Después del llamado de ayer que recibió su representante Gustavo Lescovich, para juntarse con Tapia y Toviggino hoy en la AFA, Edgardo Bauza sabía que era una jornada.muy especial: se acercaban sus últimas horas como técnico de la Selección.

Por eso prefirió arrancar bien temprano la actividad. Se subió a su camioneta negra y partió de su domicilio en Palermo hacia el predio de Ezeiza. Durante esos 45 minutos de viaje pensó en la actividad del día. Había citado a todo su cuerpo técnico para que esté a partir de las 10 de la mañana. La excepción eran los preparadores físicos rosarinos, quienes tenían un par de horas más de tolerancia por los 330 km que debían recorrer. 

El primero en llegar fue el entrenador de arqueros, Gustavo Campagnuolo, quien para no variar la costumbre se armó del termo y el mate y se dirigió hacia las oficinas del fondo del predio, en donde siempre planificaba los trabajos el Patón.

Después llegó Bauza. Saludo a la gente de prensa, a Marito el utilería y después se trasladó hasta su bunker d final del pasillo, en donde se encontró con Campagnuolo.

La charla para interiorizarse de los detalles del día giraban en derredor del encuentro entre Lescovich y Tapia de la noche. Pero todos ya sabían que eso iba a ser una formalidad. La idea del Patón era aprovechar la jornada para llamar uno a uno a los jugadores que pasaron por su ciclo. Con varios dialogó más de lo habitual, como Buffarini, Pratto, Otamendi o Aguero. Según cuentan en el predio, el Patón  no encontró a varios porque o se encontraban viajando o sus celulares estaban apagados. Por lo que dicen, no se pudo comunicar ni con Messi, Lavezzi o Di María en toda la jornada. Por eso el llamado quedo pendiente para mañana.

Luego del almuerzo y de seguir llamando a algunos futbolistas con los cuales había intentado comunicarse a la mañana pero no había podido, Bauza se despidió de Omar Souto -Gerente de Selecciones del predio de Ezeiza- y Rubén Moschella -Gerente del complejo- con un hasta mañana. "Si no pasa nada raro, vengo como siempre. Y si pasa, también. Así que nos vemos...", dijo con una sonrisa, cuando los relojes ya marcaban las 17 horas. La jornada más triste del ciclo de Bauza en la Selección ya era historia. Lo mismo que la suerte del entrenador rosarino al frente de la albiceleste.