Algo más que fútbol: cuáles son las actividades que puede desarrollar Foster Gillett en Argentina, el rol (real) de Tofoni y ¿una nueva víctima en el horizonte?
Su irrupción en el fútbol argentino causó revuelo. Hay quienes estaban convencidos de que Foster, con sus millones de dólares, salvaría a los clubes y sería la punta de lanza para implementar el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol local. Sin embargo, con el correr de los meses, se fue “pinchando” esa ilusión y creció el descontento. Deudas, desilusiones y engaños es lo que dejó su (breve) paso por Argentina. No obstante, el fin último nunca fue el fútbol. Había algo más. Mucho más. Pero el golpe que significó para el Gobierno Nacional el escándalo de $LIBRA, lo habría motivado a alejarse de la escena a un Gillett que, rápidamente, apuntó los cañones a Uruguay como un ”plan B”. Los detalles del contrato que firmó del otro lado del charco.
La irrupción de Foster Gillett en el fútbol argentino, hace algunos meses, causó revuelo. Hubo varios rechazos a su figura de empresario estadounidense, aunque algunos creían que salvaría a los clubes y que sería la punta de lanza para implementar el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas. Está claro que las reuniones con Daniel Scioli (actual Secretario de Ambiente, Turismo y Deportes), Juliana Santillán (Diputada Nacional) y Guillermo Tofoni (empresario argentino), le dieron un espaldarazo - y la confianza suficiente - para poder desembarcar con su cartera de negocios en nuestro país.
Sin embargo, con el correr de los días, se fue “pinchando” la ilusión y creció el descontento generalizado en el ambiente deportivo. De todas maneras, Foster le hizo honor a sus antecedentes (la quiebra del Liverpool, por ejemplo): tras acordar la “compra” de Valentín Gómez - al Udinese - (U$D 8.5 millones) y Rodrigo Villagra (cerca de U$D 10 millones), desapareció y las operaciones se cayeron por falta de fondos. El defensor de Vélez se entrenó durante varios días en la plaza de Údine, mientras que el 5 de River lo hizo en las cercanías a su domicilio. Lo mismo ocurrió con el préstamo, por adelantado, a Estudiantes de U$D 10 millones. Nunca llegó el dinero a la institución platense y fue el propio Verón quien tuvo que meter la mano en la lata para poder pagar las transferencias de Ezequiel Piovi y Facundo Farías. Por lo tanto, en apenas 20 días, el agujero que dejó este magnate estadounidense, en el fútbol argentino, asciende a U$D 30 millones.
Hay quienes asocian la desaparición de Gillett, desde principios de febrero, a la falta de respuestas del Gobierno Nacional a la promesa (inclumplida) de que la AFA modifique el Estatuto para que, de esta manera, se permita implementar las Sociedades Anónimas Deportivas en el fútbol argentino. Y, una vez eso, Gillett pueda comprar clubes en el país.
No obstante, el fin último de Foster en Argentina nunca fue el fútbol ni las SAD. Está claro que era una de sus metas. Pero no la única. Había algo más. Mucho más. El pasado 23 de enero constituyó, de manera formal, el “Grupo Gillett S.A.U”. El mismo fue publicado en el Boletín Oficial y lleva la firma del Escribano Octavio Javier Gillo.
De este documento se desprenden algunas cuestiones interesantes. En primer lugar, la representación legal de la sociedad está compuesta por dos personas: Foster Lockhart Gillett (Presidente) y Guillermo Luis Tofoni (Director Suplente).
El plazo de vigencia de esta sociedad es de 99 años y el capital que puso a disposición Foster para la constitución de la misma es de $1.000.000.000.
Por otro lado, las actividades que puede realizar la sociedad son variadas y no solamente están apuntadas a la parte deportiva, según indica la publicación oficial.
El “Grupo Gillett S.A.U” puede realizar, por sí o por terceros, actividades vinculadas a la organización de eventos. Esto significa que puede realizar producción, contratación, dirección y explotación, por cuenta propia, de terceros, o asociada a terceros, de todo tipo de espectáculos públicos, teatrales, cinematográficos, televisivos, radiales, conciertos y recitales musicales, y de todo otro tipo de evento artístico con fines culturales y/o recreativos para público en general. Podrá registrar, patentar, ceder y de cualquier otra forma utilizar los derechos de autor y de propiedad intelectual que puedan derivar de la creación, publicidad y difusión de dichos espectáculos. La organización, preparación, coordinación, difusión, promoción, asesoramiento y planificación de espectáculos, ya sean artísticos, culturales, sociales, y/o deportivos, exposiciones, congresos, seminarios, charlas, desarrollos en espacios abiertos y/o cerrados, sean públicos o privados, incluyendo las campañas publicitarias y propaganda, por los distintos medios existentes o por crearse, de las actividades que hacen al objeto.
