Ariel Rocha no es un exfutbolista más. Supo brillar bajo los tres palos y defender los colores de Independiente, donde no solo dejó se destacó como arquero, sino que también fue capitán, símbolo y referente del vestuario. Tras varios años en el alto nivel del fútbol argentino, dio un paso inesperado y definitivo: dejó los guantes y cambió el césped por el asfalto.

Su decisión fue tajante. No arrastró la retirada ni cayó en la melancolía del retiro. Con claridad, eligió otro destino: ponerse al frente de “La Colorada”, la línea 178 de colectivos que une Pompeya con Florencio Varela. Rocha dirige la operación con la misma seriedad con la que organizaba su defensa en la cancha. Su conocimiento del recorrido y su compromiso con el servicio le dan hoy una nueva identidad, alejada del arco, pero no del liderazgo.

Jugó en Independiente, fue capitán y terminó dirigiendo una línea de colectivos

Rocha dio sus primeros pasos como profesional a los 16 años en Victoriano Arenas y tuvo su salto a la elite gracias a la mirada atenta de Timoteo Griguol, quien lo llevó a Ferro. Allí compartió plantel con figuras como Germán Burgos, y fue testigo de partidos memorables.

Su fanatismo por Independiente lo impulsó desde siempre, y vestir esa camiseta fue más que un logro: fue la realización de un sueño. Jugó junto a ídolos de su infancia y supo ganarse el respeto de los hinchas, incluso en momentos difíciles, como aquel clásico frente a Racing con el agónico empate de Loeschbor.

Jugó en Independiente, fue capitán y terminó dirigiendo una línea de colectivos

Hoy, a sus 51 años, Ariel vive otra pasión. Heredó de su padre el amor por el transporte y lidera con firmeza la empresa familiar. También conserva su fanatismo por los caballos y el fútbol, aunque ya no como protagonista. A su lado, su esposa Débora y sus hijos le recuerdan que los sueños no siempre terminan con un silbatazo final.

El paso de Ariel Rocha por Independiente

Jugó en Independiente, fue capitán y terminó dirigiendo una línea de colectivos

Rocha estuvo en Independiente del 2000 al 2002 y durante su estadía en Avellaneda disputó 58 partidos en los que recibió 72 goles y tuvo 17 vallas invictas.