2000: La noche perfecta de Boca y el "muletazo" de Palermo
Es una historia que lleva 110 años de plena vigencia la que reune a "Xeneizes" y "Millonarios". El duelo entre Boca y River tiene una historia riquísima y que bien merece ser contada. En Doble Amarilla repasamos los episodios más impactantes del clásico argentino.
La historia de la noche perfecta del 24 de Mayo de 2000 de Martín Palermo, ante River por cuartos de final de la Copa Libertadores, nació meses antes de su “muletazo” histórico, uno de los tantos capítulos de la carrera de película que tuvo el “Titán”.
Todo comenzó el 13 de noviembre de 1999. Aquella jornada, por la 14ª fecha del Torneo Apertura, el Xeneize se ponía en ventaja a los 24 del primer tiempo, en lo que sería el gol número de 100 de Martín Palermo en Primera División. Si bien llegar a esa cifra ya de por si era histórico, se dio un hecho inusual. A esa altura del partido, el delantero “Xeneize” ya rengueaba y después del festejo fue reemplazado por Christian Giménez. A las pocas horas se confirmaría que se había roto los ligamentos de la rodilla derecha y en esa condición marcó su tanto centenario. Comenzaba una extensa recuperación que apuntaba a su vuelta en la Copa Libertadores que Boca volvería a jugar tras seis años de ausencia.
"Martín. Para que te lo vayas metiendo en la cabeza. Contra River vas a ir al banco. Voy a hablar con los médicos. Si estás curado, yo asumo la responsabilidad. Te voy a necesitar para meterles miedo. Vos siempre sos un problema para ellos. La idea es que empieces a entrar en calor cuando arranque el segundo tiempo. Si te necesito, te voy a poner 15 o 20 minutos. Y sé que te voy a necesitar…", le dijo Carlos Bianchi a su estrella. Si bien la recuperación se daba en los tiempos calculados, era demasiado pronto para tirar a la cancha al “Titán”. Pero el “Virrey” vio el partido que sería la revancha de la serie por Copa Libertadores semanas antes. Y en Núñez recogieron el guante.
"Si ellos ponen a Palermo, yo lo pongo al Enzo", respondió un envalentonado Américo Gallego por esos días. Esa chicana del “Tolo”, clara referencia a un Francescoli retirado hacía más de dos años, fue la provocación justa para el entrenador de Boca (fiel a su estilo) la transformara en motivación.
La ida fue favorable al “Millo” merced al 2 a 1 conseguido en el Monumental con goles de Juan Pablo Ángel y Javier Saviola para los locales. Juan Román Riquelme, de tiro libre, marcó el tanto para el “Xeneize” y dejaba la serie abierta. Para la vuelta (y sin que el gol de visitante tenga valor adicional) el “Tolo” aplicó un sistema más defensivo. Pero el “Virrey” tenía un as en la manga.
"En el segundo tiempo el equipo salió con una actitud diferente. Pero hasta el gol del Chelo Delgado parecía un partido muy cerrado", recordó Nicolás Burdisso años después. Tras un contragolpe encabezado por Arruabarrena y pergeniado por Riquelme desataó la locura en la Bombonera. Román tomó el balón en el medio campo e inició el contragolpe. Cerca del vértice del área grande, el N° 10 enganchó para adentro ante la salida de Lombardi y soltó el centro para que Delgado salte y conecte la pelota con el gemelo derecho, dejando estéril la respuesta de Yepes, que no pudo desviarla con su cabeza, y la salida de Bonano.
Tras el empate parcial de la serie, a los 14 minutos de la segunda etapa, el conjunto local se envalentonó. La Bombonera era una olla a punto de ebullición que se trasnformó en una verdadera caldera cuando Bianchi mandó a llamar a Palermo, quien tras 193 días volvía a pisar una cancha de manera oficial. "Cuando lo vemos entrar, no sé si era un deseo o una intuición, pero es como que soñé que hacía un gol. Y el estadio se estremeció, aún más que ante un gol. Fue algo inexplicable para quien no estuvo esa noche ahí", sostuvo el legendario doctor Batista años después.
Lo que vendría en los minutos siguientes es historia pura. A los 39 minutos del segundo tiempo, Sebastián Battaglia (por esos días una joven promesa de 19 años) fue partícipe necesario del estallido del público “Xeneize”: "Estábamos atacando por la izquierda. Viene un rechazo corto y la pelota me queda a mí. La freno, veo que me viene a marcar Pereyra y en un ataque de habilidad se me ocurre tirarle un caño. Lo paso en velocidad, entro al área, punteo la pelota y Trotta me cruza. Penal", recuerda el ex mediocampista ante el Diario La Nación.
"Cuando le cobran la falta a Seba (Battaglia), yo estaba haciendo la entrada en calor. Y Carlos, en lugar de celebrar el penal, me llama y me dice: ´Ahora cuando Román mete el penal entrás vos´. Bianchi tenía todo tan claro que él ya sabía que era gol y que tenía que entrar para cuidar mejor el medio campo", recordó (graficando la fe ciega del “Virrey”) Nicolás Burdisso. El vaticinio se cumplió porque el “10” cambió penal por gol y puso en ventaja a Boca.
También se dio una jugada que todo futbolero recuerda. Julio Marchant recibió la pelota por la derecha y se la dio a Román. Pegado al borde de la cancha, a metros del túnel local, con un rival acercándose de frente y con Yepes pisándole los talones, el enganche de 22 años tiró un caño de espalda y pisando la pelota. El colombiano, leal, durante toda esa secuencia intentó quitarle el balón sin hacerle falta. Y será algo que Riquelme siempre destacará de esa jugada. Es tan inolvidable esa jugada que hasta un caballo de carreras (Caño a Yepes) fue bautizado en su honor. El equino era hijo de Body Glove y Enhydra, lo corrió el paraguayo Ramón Acuña y lo cuidaba Enrique Clerc. Su dueño era Arturo Moscón, socio de Boca, quien lo bautizó en honor a aquella jugada de Riquelme contra el colombiano del 24-5-00 por la Copa Libertadores.
A los 44 minutos llegó la coronación de la noche perfecta. La que Martín Palermo esperaba desde aquel noviembre del '99 en el Cementerio de los Elefantes. "Pasó lo increíble. Martín se da vuelta en la forma en que se da vuelta. Lo que tarda en acomodarse. Lo que tarda en perfilarse y lo que tarda en patear. Fue todo en cámara lenta", recordó el doctor Batista. Paelrmo había hecho lo imposible, cerró la serie con un gol de su sello, volvía al fútbol profesional, en un clásico y encaminaba la clasificación a semifinales para una Copa que ganó eñ histórico equipo de Carlos Bianchi.