El regreso de los visitantes, un deseo de muchos del que no tienen interés unos pocos
El fútbol argentino lleva casi 15 años sin público visitante en el ascenso del fútbol argentino y cerca de diez en la Primera División. El objetivo inicial era el de reducir la violencia, pero lejos de solucionarse, se empeoró con peleas internas entre las barrabravas de los clubes. A pesar de algunos dichos que reavivaron el debate, todo indicaría que la discusión solamente se dará en los medios de comunicación.
La primera decisión que frenó la concurrencia de simpatizantes visitantes tuvo epicentro en el estadio de Nueva Chicago, donde el ‘Torito’ cayó ante Tigre en la Promoción y no pudo mantener su categoría en el Nacional B, descendiendo así a la B Metropolitana. Mientras el ‘Matador’ tenía un penal a su favor para liquidar una serie que ya estaba terminada, hinchas del equipo local invadieron la cancha y obligaron a finalizar el partido. En ese partido el arquero de Chicago era Navarro Montoya, quien quedó desnudo ante las cámaras por los violentos que le robaban su indumentaria. Para colmo, la salida empezó siendo un caos y terminó con un muerto, Marcelo Antonio Cejas, por el que la familia todavía sigue buscando a los responsables.
Como decisión indeclinable, todos los dirigentes del Ascenso asintieron a Julio Grondona y definieron suspender el público visitante, una medida que incluso fue bien vista por el kirchnerismo, que se animó en el último tiempo a plantear el regreso. Fue hace poco Aníbal Fernández, flamante ministro de Seguridad, quien expresó en Radio 10 con Jorge Rial: "¿Tan bestias seremos que no podemos tener visitantes? Yo creo que se puede hacer".
Luego, 2013 fue el año para la Primera División. Ocurrió tras un duelo entre Lanús y Estudiantes en La Plata. En un episodio tampoco esclarecido del todo, Javier Gerez, fana del Granate, murió luego de un escopetazo en manos de la Policía Bonaerense. A pesar de la experiencia del Ascenso, donde se multiplicaban las facciones internas en los clubes, la máxima categoría tomó la misma decisión.
¿Cuál fue el resultado? La violencia nunca cesó. Es más, en algunos casos, aumentó. Además de los enfrentamientos con los policías en las calles, también hubo varios eventos que perjudicaron al desarrollo del espectáculo. El más emblemático, claramente, fue el gas pimienta en el partido de Copa Libertadores 2015 entre Boca y River en La Bombonera, donde los futbolistas del Millonario no pudieron continuar jugando por el ardor en los ojos. ¿La foto más fuerte? Sus pares del Xeneize, lejos de ayudarlos, se formaron en la cancha y rindieron “homenaje” ante La Doce.
El fútbol sigue viviendo hechos insólitos que le demuestran día a día que es prácticamente imposible que regresen los hinchas. De volver, tendría que haber un gran acuerdo nacional entre los clubes, la política y las autoridades policiales, también partícipes de este gran negocio-espectáculo.
¿Cuál es hoy el mayor problema? Las facciones dentro de las barras del club. Con los espacios libres que dejaron las tribunas por el fin de los visitantes, muchos violentos hicieron su juego y conquistaron distintos sectores del estadio para mostrar su poderío. Se vieron numerosos ejemplos de contienda y disputa. El último, que no pasó a mayores de casualidad, fue la interna en la barra de Arsenal, donde todo terminó a los tiros en Villa Itatí, con tres heridos.
Durante la presidencia de Mauricio Macri, se hicieron algunas pruebas en la Provincia de Buenos Aires, cuando Juan Manuel Lugones era titular de la APREVIDE. Sin embargo, todo se trató de una puesta en escena con apenas un puñado de partidos que no mostraban riesgo alguno por las pocas conexiones entre los clubes.
Además, vale aclarar, muchos clubes del fútbol argentino, sobre todo los más grandes, prefieren contar con la totalidad del público local en el estadio. ¿Por qué? En muchos casos por el costo del operativo tanto en Ciudad como en Provincia, mientras que otros por la gran cantidad de socios y la capacidad limitada del estadio en ese sentido, como en Boca.
Según pudo averiguar Doble Amarilla, los policías “adicionales” en la Provincia de Buenos Aires, que son los que cubren estos eventos fuera de su horario laboral, tienen un costo aproximado de $360 la hora. Teniendo en cuenta que los operativos suelen durar cuatro horas, cada policía parte de los $1.440. Lógicamente, el operativo policial es costeado por los clubes locales, donde muchos dirigentes de clubes humildes llegaron a decir que para ellos “abrir la cancha es perder plata”.
La ecuación hoy es sencilla. Sin los visitantes, los clubes pagan menos de operativo, se ahorran posibles enfrentamientos a la salida -aunque siguen ocurriendo entre pares, en menor medida- y pueden dedicar ese dinero a mantener instalaciones o inversiones ligadas a lo futbolístico. En resumidas cuentas, la vuelta de los visitantes es el deseo de todos los hinchas, pero no cuenta con el interés de unos pocos.