Lerche: "Algunos dirigentes no solamente no son solidarios, sino que a veces caen en la ingratitud"
El ex presidente de Colón, que quedó muy cerca del juicio oral por "administración fraudulenta", habló en exclusiva con Doble Amarilla. “Sé desde siempre que fui objeto de una persecución política que la han judicializado, eso lo tengo absolutamente probado y soy consciente”, se defiende.
(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Germán Lerche, ex presidente de Colón que quedó muy cerca del juicio oral por "administración fraudulenta", habló en exclusiva con Doble Amarilla. La "persecución política", el lawfare, la actividad del dirigente en el fútbol argentino, el espionaje ilegal, el rol del fútbol como herramienta de cambio y la necesidad de "trazar alianzas geopolíticas estratégicas".
"Pagamos en dólares cuando no tenemos y ampliamos los cupos de extranjeros cuando limitamos las importaciones", manifestó sobre el fútbol en relación a la política económica en la Argentina. ¿Vuelta al deporte? "Me gustaría poder dar una mano y volcar mi experiencia en algún club del Interior, en Federal A o Regional", indicó.
- DOBLE AMARILLA: ¿Cómo está su situación actual con respecto a la causa?
- GERMÁN LERCHE: Tranquilo, realmente muy tranquilo. En definitiva, estamos en las puertas de un juicio oral, lo que no significa que lleguemos, porque aún faltan instancias. Tenemos tranquilidad porque lo que se pone en tela de juicio es una administración del club absolutamente transparente y blanca. Sé desde siempre que fui objeto de una persecución política que la han judicializado, eso lo tengo absolutamente probado y soy consciente. Todos los dirigentes, antes o después, seremos objeto de este tipo de cuestiones.
- DA: ¿En qué sentido lo dice?
- GL: Cuando yo iba a jugar a Boca, si ganaba en La Bombonera 4-0, cosa que nunca sucedió, pasaba por la Avenida 9 de Julio, yo me traía el Obelisco en el hombro y en Santa Fe era un héroe. El fútbol de ustedes está muy concentrado, en el fútbol del Interior parece que hay que pelear el doble. Si yo a los 15 días, jugaba con Acassuso por Copa Argentina y perdía, me era difícil entrar en Santa Fe. En los clubes, cada diez años entrás en crisis, porque este es un fútbol deficitario. Estoy tranquilo, lo único que me duele es que, cuando hay un problema de deudas o lo que fuere, los jugadores siempre tienen un esquema de solidaridad a raíz de su gremio, pero los dirigentes no solamente no son solidarios, no digo todos, sino que a veces se cae en la ingratitud. Eso duele cuando pasan estas cosas. Gracias a Dios, han cambiado los aires políticos, eso lo aplaudo y saludo.
- DA: ¿Cambio a nivel político? ¿O también refiere a lo judicial?
- GL: Escuché atentamente al presidente cuando presentó el proyecto de reforma judicial. Me quedo con los considerandos: en la política y en el fútbol, fui objeto del lawfare, que es politizar la justicia, llevar los problemas políticos de los clubes o del Estado al plano de la justicia. Esos aires están cambiando, aspiro a que podamos tener un juicio justo. Vamos a poner en discusión lo que es el fútbol argentino. Pude haberme equivocado muchas veces, trayendo al 9 que no había que traer, a un arquero al que quizá le faltaban cuatro dedos, pero no pongo en juego mis conductas. Como decía Grondona: paz, paciencia y pelotas.
- DA: ¿Cree que hubo una persecución hacia usted de parte de la actual dirigencia?
- GL: Vamos a apelar al sentido común. Hace casi ocho años que me fui de Colón. ¿Vos crees que si hubiera habido alguna cosa importante en términos de infringir una ley penal hubieran pasado ocho años? Obviamente vamos a apelar. Hay otras cuestiones que tienen que ver con la persecución. Yo me fui de Colón por un pico de estrés, pedí una licencia y terminé renunciando. Colón se va al descenso con el torneo de 30 equipos, cinco o seis meses después de que yo me fui del club. Cuando el equipo se va a la B, un juez dictaminó un allanamiento a mi casa y de otros directivos el día después de eso. Eso es ponerte el descenso en la cabeza en ciudades como Santa Fe, Rosario o La Plata. A partir de ahí, estoy convencido de que hubo una persecución.
- DA: ¿Tuvo que ver el momento en el cual asumió en el club?
- GL: En el año 2006, cuando empecé a ser presidente de Colón, era plateista. Me pasaba lo que le pasaba a cualquier hincha del fútbol. Jamás soñé con ser presidente de Colón, era un abogado que trabajaba en mi ciudad, militaba en política. Fui emergente de una crisis, hubo allanamientos de la AFIP. Los titulares de los diarios en ese entonces eran que "a diferencia de otros clubes, Colón sólo blanqueó parte de la compra y venta de jugadores". Significaba que había compra y venta en negro. Otro "deudas millonarias", otro "en los allanamientos, se encontraron documentos de transferencias de jugadores". Los mismos que me denunciaron me pedían en 2006 que expulse a Vignatti del club. Yo nada de eso hice. Pero tampoco un juez instruyó la investigación penal. En Santa Fe, Colón y Unión ocupan más líneas de un diario que lo que pueda decir un gobernador de la Provincia a veces. Yo fui emergente de toda esa crisis. Quienes me denunciaron siete años después, eran quienes me decían que expulse a Vignatti para que no vuelva más al club.
