“Hoy no hay razones para no jugar. Sí, hay que hacerlo a puertas cerradas. Si hubiera un caso de un jugador o un riesgo alto que lo amerite, por supuesto que se va a parar inmediatamente todo el fútbol. Esto es día a día”, esa fue la conclusión que le dio el viernes a Doble Amarilla una alta fuente del comité interministerial y de expertos que estudia el minuto a minuto del coronavirus en la Argentina.

Al menos desde el miércoles las máximas autoridades del fútbol local, el presidente de AFA Claudio Tapia, y el presidente en funciones de Superliga, Marcelo Tinelli, vienen hablando hora a hora con el Gobierno Nacional y con los especialistas bajo una sola premisa: acatar rápidamente todas las decisiones y recomendaciones que emita el comité. El viernes a la tarde, se volvió a consultar. La respuesta fue la misma.  A esa hora, todos los equipos (menos River) coincidían en jugar a puertas cerradas esta fecha y el martes reunirse para evaluar los pasos a seguir.

El jueves, en un grupo de whatsapp que en el que hay médicos de más de una decena de clubes de Primera (no están todos representados), se sugirió pedir a los dirigentes que el fútbol se suspenda. Los cuerpos médicos vienen escuchando desde el inicio de la semana cómo los futbolistas les plantean su preocupación por el COVID 19. La opinión entre los médicos está dividida. Algunos consideran que hay que parar y otros se muestran más cautos. Al no haber consenso, ese grupo de médicos no se animó a firmar una nota y presentarla ante los clubes, Superliga y AFA pidiendo la cancelación de los partidos. Sólo se limitaron a desparramar su opinión en off por los medios. Así, un reclamo que el mismo jueves puso los pelos de punta al propio titular de Futbolistas Argentinos Agremiados, Sergio Marchi, el viernes empezó a diluirse.

Horas más tarde, fueron los mismos jugadores los que empezaron a llamar a Marchi para pedirle que se pare el fútbol. El titular de Agremiados, se corrió de escena y dejó a los referentes actuar solos. En ese momento Leonardo Ponzio, capitán de River, y Silvio Romero, capitán de Independiente, fueron los más activos en intentar frenar el fútbol. Ponzio llamó a Luciano Lollo (referente de Banfield) y a Lucas Licht (capitán de Gimnasia) para que ese partido, que daba el puntapié a la Copa de la Superliga, no se jugara. Hubo debate y en un momento ambos planteles acordaron no salir a la cancha. Ahí intervinieron los dirigentes de ambos equipos. y les explicaron que había una decisión tomada por las autoridades del fútbol basada en las recomendaciones de los especialistas en la salud. Les ratificaron que, por el momento, el fútbol no se paraba y que tenían que salir a la cancha o iban a perder los puntos. Los jugadores acataron y jugaron el partido. Minutos más tarde relataron ante los micrófonos de la TV que se sintieron presionados.

Decisión en River

Cuando Rodolfo D’Onofrio vio que los llamados de su capitán no surgieron efecto decidió tomar una decisión drástica. Minutos antes de las 20.30 anunció que el club cerraba sus puertas y que no se iba a presentar a jugar ante Atlético Tucumán. Fuentes del plantel y dirigencia aseguraron a Doble Amarilla que la iniciativa fue originalmente de los jugadores y de Marcelo Gallardo. Y que fue el mismo técnico quien plantó postura ante un D'Onofrio que primero se mostró dubitativo. En los últimos años, casi nunca el presidente de River se animó a decirle "no" al entrenador. Esta vez tampoco lo hizo, sino que acompañó y hasta vio la oportunidad de desmarcarse del resto de los dirigentes y "dejarlos en offside". La decisión empezaba a tener un tufillo raro: más político que a prevenciónVale remarcar que el temor y respeto de jugadores ante esta pandemia es el mismo que tenemos el resto de la sociedad y eso es incontrovertible. No puede cuestionarse que los jugadores quieran parar el fútbol, es una medida que hasta podría tomarse en las próximas horas aún sin la recomendación del Gobierno. Lo cuestionable es que esa preocupación sanitaria enmascare una pelea subterránea que nada tiene que ver con el alarma mundial que se vive.

