El fracaso de las últimas dirigencias de Boca para conseguir un “9” de calidad
Luego de la salida de Benedetto, tanto la gestión de Angelici como la que encabeza Ameal se plantearon como objetivo reforzar al plantel con un centrodelantero de primer nivel. Sin embargo, cada nombre estuvo más cerca del “humo” que de la realidad. Pocas negociaciones retrataron cercanía. Entonces, surge la pregunta: ¿El Xeneize atrae tanto como aseguran o como en la gran mayoría de los casos juega el contexto económico y deportivo? Desde Edinson Cavani hasta Paolo Guerrero, Doble Amarilla detalla las historias de los los nueve "9" de elite que Boca soñó con traer y no pudo conseguir.
“Todo el mundo quiere jugar en Boca”, se suele repetir en el mundo del fútbol argentino. Esto se menciona cuando muchos jugadores del mercado local eligen este destino. Sin embargo, el patrón no se traslada de la misma forma al paño internacional. Con la excepción del italiano Daniele De Rossi, los últimos sondeos con futbolistas extranjeros fueron más una expectativa que una realidad. Una ilusión que se instala en base a algún comentario vinculado a simpatías de niñez o adolescencia pero que cae en saco roto al poco tiempo. Obviamente, no todos los ejemplos están atravesados por los mismos contextos. En este informe, Doble Amarilla demuestra el fracaso de las últimas dirigencias en no lograr traer a un centrodelantero de calidad. Porque se sabe: cuando algo se repite se puede decir de todo, menos que es una casualidad.
El último baldazo de agua fría para la gestión de Jorge Amor Ameal, que a su vez tiene a Juan Román Riquelme como el máximo responsable del manejo del fútbol, fue la noticia de que Edinson Cavani, de no mediar una enorme sorpresa, se quedará en Manchester United o al menos en el mercado europeo.
Desde el Xeneize aseguraban que venía trabajando sobre la posibilidad de incorporarlo para el mes de junio, a tal punto que el propio padre del uruguayo hablaba sobre esta chance. Desde el club iban más allá y hasta se animaban a ponerle plazos a la respuesta del crack uruguayo como si se tratara de un futbolista sin un currículum que desborda en títulos y reconocimientos individuales.
Pero esta falta de muñeca para traer a un poderoso atacante no fue sólo de esta comisión directiva, sino que también se manifestó el mismo síntoma durante la conducción de Daniel Angelici. Si bien Darío Benedetto fue una grata aparición y de notable rendimiento, se trató más de una “apuesta” y un vínculo en común que había entre el ‘Tano’ y el representante del jugador, el empresario Christian Bragarnik. Durante esta etapa también ha sonado en reiterados mercados de pases las negociaciones por Paolo Guerrero, el atacante estrella de la Selección de Perú, con actualidad en Inter de Porto Alegre. Las dos dirigencias fracasaron y repitieron el modelo publicitario: “Está cerca, contesta el lunes, contesta el martes, contesta el fin de semana”.
Los otros nombres de peso que estuvieron en el bolillero, aunque en menor medida que los mencionados anteriormente, fueron Salomón Rondón (CSKA Moscú), Michael Estrada (Deportivo Toluca), Christian Stuani (Girona) y Felipe Caicedo (Lazio). Jugadores de primer nivel, seleccionables, con cotizaciones que no bajaban de los U$S 5.000.000 y en algunos casos trepaban hasta los 15.000.000.
También hubo negociaciones por André-Pierre Gignac, quien siempre se mostró fanático de club y admirador de Riquelme. Ahora... Ese “amor”, ¿es real o solo mediático? Sonó tanto en la conducción Ameal como en la de Angelici. Sin embargo, la cifra fue muy elevada y no bajó del techo de los U$S 15.000.000, sin contar el contrato por el que también había que negociar con el francés. Estamos hablando en casi todos los casos, aún para un club con finanzas sólidas, de erogaciones de primer mundo no solo deportivo, sino económico-financiero.
Los otros casos puntuales son de dos argentinos. El primero es Jonathan Calleri, quien tuvo un paso por el Xeneize. Actualmente milita en el Osasuna de España. En cada mercado que se lo mencionó ha optado por seguir su carrera en equipos menores de Europa. Algo similar ocurrió con Guido Carrillo.
Seguramente haya otros casos, sin mencionar los jugadores en otras posiciones por quienes las dirigencias expresaron interés, caso Marcos Acuña, pero que nunca desembarcaron para vestir la azul y oro. No se puede soslayar que algunos futbolistas hicieron realmente el esfuerzo más allá de sus palabras y llegaron al club, como Eduardo Salvio, y que otros se vieron favorecidos porque los dueños de sus pases decidieron dejarlos libres, como Marcos Rojo, pero la pregunta se impone: ¿El Xeneize atrae tanto como se suele instalar en la opinión pública? ¿O es el contexto económico-finaciero el que impera y tarde o temprano se impone?