Asimismo, también puede realizar actividades vinculadas a la ”construccción” (estudio, proyecto, desarrollo, dirección y ejecución de obras de arquitectura, ingeniería, viales, públicas o privadas, la construcción de obras civiles, refacciones y de toda otra obra afín, conexa o complementaria o de infraestructura), “comerciales”, “inmobiliarias”, “informáticas” y “comunicaciones”.
Además, en el apartado de actividades “financieras” que puede realizar el “Grupo Gillett S.A.U”, se destacan las inversiones, constitución de fideicomisos actuando como fiduciante, fiduciario y/o beneficiario, aportes de capital; ejecución de operaciones crediticias con fondos propios; garantizar obligaciones de terceros, intervenir en la compra, venta, de acciones, títulos, bonos, criptoactivos (un término que tomó relevancia nacional en los últimos días) y demás valores mobiliarios o papeles de cualquiera de los sistemas creados o a crearse.
Otra de las actividades, que hizo ruido en el arco político nacional, tiene como objeto la “energía”. Es decir, que puede desembarcar con su cartera de negocios en el área y dedicarse al estudio, la exploración y la explotación de los yacimientos de hidrocarburos líquidos y/o gaseosos y demás minerales, como asimismo, la industrialización, transporte y comercialización de estos productos y sus derivados directos e indirectos, incluyendo también productos petroquímicos, químicos derivados o no de hidrocarburos y combustibles de origen no fósil, biocombustibles y sus componentes, así como la generación de energía eléctrica a partir de hidrocarburos, a cuyo efecto podrá elaborarlos, utilizarlos, comprarlos, venderlos, permutarlos, importarlos o exportarlos.
La salida rápida fue Uruguay: qué dice la letra chica del contrato entre el Grupo Gillett y Rampla SAD
Desde el entorno de Gillett aseguran que, tal como adelantó Doble Amarilla el pasado 4 de enero, siempre le sedujo desembarcar en sector de infraestructura de nuestro país. No obstante, el golpe que significó para el Gobierno Nacional el escándalo de $LIBRA, lo habría motivado a alejarse de la escena (no atender el teléfono y no depositar el dinero) a un Gillett que, rápidamente, apuntó los cañones a Uruguay como un ”plan B”.
En la escena apareció un nuevo protagonista (¿o víctima?): Rampla Juniors. Un club humilde del país vecino que mantiene múltiples deudas y el cual Foster se propuso “salvarlo”. El nexo para llegar a la institución fue, al igual que en Argentina, Guillermo Tofoni. Si bien ninguno de los dos está en “el día a día”, todas las decisiones que tome el directorio primero deben ser consultadas con el empresario argentino, según le confiaron a Doble Amarilla.
Las partes suscribieron, en los últimos días, un acuerdo por 30 años (el mismo plazo que prometía firmar con Estudiantes) por el 100% del club, en el cual Gillett se comprometió a pagar las deudas que están declaradas y, si se logra bajar el pasivo, la diferencia se volcará en infraestructura. Además, prometió construir un CAR en un plazo de dos años, refaccionar el predio de “La Terraza” (que implica una erogación de U$D 700.000) y la compra del Estadio Olímpico para que utilice la institución.
El monto final de la operación ronda, aproximadamente, los U$D 20 millones (entre pasivos e inversión de infraestructura). El pequeño detalle es que Foster, al día de la fecha, puso apenas U$D 1 millón. “Hay plazos para cada inversión y, si no pone lo que prometió, el acuerdo se cae y pierde todo lo que puso. Y si quiere vender su parte, debe autorizarlo primero el club”, aseguran a Doble Amarilla desde el otro lado del charco, mientras miran de reojo la experiencia de clubes argentinos. El patrón se repite otra vez y el modus operandi parece ser siempre el mismo: el de las promesas incumplidas.