La Copa América más politizada de la historia que terminó en Brasil
Desde la designación de dos países para su coorganización, pasando por la baja de Colombia y Argentina hasta el desembarco definitivo en la tierra de Bolsonaro, el torneo más antiguo de selecciones estuvo signado por idas y vueltas marcadas por la rosca en un contexto de pandemia.
La 47º edición de la Copa América que comenzará finalmente este domingo en Brasilia tuvo un largo recorrido desde su polémica designación por primera vez con dos coorganizadores hasta su desembarco final en la tierra de Bolsonaro, tras las bajas de Argentina y Colombia. La rosca estuvo a la orden del día y luego de tantas idas y vueltas, Conmebol cumplió con su premisa principal: que las selecciones del continente tengan competencia de cara al Mundial de Qatar del año próximo.
Luego de la coronación de Brasil como local el 7 de junio de 2019 en el Maracaná tras vencer por 3-1 a Perú, nadie podía imaginar el largo (y desgastante) camino que se abriría hasta este 13 de junio de 2021 cuando la pelota volverá a rodar en el certamen continental luego de mucha rosca política, conflictos sociales y una pandemia del coronavirus que marcó todo este proceso de 737 días.
El coronavirus obligó el 17 de marzo del año pasado, el paraguayo Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, anunciara la postergación de la Copa América para 2021 en con junto con la UEFA que tomó la misma determinación para su Eurocopa con el guiño de FIFA.
Apenas una semana después que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretara al coronavirus como pandemia, Domínguez tomó la palabra y declaró que se trataba de una “ medida extraordinaria para una situación inesperada”.
Hacia finales de 2020, y con una meseta en contagios, Colombia impulsó su movida política con la promesa de tener hasta el 30% de público en los estadios, una ambición de Conmebol que permitía que el certamen no fuera deficitario.
En febrero de este año llegó la renuncia los dos invitados especiales del certamen: Australia y Qatar, que explicaron que por cuestión de calendario y ante un escenario poco previsible no podían comprometer su participación para 2021.
Con la movida del público, Colombia intensificó su intención de organizar la Copa América y, a pesar de tener garantizada la definición del certamen, avanzó en un proceso de sembrar dudas sobre Argentina con la llegada de la segunda ola de coronavirus desde finales de abril.
Sin embargo, una tensión social creciente hacia finales de mayo que provocó decenas de muertes y denuncias por represión policial para el gobierno de Iván Duque, generó un clima insostenible para Colombia que primero repercutió en la definición de la fase de grupos de las Copas Libertadores y Sudamericana y luego generó dudas sobre la Copa América.
Luego de varias idas y vueltas, Colombia el 21 de mayo realizó un pedido oficial de aplazamiento de la Copa América para noviembre/diciembre, que derivó en el rechazo de Conmebol por cuestiones de calendario, logísticas, económicas, comerciales y publicitarias.
Días después Argentina a través del presidente Alberto Fernández y su Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero ratificaron el compromiso de Argentina para organizar “su parte” de la Copa América y analizar poder absorber la mitad que le correspondía a Colombia.
"Nosotros podemos analizar la organización de toda la Copa América en la medida en que todos cumplan estrictamente las condiciones de control y protocolos", manifestó Fernández enviando un guiño hacia los cuarteles de Luque.
Fue el propio Domínguez junto con Gonzalo Belloso que viajaron hacia Buenos Aires para reunirse con Alberto Fernández para llevar adelante el proyecto integral de la Copa América en Argentina bajo un estricto protocolo, mientras se completaban inspecciones a posibles escenarios para sumarse a los cuatro designados: Monumental de River, Kempes de Córdoba, Islas Malvinas de Mendoza y Madre de Ciudades De Santiago del Estero.
Sin embargo, esa misma semana los casos y las víctimas de coronavirus emprendieron una escalada importante y en el domingo 30 de mayo hubo gestos del Gobierno Argentino con dudas a la realización del torneo, fundamentalmente de la Ministra de Salud, Carla Vizzotti, y el Ministro del Interior, Eduardo ‘Waldo’ de Pedro, que derivaron en la suspensión definitiva de la sede en Argentina, donde apenas dos semanas después y con los casos en baja se disputaron más de 60 partidos de las categorías del ascenso.
A partir de ese momento llegó una montaña rusa de decisiones vertiginosas. Primero un Consejo de Conmebol extraordinario en la mañana siguiente que lejos de analizar las opciones sobre la mesa rompió los moldes y confirmó a Brasil como sede designada tras un ofrecimiento formal del propio Jair Bolsonaro.
La designación de las sedes fue otro capítulo interno de esta gran novela porque varios estados declinaron la opción de recibir a este torneo, e incluso con 95 mil casos detectados el 2 de junio (récord desde el comienzo de la pandemia) hasta impulsaron tres pedidos ante el Tribunal Supremo para que la justicia brasileña detuviera esta movida.
En paralelo con esta rosca política interna de Brasil, Conmebol rápidamente salió a sofocar un potencial ‘levantamiento de jugadores’ impulsado por los ‘europeos’ del Seleccionado local que pretendían no quedar mal ante la opinión pública e hicieron trascender un posible boicot al certamen.
Con Río de Janeiro, Brasilia, Cuiabá y Goiania como sedes con cinco estadios -y el mítico Maracaná para la final-, Conmebol le pidió a sus diez asociaciones la ratificación de su participación en el torneo. La intención de darle competencia a las selecciones sudamericanas de cara al Mundial, junto con la necesidad económica de las mismas para disputar el torneo hicieron que nueve de las diez federaciones hicieran pública su voluntad de disputar la Copa América.
En medio de una doble fecha de eliminatorias, reprogramada para la previa del certamen continental por la pandemia del coronavirus, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) tuvo la licencia por 30 días de su presidente Rogério Caboclo por una denuncia de acoso sexual a una empleada de la propio CBF.
Este martes, en un mensaje poco claro, el seleccionado brasileño manifestó su disconformismo con el certamen pero su voluntad de disputar la Copa América. Esos mismos jugadores que en el Viejo Continente y en sus clubes jugaron en picos de la pandemia e inclusive disputaron las eliminatorias (de FIFA) con viajes incluidos sin objeciones.
Finalmente, este jueves el Tribunal Supremo de Justicia de Brasil rechazó los tres pedidos de objeción a la realización de la Copa América, se abrió el grifo sobre la hora para cambios ilimitados por casos de coronavirus por los brotes en Venezuela y Bolivia, y el certamen más antiguo de selecciones recibió su luz verde final para que este domingo la pelota pueda rodar.