La decisión de D’Onofrio es imposible entenderla sin mirar el contexto político y principalmente lo que pasó en el fútbol argentino en los últimos dos meses. Ante un desprevenido, puede lucir como una acción de “sentido común” o hasta como una “exageración”, depende cómo se la mire. Pero lo correcto es entenderla dentro de la lógica política.

El presidente de River y su vice primero (aspirante a sucederlo), Jorge Brito, se oponen a los cambios que están en marcha en el fútbol argentino. Desde hace un mes D’Onofrio tiene como objetivo central romper cualquier consenso que no sea comandado por él y ya se lo hizo saber a gran parte de sus pares. Como pasó con Boca, otra vez River es parte de una grieta, pero esta vez con el resto de los clubes de Primera.

Hace unos 20 días, la mayoría de los clubes de Primera sellaron un pacto: disolver la Superliga y crear una nueva Liga bajo la órbita de AFA. El martes pasado, ese acuerdo se plasmó. Veintitrés de los veinticuatro clubes avalaron esa decisión en un desayuno en Viamonte y luego se lo comunicaron a Mariano Elizondo, quien dimitió ese mismo día para allanar el camino de cara a los cambios. Además, se acordó el llamado a elecciones anticipadas en AFA en las que Tapia buscará y (casi con seguridad) conseguirá ser reelecto hasta 2025. El único club que no dio consentimiento fue River, tal cual como lo venía expresando D’Onofrio en reuniones privadas previas. Una semana antes, el mandamás millonario se había juntado a solas con Tapia. En esa charla, el presidente de AFA le anticipó los cambios y lo invitó a formar parte del futuro Comité Ejecutivo de la casa madre. En concreto, le ofreció una vocalía. D’Onofrio reiteró lo mismo que le había dicho a Tapia cuando armó su primer comité: River no puede tener en AFA un cargo menor a la vicepresidencia. Ambos se dieron la mano y Tapia se comprometió en pensarlo.

Esa reunión generó un debate interno en Núñez. Parte de la mesa chica, opinaba que no había que aceptar la invitación de Tapia y que lo mejor era que River se quede apartado. “Si nos ofrecen una vicepresidencia es un problema. Es difícil no aceptar semejante cargo. Lo mejor es que no nos ofrezcan nada así podemos estar afuera. Total en estos años, mal no nos fue, relató  en ese momento una importante fuente de la Comisión Directiva de River a Doble Amarilla. La mayoría de los integrantes de ese círculo rojo hacen una reflexión concreta: si River no va a tener poder real dentro de AFA, no hay que aceptar nada y ,estratégicamente, ser opositores. Aún si fueran los únicos que quedan de la vereda de enfrente. “Si River se queda afuera de AFA no nos van a poder perjudicar, hay 20 millones de hinchas de River en el país. ¿Te pensás que es fácil meterse con 20 millones?”, reflexionaba ante este medio otra alta fuente riverplatense que compartía el análisis.

Días más tarde, Tapia hizo un movimiento quirúrgico. Anunció que impulsa una reforma del estatuto de AFA para ampliar el Comité Ejecutivo. Así, el próximo presidente presidirá un Comité que tendrá 6 vicepresidencias en lugar de 3, 16 vocalías (hasta ahora eran 11) y 10 vocalías suplentes (hasta ahora eran 8). La semana pasada Tapia delineó la lista con la que irá por su reelección en los comicios del 19 de mayo. En esa lista guardó para River una de las vicepresidencias tal como había pedido D’Onofrio. Según pudo saber Doble Amarilla, aún no se dio la reunión en la que Tapia le ofrecerá formalmente el cargo, pero D’Onofrio ya dio señales de que no va a aceptar.

