Riquelme decidiera cerrar filas tras la candidatura de Ameal. Dicen que esa alianza, que hoy cruje, se cerró bajo un árbol en Ezeiza y que Massa tenía un emisario en ese cónclave. Sin embargo, Massa no tiene peso ni armado en Boca, pero siempre busca hacer pie en todo espacio de poder que se presente, más si se trata de fútbol. El vínculo del flamante superministro económico con Ameal viene más bien por el lado de los Galmarini. En el plan de polarización con el macrismo, la alianza con Massa es simbiótica imaginando un escenario nacional también polarizado en 2023.
En esa estrategia, Riquelme tiene otros puentes con el kirchnerismo que empieza a explorar. Carlos Montero, actual tesorero, es uno de los hombres más cercanos a Alberto Fernández, aunque no tiene armado interno. Otro es con la agrupación “Boca Somos Todos”, conducida por el sindicalista y empresario de Medios Victor Santamaría y por Santiago Carreras, uno de los hombres del círculo chico de Máximo Kirchner. Esa alianza, entre otras cosas, le permitiría contrarrestar el poder mediático de Macri y Angelici.
La tarea de un Riquelme más político es unir todas las piezas que rompió Ameal (hoy tiene sólo dos vocales que le responden) y tejer alianzas con el antimacrismo a nivel nacional. Ante los malos resultados, los desplazados por Ameal empezaron a ver a los armadores de Juan Román más activos. La mayoría lo celebran porque creen que es el único que puede evitar una remake macrista. Pero para eso, le reclaman espacio hoy para poder reordenar el club
El macrismo se rearma, mide y busca al mejor candidato
“Es el momento. Están peleados, Ameal no existe y quedó claro que no saben gestionar un club. Además, a Riquelme le empezaron a entrar las balas”. El análisis es de uno de los miembros de las mesas que armaron Mauricio Macri y el 'Tano' Angelici para recuperar el club y que empezaron a reunirse con frecuencia.
Desde el exoficialismo observan que las peleas entre el Consejo y los referentes, la salida de Sebastián Battaglia, las eliminaciones en Copa Libertadores y el presente errático del equipo hicieron mella en la figura del hasta ahora intocable Juan Román Riquelme. “Es algo inédito. Hasta hace poco más de un mes, nadie se animaba a cuestionar a Román. Hoy la gente empezó a ver que no es lo mismo ser el capitán de un equipo en cancha que gestionar un club. Muchos pasaron de defender a ultranza al ídolo a exigirle resultados”, insisten.
Lo cierto es que la tarea del espacio que condujo el club durante 23 años tampoco es sencilla, necesita reciclarse y lo saben. Es por eso que se armaron dos mesas. Una del macrismo y otra del Angelicismo y ya empezaron a trabajar en el armado para 2023. La mesa del macrismo la lideran Andrés Ibarra (ex ministro de modernización del gobierno de Macri y ex gerente general de Boca) y Javier Medín. La otra la lidera el Angelici y suelen sentarse los miembros de las agrupaciones que acompañaron su gobierno como Carlos Aguas, Diego Lajst, Pablo Masferrer y Juan Carlos Crespi. El único que hoy tiene silla en las dos mesas es Francisco Quintana, exvicepresidente de la Legislatura porteña y hoy vicepresidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Eventualmente se suma el chileno Matías Ahumada, celebro de los negocios del xeneizes en la gestión anterior.
Andrés Ibarra se sienta en la cabecera como el ungido por Mauricio Macri para ser candidato a próximo presidente xeneize, aunque Macri no lo ungió aún formalmente. SÍ es cierto que cuando Angelici eligió a Cristian Gribaudo para competir contra Jorge Ameal, Macri no estaba tan convencido e impulsaba a Ibarra. La vorágine del fin de su mandato presidencial hizo que se quedara sin fuerza para imponer a su candidato y primó la propuesta del Tano. Ahora la historia parecería repetirse y promete algún grado de fricción entre Macri y Angelici.
“Mauricio y Daniel son amigos, pero no son socios. No tienen porqué coincidir en el candidato y cada uno va a intentar imponer al suyo”, reflexionan desde el espacio. En esa mesa algunos apuntan otros nombres. Uno es el de Quintana, quien lograría el consenso de ambos. Pero otros van más allá y hablan de un candidato no relacionado al macrismo. ¿Pero quién? Algunos ven con buenos ojos sumar a José Beraldi, quien obtuvo 16% de los votos en la elección anterior y se consolidó como tercera fuerza. Beraldi sacó esos votos en una elección polarizada y la duda es si hoy el empresario transportista mantiene ese caudal de sufragios. Por otro lado, hábil, Angelici intenta una jugada arriesgada: acercar a Mario Pergolini. El Tano fue punta de lanza y se reunió con el empresario. Esa primera reunión derivó en varias más. Algunos creen que sería una cara de renovación para el espacio. Por otro lado, el nexo le daría la razón a Riquelme quien, puertas adentro, siempre trató al exconductor televisivo de “poco confiable”.
En esa búsqueda de una construcción opositora que no sea macrista confluyen otras agrupaciones. Una de ellas es “Familia Xeneize”, un espacio liderado por el consultor político Jorge Reale quien ya anunció que quiere ser candidato presidencial. Reale, de buen diálogo con Mario Pergolini, es otra variante para una oposición que sí o sí va a tener que ir unida para tener chances.
Si hay algo que siempre caracterizó al macrismo es el análisis de situación, aunque muchas veces el exceso de análisis generó parálisis de gestión, lo que terminó jugándoles en contra. La elección del candidato en Boca no va a ser la excepción y es por eso que desde el espacio encargaron una encuesta para medir diversas variables. El sondeo se hizo el domingo 27 de julio en la previa del encuentro ante Estudiantes de La Plata de manera presencial (el único que vale de verdad) y en los próximos días estarán los resultados. Con el sondeo, piensan definir estrategia y, probablemente, las dos mesas que hoy se juntan por separado empiecen a confluir y trabajar en conjunto.
Con los resultados de la encuesta en mano, quieren ver qué nivel de imagen tiene realmente Riquelme y qué ponderación tienen los socios del macrismo y angelicismo. También el nivel de conocimiento que tienen los candidatos del espacio. En base a eso, se podría definir si les conviene encabezar con un candidato puro o con un aliado.
Una curiosidad no menor. Es sabido que para Boca es una obsesión para Mauricio Macri y quizás el lugar donde mejor ejerció el poder. Hoy nadie en el espacio opositor se anima a decir que Macri no va a ser parte de la lista. No encabezar, pero algunos lo ven ocupando una vocalía para poder estar adentro de la Comisión Directiva.
A un año y medio, la política se recalienta y por conveniencia de ambos espacios. Para uno porque justifica sus desaciertos con fantasmas proselitistas. Y para el otro, porque observa por primera vez que tiene chances de volver al poder.