- DA: ¿Intentó hacerlo?
- GL: Nunca lo hice porque los jueces debían investigar. Quise mirar para adelante. Y eso me llevó a construir un club que fue modelo del fútbol argentino: hotel, predio, estadio, Copa América, proyecto de formación de juveniles. Lo que me pedían hacer con los otros me lo hicieron a mí a partir de un juez que se metió en la vida política de Colón y que aparte es plateista de Colón. Cuando el 9 hace el gol, lo quieren abrazar. Y cuando no hace goles, se dan vuelta al palco para preguntar por qué traje a un perro. Es parte del desequilibrio del fútbol argentino.
- DA: ¿A quién responde la actual dirigencia?
- GL: Son los mismos que estaban en las tapas de los diarios que mencioné. Hay algo que veo que pasa en los clubes de Santa Fe y algunos de Argentina, no en Rosario: nosotros caemos en esa hipocresía de que estamos en contra de las sociedades anónimas. Yo creo que los clubes tienen que ser lo que son ahora, sociedades civiles, entidades democráticas. Mientras decimos eso, también apelamos a la meritocracia: para ser dirigente, tenés que tener plata. Yo no creo que haya que poner de la plata propia, porque después no sé de dónde lo saca, de dónde viene esa plata. No tenemos que ser sociedades anónimas deportivas, pero el presidente tiene que tener plata, porque cuando se necesita tiene que poner plata. Si es así, seamos sociedades anónimas, no caigamos en esa hipocresía. Por eso me interesan estos debates. Desde mi experiencia, quiero ayudar a construir nuevos dirigentes, desde lo que aprendí de Julio (Grondona). Estoy convencido de que sé más de fútbol hoy que cuando estaba en el club, porque no tengo la urgencia del fin de semana.
- DA: ¿Usted cree que llevó política al club?
- GL: Yo tenía militancia en la Juventud Radical, soy parte de la generación que convocó a (Raúl) Alfonsín a la política. Con él compartí muchas cosas y aprendí mucho en cuanto a política y conducta. Fui a un gran seguidor de él. El día que me eligieron presidente de Colón, tomé una decisión ética: me borré de la política. Lo hice con mucho dolor, porque es algo que me gusta mucho. Pero también aprendí que el fútbol es una herramienta poderosísima para transformar determinados comportamientos sociales. A veces se puede y a veces no, porque estamos atados a la pasión y al gol, de si se hace o no. Pongo un ejemplo: son muchos los chicos que no terminaron la secundaria y son muchos los clubes en el país. Hay que hacer un plan de integración educativa.
- DA: ¿Estuvo cerca de ser candidato político?
- GL: Nunca lo he dicho públicamente: cuando fui presidente de Colón, me ofrecieron, de los partidos que podían ganar, candidato a gobernador de la Provincia de Santa Fe, a intendente, a senador por el departamento de la Capital. De distintos partidos menos del que venía. No voy a decir los nombres, pero de las figuras más importantes de la nación y provincia. Con mucho dolor, les dije que no, porque sentí que iba a defraudar a los que me votaron en Colón. Me habían elegido para ser presidente de Colón, peronistas, radicales, de distintas vertientes. No podía utilizar esa herramienta del fútbol para otra finalidad. Eso tiene que ver con las conductas. Me hubiera gustado hacerlo, pero tuve un examen de conciencia.
- DA: ¿Habla con alguno de los actuales dirigentes de Colón?
- GL: Hablo con muchos dirigentes y ex-dirigentes del fútbol argentino para intercambiar ideas y opiniones, pero con los dirigentes actuales no hablo. Tampoco me desespero por hablar, no es algo que me incomode.
- DA: ¿Cuánto cree que puede extenderse la causa?
- GL: La verdad que no lo sé. Va a estar interesante si llevamos a la instancia del juicio oral, voy a poner en debate algunas cosas. Acá en Argentina hay un tema con la posverdad, que es cuando se instalan verdades a medias y las verdades objetivas ya no tienen valor. Pasó en la política en estos últimos cuatro-cinco años. Pasa también en el fútbol, sobre todo en sociedades como la nuestra. La posverdad dijo que me había comprado un departamento en Buenos Aires. Y después la realidad es que lo había alquilado y lo usaba para cuestiones familiares. Yo tenía otras obligaciones relacionadas con las selecciones nacionales. ¿Qué querían? ¿Que duerma en una plaza?
- DA: ¿Tiene diálogo con la conducción actual de la AFA? ¿Su gestión?