Antes de que se sellara el pacto para el nuevo orden del fútbol argentino, D’Onofrio intentó convencer a algunos de sus pares de que no era buena idea disolver la Superliga, aunque se mostró a favor de implementar profundos cambios en la mesa directiva de Madero deslizando duras críticas para el mismo Jorge Brito, quien fue hasta el martes vicepresidente primero de SAF. En 6 años de presidencia, D'Onofrio nunca pudo construir vínculos sólidos y reales con sus pares del fútbol, salvo con un puñado de dirigentes. La amplia mayoría lo consideran pedante, soberbio, poco conciliador y sin empatía por el resto de los clubes. Es por eso que en su gesta por intentar frenar los cambios, fracasó al tercer llamado telefónico. Ahí se dio cuenta que estaba solo pero no se detuvo. Quienes lo conocen en el día a día, aseguran que la sensación de batalla épica es casi orgásmica para el presidente de River y que no mide consecuencias.

Los pasos siguientes fueron lógicos: si el fútbol da la espalda hay que ir más allá del fútbol. El gran impulsor político del reordenamiento que hoy tiene el fútbol argentino es Sergio Massa. Fue justamente en el quincho de su casa en el Barrio Isla del Sol, donde se dio el primer cónclave para el regreso de la Primera a la AFA. D’Onofrio habló con Massa pero también se dio cuenta que no había posibilidad de revertir el acuerdo. Es más, el tigrense le sugirió que sea parte de los cambios. Fue entonces cuando el riverplatense jugó su última carta: pidió una reunión con el presidente Alberto Fernández. El encuentro tenía dos objetivos: intentar imponer un nombre para la Superintendencia de Seguros de la Nación (rubro en el cual tiene interés empresarial) y advertir su desacuerdo con los cambios en el fútbol argentino. Durante enero y febrero, D’Onofrio pidió insistentemente la reunión, pero no llegaba. El 14 de febrero, ambos coincidieron en un acto por las nuevas obras en la universidad de Hurlingham, municipio en el que River tiene un campus dedicado a las divisiones infantiles y juveniles. En esa oportunidad, el Presidente le prometió un encuentro a solas. Desde la secretaría de la Presidencia lo agendaron para el jueves 26 de febrero en horas del mediodía. Minutos antes, uno de los dirigentes más importantes del fútbol argentino llamó al entorno del Presidente para contarle que D’Onofrio iba a pedirle que interceda para frenar a los dirigentes que querían disolver la Superliga. Para evitar quedar en el medio de disputas futboleras, Fernández canceló la reunión. El presidente de River, se enteró cuando viajaba camino a Casa Rosada. Tuvo que pegar la vuelta mascullando bronca.

Fernández dijo tajantemente más una vez que no se iba a meter en el fútbol, aunque esos mensajes rutilantes son siempre parciales. Sin embargo, por el momento, el Presidente respetó la palabra al menos en lo macro. Ese dirigente que llamó a su entorno para avisarle las intenciones de D’Onofrio fue el encargado de contarle los cambios que se avecinan, desde la vuelta de la Primera a la AFA, la reelección de Tapia y la creación de una nueva liga comandada por Marcelo Tinelli. Fernández se limitó a decir que esa es una decisión que tienen que tomar los mismos dirigentes, pero recomendó que sea con un consenso amplio para evitar escándalos. La foto del martes por la mañana en AFA fue contundente y respetó las recomendaciones del Presidente: todos los clubes menos River (y parcialmente Talleres) apoyaron el nuevo rumbo.

Al oponerse a los cambios, River asegura que el objetivo de muchos dirigentes es romper el control financiero que hacen Superliga y sus Tribunales para volver al descontrol económico. Ese argumento es parcialmente cierto, sin embargo que sea River quien lo esgrima es al menos curioso. Sin dudas, el fallo del Tribunal de Apelaciones que puso en suspenso la quita de puntos a San Lorenzo y Huracán por incumplir el pago a sus jugadores y por mentir en las declaraciones juradas fue el principio del fin de SAF. La gran mayoría de los clubes sintieron que Desde Madero le contaban las costillas sólo a algunos y que la Justicia sólo sancionaba a los que no tenían peso político. En aquel momento, Doble Amarilla, anticipó en exclusiva la trama política detrás de esa bochornosa decisión. Lo curioso es que no sólo Daniel Angelici intercedió ante los jueces del tribunal de alzada, sino que diversas fuentes señalaron que Jorge Brito también lo hizo. Los motivos de por qué jugó junto a Angelici en ese momento son más grises y hoy no vienen al caso. Otro dato que es insoslayable es que analizando los balances y números de River es muy difícil cree que el club haya cumplido a rajatabla con los pagos al plantel y con el fair play financiero. Es más, tanto en el cuerpo técnico como los dirigentes admiten retrasos millonarios en los pagos al DT. 

Dudas

En la última semana siguió el debate interno en River sobre cómo posicionarse ante los cambios. Brito dejó la vicepresidencia de Superliga vertiendo, ante otros dirigentes, duras críticas contra Marcelo Tinelli. El propio D’Onofrio repitió toda la semana la palabra “traidor” al referirse al presidente de San Lorenzo. En su cabeza es inconcebible que Tinelli haya acordado con Tapia. Lo que la furia no le permite ver es que, en realidad, lo que emerge hoy es un acuerdo que incluye a la amplia mayoría del fútbol argentino. Es por eso River tomó el único camino que le quedaba y que ya ensayó en otras oportunidades: quedarse fuera de lo acuerdos e intentar dinamitarlos. Ya lo hizo cuando no aceptó ser parte de la AFA y cuando fue el único club que se abstuvo en votar a Tapia como presidente.

El primer round fue este viernes. River anunció el cierre de las puertas del club como medida preventiva ante el coronavirus y, unilateralmente, decidió no presentarse a jugar ante Atlético Tucumán. El argumento de River y el contexto político despiertan algunas preguntas, que hasta el momento la dirigencia de River evita contestar. ¿Si hay tanta preocupación ante un posible contagio, por qué ese mismo día la reserva femenina y masculina de River jugaron sus partidos?, ¿por qué River decidió cerrar el club y no cerrar el Instituto educativo? Esta sábado, ante el inminente anuncio de Gobierno de cerrar las escuelas por 15 días, la dirigencia comunicó que también evaluaba la suspensión de las clases en el instituto.

Pero las dudas no terminan ahí. Si la dirigencia de River y su capitán consideran que no hay que jugar, ¿por qué no pidieron a Superliga o AFA una reunión de urgencia para tratar el tema institucionalmente en lugar de tomar una decisión unilateral?, ¿ir por la vía institucional no era la mejor manera para "concientizar" a todo el fútbol? Durante la tarde del viernes, D’Onofrio se comunicó con un par de dirigentes para anticiparles que no estaba de acuerdo en jugar. Pero como ninguno acompañó su iniciativa, decidió romper antes que plantear la decisión a la mayoría y no lograr convencerlos. Esos llamados no fueron dirigidos ni a las autoridades de AFA ni se Superliga. Una fuente de la CD de River, el viernes por la noche, reflexionaba: “Quiero ver cómo hacen ahora los nuevos conductores del fútbol para explicarle al Presidente de la Nacion que si River no juega, se para al menos la mitad del fútbol. Alberto Fernández pidió que no haya escándalo en el fútbol. Esto ya es un escándalo”. Entónces, ¿cree River que es el Gobierno el que en realidad no quiere parar aún el fútbol?, ¿el mensaje de D’Onofrio es también un mensaje para el Presidente?

El viernes por la noche, los dirigentes de Atlético Tucumán decidieron que los futbolistas se presenten a jugar y apoyaron la decisión de Superliga. Al enterarse D’Onofrio llamó cerca de medianoche al presidente del club tucumano, Mario Leito. Según cuentan fuentes cercanas a ambos, la charla no fue nada amigable. Un detalle no menor es que Leito es diputado nacional por el Frente Para Todos. Es un hombre con mucha relación con el gobernador tucumano, Juan Manzur, y con Sergio Massa. Muchos lo señalan como el futuro gobernador de la provincia. Además, Leito, por decisión de Alberto Fernandez y de Massa, pasó a ser un hombre clave en la relación entre el Gobierno y el deporte, en especial el fútbol. Será quien comande por el oficialismo los proyectos relacionados al deporte. Por ejemplo, las discusiones sobre el famoso decreto 1212, reformas impositivas, ley de ART y hasta la ambiciosa Ley del Deporte tendrán al tucumano como protagonista. La relación entre Leito y D’Onofrio era hasta ayer muy buena. De hecho, data desde la época en que ambos apoyaban la candidatura de Marcelo Tinelli contra Luis Segura. Hoy todo es diferente, River se pelea hasta con quienes fueron sus grandes aliados hasta hace minutos.