- GL: Lamentablemente no. Soy un tipo que no suele hacer lo que me hicieron a mí. Puedo no estar de acuerdo en algunas cuestiones, pero banco a la dirigencia del fútbol, más allá de las ingratitudes de las que creo que fui objeto. No hablo con Chiqui, la última vez fue cuando fui a AFA como presidente de Colón. La actividad más difícil no es la del árbitro, es la del dirigente del fútbol argentino. Quizá Chiqui no tanto, porque viene de Barracas Central. Pero después está la Selección por ejemplo, se sufre.
- DA: ¿Qué considera de lo ocurrido con el espionaje ilegal? ¿Le parece extraño que la política investigue al fútbol ilegalmente?
- GL: Por supuesto que es extraño e ilegal y tiene un objetivo político. Y yo absolutamente repudio eso. No es legal y no se ata a la constitucionalidad. Hay que transitar en la Argentina y en el fútbol un camino distinto. Esto no es a favor de Toviggino, porque no lo conozco, pero obviamente que todas esas cuestiones de pinchaduras se realizaron con un objetivo político. No lo comparto para nada.
- DA: ¿Qué lazo tiene o quisiera tener actualmente con el fútbol?
- GL: Me gustaría poder dar una mano y volcar toda mi experiencia a algún club del Interior del Ascenso, sea Federal A o Regional. Son clubes que tienen mucho para crecer y no tienen la impaciencia del hincha. Me gustaría dar una mano ahí. De hecho lo hago, porque me llama alguno del Interior del país, me pide consejo y doy una mano. Me gustaría poder desarrollar lo que hicimos en Colón en algún club que tenga todo para crecer. Creo que el fútbol debe acompañar las políticas públicas, del Gobierno Nacional, y hoy están orientadas a un crecimiento federal, horizontal, de igualdad de oportunidades. Y el fútbol debe transitar un camino en esa dirección.
- DA: ¿Lo ve realmente factible?
- GL: Sé que es difícil, porque hay un esquema piramidal en la Primera División. En la Liga Profesional, se expresan pocas provincias, con un nivel de desigualdad bastante importante. En la B Nacional, se expresan 8 provincias. Es difícil, no todos pueden llegar a la pirámide, pero hay que imaginar políticas de desarrollo para que Sarmiento de Junín, San Lorenzo de Catamarca o Chaco For Ever puedan tener posibilidad de una política ascendente. Hay que imaginar torneos regionales para que puedan crecer, eso me entusiasma mucho pensarlo e imaginarlo. En Argentina, jugamos al fútbol con políticas económicas y con modelos europeos. Por ejemplo, pagamos en dólares cuando acá no podemos pagar. Limitamos las importaciones y ampliamos los cupos de extranjeros. Hacemos todo distinto. El fútbol debe acompañar la política pública, que no significa que el Gobierno Nacional gobierne la AFA.
- DA: ¿Qué considera del valor del fútbol argentino en relación al mundo?
- GL: El fútbol del mundo no lo gobierna Infantino, sino mil clubes de Europa: Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, los Manchester. Lo que se llama la ECA o Asociación de Clubes Europeos. Esos definen las pautas del fútbol mundial, como cuando se empezaron a cobrar seguros por jugadores cedidos a las selecciones para los torneos. Esos clubes también definen los cronogramas, no la FIFA. En la ONU, gobiernan los países más importantes. A nosotros nos perjudica que al jugador más importante que tengan River, Boca o Racing, ellos ponen el precio, en relación a la pobreza de las finanzas del fútbol argentino. La discusión que hay que dar en AFA y Conmebol son las alianzas geopolíticas. Cuando Messi no juegue más, no existimos más. Falta que Leo diga que no juega más. En el contexto del fútbol, no existimos más cuando no esté Messi. Hay que rezar a que aparezca otro o un Maradona, pero eso es difícil. Hay que charlar alianzas estratégicas.
- DA: ¿Esa cree que es la cuestión de fondo?
- GL: Esas son las cuestiones de fondo que hay que discutir, que me parece que no hay perspectiva para discutirlo. Tiene que ver con la salud del fútbol argentino y de las economías del fútbol argentino. ¿Cómo Gaich va a ser vendido en 8 millones y en un año de Rusia lo venden en 50 millones? Algo está mal, estas cuestiones tenemos que discutir. El Estatuto de Jugadores de FIFA tiene una mirada a la europea, no contempla la mirada de países formadores como Brasil o Argentina. Esas cuestiones geopolíticas hay que discutir, no puede ser que le tiremos la alfombra roja a Infantino cada vez que viene. La podemos tirar, pero discutamos estas cuestiones. Antes no lo hacíamos porque teníamos personas importantes: Havelange y Grondona. Había una posición estratégica importante en el fútbol de Sudamérica. Hoy hay que charlar estas cuestiones, ver con quién discutimos. Hay que hablar para que el fútbol argentino no caiga en sus problemas cotidianos.