Hace una semana D’Onofrio dio una entrevista en el diario La Nación. En esa nota blanqueó que piensa dar un salto hacia la política. De hecho, en el artículo se lo muestra como un gurú de los negocios y de la gestión. Ante su gente, D’Onofrio admite que le gustaría competir para ser el próximo jefe de gobierno porteño o quizás senador nacional. Estatutariamente no puede reelegir en River y su mandato finaliza en diciembre de 2021. En el club ya se baraja la posibilidad concreta de que si D’Onofrio entra en campaña política, se podría tomar una licencia. Si eso sucede, Jorge Brito quedaría al mando de la institución, lo que lo favorecería en su aspiración por ser el próximo presidente millonario. No son pocos los dirigentes riverplatenses que entiende que, desde hace unos meses, todas las decisiones que toma D’Onofrio no sólo apuntan a respaldar los intereses de River, sino también su conveniencia política.

Parar o no parar

Ante este panorama, hoy no hay dirigente en el fútbol argentino que no vea una intención política detrás de la decisión de River. ¿Esto quiere decir que no hay que parar el fútbol? Para nada. Si bien hoy el comité de especialistas no lo ve necesario y no lo recomienda, no quiere decir que mañana, pasado, en una semana o en un mes pueda tomarse esta decisión. ¿Quiere decir que River no puede oponerse a la mayoría y estar en desacuerdo con que se juegue? Tampoco, el problema es que no parece haber sido esa la voluntad de sus dirigentes. El hecho de que ni si quiera haya propuesto o elevado una nota a AFA y Superliga haciendo ese pedido, dispara las dudas. ¿Son el resto de los dirigentes unos irresponsables que exponen a sus jugadores, empleados y a ellos mismos? No parece. Hoy el consenso es seguir al pie de la letra lo que recomiendan los especialistas.

El presidente Alberto Fernández admitió que se estudian medidas drásticas, inclusive el aislamiento de toda la población. Sin embargo aclaró, "estamos en recesión, cualquier medida hay que estudiarla detalladamente. Hoy me junto con el ministro Guzmán para evaluar las alternativas", dijo en una entrevista a Radio Mitre. Lo mismo ocurre con el fútbol. La economía de los clubes es delicada producto de la recesión y de la devaluación. Parar el fútbol es también una medida compleja que podría generar un duro golpe a todas las instituciones, pero principalmente a las más chicas. Muchos se preguntan qué ocurrirá con los ingresos de tv si no hay partidos. Ningún dirigente puso por lo económico por encima de la salud, pero tampoco se puede desatender esa cuestión. No es simpático evaluar públicamente para los dirigentes de los clubes el rebote económico de este marco cuando se está hablando de salud, pero tienen que hacerlo.

AFA va a convocar a una reunión para la semana entrante. El objetivo es evaluar, si por más que el Gobierno no suspenda el fútbol, hay que parar. 

El fútbol busca tomar una decisión en conjunto para así poder dar respuesta a futbolistas, empleados de los clubes, sponsors y la TV.  Cabe destacar que la reacción del fútbol argentino es contraria a la del calcio. En Italia cuando ya los casos de muerte superaban el centenar, era el Gobierno el que pedía jugar a puertas cerradas y luego frenar el campeonato, pero la Lega Serie A se negaba. En Argentina hoy Gobierno, AFA y Superliga tienen diálogo minuto a minuto. Ante este panorama, es difícil creer que la intención de River sea meramente preventiva … aún si la semana que viene todos los clubes o el Estado deciden que la pelota no ruede.